«Se podría hablar de mí como se puede hablar de la nueva cocina, puedes encontrar aires, espumas… son evocaciones, porque a mí lo que me interesa de alguna manera es solo que te evoque»
Zenet lanzó hace unas semanas su tercer álbum, «La menor explicación», con el que parece cerrar una trilogía inicial. Como el mismo apunta en esta entrevista de Chema Domínguez, el futuro está abierto.
Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Foto: THOMAS CANET.
Ya desde la miga histórica de su nombre, Zenet destaca. Pero es que todo el proceso de ingredientes que escoge, cómo los fermenta, amasa y hornea es tan sugerente como único. Hay mucho de puesta en escena, de estreno teatral o cinematográfico con cada nueva aventura del malagueño. Su personalidad, su énfasis natural cuando se define buscando las palabras más adecuadas, un cierto aire dulce y canallesco del gesto coronado siempre por un sombrero ya tan de él como su singular acento al cantar… Todo, todo consigue plasmarlo en cada tema, y «La menor explicación» viene cargada de grandes argumentos musicales; las letras a cargo de Javier Laguna, que ya cosechó junto a Zenet y Javier Viana los mejores brillos del capítulo Sur S.A., se saborean como el mejor vino. Además, recibí una de las mejores respuestas sobre mi particular encuesta de qué le cantarías tú a Ángela Merkel. Nos citamos en un hotel de la Gran Vía madrileña.
Zarpas de «Los Mares de China» (2009), desembarcas en «Todas las calles» (2010) y ahora no das «La menor explicación» (2012). Tal vez es casual, ¿pero hay algo de trilogía en todo esto?
[Risas] En cierto modo sí, se puede hablar de una trilogía porque la inspiración, tanto por la parte literaria como por la parte musical, de alguna forma ha venido de la misma mina. Ahora, no quiere decir que esto cambie mucho, pero la inspiración vamos a buscarla en otros lugares. Quiere decir que a partir de ahora puede que nos relacionemos con otros músicos para nutrir las armonías, nutrir las melodías, juntarnos con músicos del mundo, de otros lugares, de otras partes. Pero es cierto que hasta ahora hemos tirado un poco de la misma mina, por eso podemos hablar un poco de trilogía, en la línea musical y literaria.
Habrá nuevos afluentes sonoros, entonces. ¿Pero Javier Laguna seguirá en la parte literaria?
De ahora en adelante no sé lo que va a ocurrir, entonces si te digo sí es para el tiempo presente. El pasado son recuerdos y el futuro solo esperanzas.
Atesoras un componente irónico claramente diferenciador, en «La menor explicación» llega con más rotundidad. ¿Es tu espacio preferido?
Está muy bien la ironía porque ser romántico, romántico y romántico al final termina siendo ñoño. La ironía es muy buena y forma parte de Javier Laguna, él como poeta utiliza el amor como excusa y luego a partir de ahí habla de la desidia humana, de la desesperanza y de otras cosillas, de detalles muy cotidianos que hace todo el mundo. Entonces creo que ese sentido del humor, esa sorna tan especial en canciones como ‘Tranquila’, que es una suerte de tango, tiene ese tipo de sorna muy típica de Javier Laguna donde dice «tranquila, nadie sabrá que una noche me presentaste a tu gato, lo que hubo entre nosotros quedará entre tú y yo, tranquila, que no me debes la menor explicación».
De los temas alejados de la vida amorosa destaca ‘Por debajo de Madrid’, buscando la tremolina con aire de chotis.
Esto es una curiosidad, esto quizás es uno de los puntos más extraños hasta ahora en nuestro recorrido. Taboada y yo nos dimos cuenta investigando de que había una serie de notas, de armonías que tenían mucho que ver de alguna forma con una influencia anglosajona: para el que no lo sepa chotis viene de schotis. Nos dimos cuenta que tenía que ver con armonías del ragtime, del charlestón. De hecho, cualquiera que nos oiga cantar ese chotis se dará cuenta de que me lo llevo a una balada de ragtime, aunque yo le doy un punto muy cheli, muy madrileño. Así nos dimos cuenta de que era maravilloso, era precioso poder quitarle un poco la caspa de lo que podía tener algo tan antiguo como el chotis y darle una pátina nueva, un barniz nuevo. Y sobre todo porque a nivel personal, todos los que hemos estado en Madrid, nos ha dado lo que somos, estamos muy orgullososo de poder haber estado en Madrid todos estos años y que nos haya regalado Madrid lo que nos ha regalado. O sea, que en cierto modo aunque hable de por debajo de Madrid, para mí es un homenaje a Madrid.
