“A pesar de que pueda parecer muy ecléctico y que está en muchos lugares musicalmente, hay una idea final que quiero contar. Una sensación de cómo veo las relaciones, cómo veo el mundo, cómo veo el amor, el desamor o la vida”
Después de publicar “La fabulosa historia de…” y “La pareja tóxica”, la jienense crea su propio sello para lanzar su tercer trabajo discográfico, “Santa”. Un disco con el que, según confiesa, se ha reconciliado con el ser humano. Wilma Lorenzo charla con ella.
Texto y foto de apertura: WILMA LORENZO. Resto de fotografías: ANDREA F.G.
Zahara salta al vacío y publica su tercer álbum de estudio bajo su sello discográfico. “Santa” (G.O.Z.Z. Records, 2015) se convierte en un disco realizado desde la más absoluta de las libertades y desde una verdadera independencia, para el que los seguidores de la artista han tenido que esperar cuatro años. El tiempo le ha sentado bien; ahora publica once canciones (más una) que representan una novedad en su carrera. Porque a Zahara no le gusta repetirse, no es capaz de conformarse; su inquietud artística le lleva a explorar lugares desconocidos hasta convertirlos en propios. Su naturaleza le lleva a ello, a no quedarse en el sitio, aunque ese sitio sea seguro. Ella habla de fe, y razón no le falta, pero a esa creencia o esperanza hay que sumar la constancia, el interés y el talento; a la par de la ilusión por hacer algo diferente y conseguir así saltarse la norma. “Hacer un disco que ella se compraría” e invertir más aunque vaya a recuperar menos.
Hace dos años, después de la gira de “La pareja tóxica”, me dijiste que estabas en un momento de “parar, observar y reflexionar”. Ahora que presentas “Santa”, ¿qué has observado y a qué conclusiones has llegado?
He observado mucho a la gente que tenía alrededor. He hecho un disco que habla de las personas con las que me relaciono: mis amigos, las parejas que he tenido, las personas que han estado cerca de mí. He observado tanto al ser humano que me he reconciliado mucho con él.
Recuerdo que