Además, el chotis llegó a convivir con el ragtime directamente.
Sí, por eso creo que algo de contubernio tiene que haber ahí.
A continuación llega ‘Me gustas’, empieza con sigilo y se transforma en big band. Los enlaces entre las canciones, el orden final de los temas habrá llevado su tiempo.
Ha sido muy meditado y me parecía importantísimo dónde dejábamos la canción anterior, en qué nota se quedaba y qué nota arrancaba con la canción de después. Me parecía importantísimo porque para mí hay un recorrido, tú estás escuchando un disco y hay un recorrido. Entonces el recorrido es la nota también, me parecía muy importante desde cómo íbamos a empezar el disco: con un sonido de bar como si abrieras una puerta en ‘Cómo será’. Ahí hemos trabajado un tipo de armonía con la que nos habíamos quedado con ganas de hacer en anteriores ocasiones: Nueva Orleans, una armonía que me gusta muchísimo, me lo paso muy bien con ella, la armonía típica de Nueva Orleans, esa mezcla entre armonía francesa y norteamericana del Missouri de los blues. Yo decía: aquí hay un filón fantástico, sobre todo porque a mí me venía muy bien de tesitura de voz. Me lo paso muy bien cantando este tipo de cosas y lo que hicimos fue ahondar, profundizar un poco, nos ha pasado con varias armonías en géneros diferentes: la bossa nova, el ragtime, había varias armonías que queríamos profundizar mucho en ellas. Y este es el caso de ‘Cómo será’ y de ‘Sé que estás pensando en mí’ que ha sido una colaboración muy buena que hemos tenido con gente fantástica de Madrid, con dos bandas que yo aconsejo a todo el mundo: Baxtalo Drom y Olé Swing, que está fantástico, han hecho un disco de copla gipsy donde hemos hecho al final un «quid pro quo», ellos han grabado conmigo y yo con ellos, ha sido muy bonito; yo he cantado ‘La bien pagá’ para ellos a nivel gipsy que es muy gracioso, con violín, con guitarras francesas y ha estado precioso, la verdad.
Hablando de todos estos estilos, esa mezcla en definitiva de Europa y América, hace unas semanas que grabó Alejo Stivel una versión en clave rockera del clásico de Silvio ‘Ojalá’ para luego entregársela a Ángela Merkel. ¿Qué le cantarías tú: swing, copla, bolero…?
Le diría [se arranca para cantar] «bien pagá, te llaman la bien pagá porque tus besos compré»… Yo le cantaría ‘La bien pagá’, sí [risas].
‘Lo que dura un parpadeo’ es otro contrapunto destacado, por cómo lo desarrollas, por su abordaje brasileño y por su letra: «por un momento estuve cerca de darte un beso».
Sí, «rocé tu aliento y se me escapó», ese flash del momento, estuve cerca… Cuando nos llegó fue de las canciones a la que más vueltas le dimos Taboada y yo a la hora de musicarla, lo hablamos mucho con Laguna, a quien tenemos a pie de mar, en este caso lo teníamos en Almuñecar, porque hay otros discos en que ha estado más cerca, pero lo teníamos constantemente con el teléfono y el altavoz abiertos y estábamos componiendo junto a él aunque no estuviera presente, porque es una canción, además, compleja a nivel armónico.
Hay incorporaciones sonoras que la hacen llamativa.
Hay unos cambiazos de pronto rítmicos, melódicos y dices: bueno, esto se sale un poco de Zenet, pero todos me decían «qué más da». Venga, vale. Pues incluso acepté incluir el Rhodes, el bajo eléctrico que fue una gran idea de Pablo Baselga, sabes que los hermanos Baselga, Pedro y Pablo, han estado con nosotros por segunda vez con el estudio Infinity, anteriormente estuvieron con «Todas las calles» y ellos han ocupado la pieza de la producción. Acepté el consejo, pero el bajo eléctrico tenía que venir de la mano de Alain Pérez, que vino con Habana Abierta, esa nueva trova cubana, esa cosa maravillosa. Hemos lanzado por internet, por cierto, una improvisación que hice con Alain Pérez a raíz de grabar esa canción: él se quedó con ganas de hacer más, así que le propuse que improvisáramos con bajo y voz nada más. Está en nuestro Facebook y es muy interesante.
Desde luego, ‘Lo que dura un parpadeo’ es un fantástico final, y resume muy bien esa etiqueta imaginaria de la mezcla en la que estarías alineado con Kiko Veneno o Buika, por citar dos nombres. Y entre muchos afluentes tuyos estaría la copla que antes cantabas. ¿Qué tienen la copla, el swing, el bolero, el tango, etc, que no tengan otros géneros?
Sin ser explícita, la copla está en mis canciones, lo que a mí me parece es que todos los géneros antiguos, y la copla entre ellos, tienen una gran riqueza armónica y melódica, lo que pasa es que estamos acostumbrados a escucharla totalmente encajonada: «Ná te pío tu, tú, ná te debo tu tú…». Pero si tú eso lo estilizas, lo ablandas, le das un poco de flexibilidad: «Ná te pío, ná te debo» [efectivamente, cantando y estilizando la frase], de pronto aparecen ahí, yo qué sé, todas las mujeres que cantaban blues, podías haber pasado esta letra a cualquiera de las mujeres que cantaban blues en la época y te hubieran cantado un blues perfectamente.
Hay apuntes biográficos sobre Concha Piquer que la sitúan ensayando con partituras blueseras y jazzísticas antes de regresar de su éxito en Estados Unidos hacia España.
Claro, claro, porque era el momento de hacerlo, lo que pasa es que el género nuestro era la copla, cuya riqueza armónica y melódica es brutal y yo no me di cuenta hasta mucho tiempo después; pero a mí me parece que hay que aprovecharlo, claro.
Supongo que es sin buscarlo pero desde puntos de vista diferentes con más o menos profundidad o asiduidad y respetando vuestra propia personalidad sonora, habéis ayudado a regenerar esa copla abierta que va unida a otras músicas, nuevas letras y nueva escenografía, te cito a La Shica, Martirio o Diana Navarro, pensando rápido.
Sí, aunque hay gente que está más ahí, Martirio se ha agarrado mucho más al género; yo coqueteo, igual que coqueteo con la bossa, coqueteo con la copla en algunos temas que fraseo de una manera determinada y parece copla. Porque evidentemente mucha gente me ha preguntado en alguna entrevista, algún periodista que no ha hecho los deberes, que no ha escuchado nuestra música, de pronto, «cuéntame, ¿entonces cómo cantas los tangos?». Se podría hablar de mí como se puede hablar de la nueva cocina, puedes encontrar aires, espumas… son evocaciones, porque a mí lo que me interesa de alguna manera es solo que te evoque. Porque evidentemente para cantar tangos está Goyeneche, para cantar fados está la Marisa, y para cantar coplas en este caso está Poveda, que es el que mejor las hace. Para mí de lo mejor que tenemos en este país si no lo mejor.
¿Hay proyección internacional?
Estamos en ello, el siguiente objetivo es ese, de hecho ya hemos tonteado en Caracas. El siguiente paso es París y México DF.
Última cuestión. Sur S.A., tu anterior formación, era musicalmente diferente aunque mantienes protagonistas de la aventura, ¿conservas algún eco de su ideario en Zenet o lo ves como algo muy encapsulado en el tiempo?
Lo que conservo de Sur S.A. es a José Taboada, que se mantiene conmigo y algunas veces colaboramos con Javier Viana, que era alma de aquella época. En este disco ha estado haciendo percusiones también, todos los pequeños sonidos que escuchas del chotis, por ejemplo, son de Javier Viana, todos esos cacharreos, ambientes, son de él. Y de alguna manera, pues siempre traigo recuerdos. Evidentemente, no tienen nada que ver, hubo una evolución personal y musical que no tienen nada que ver con aquella época, hemos pasado a otro sitio pero evidentemente le guardo mucho cariño.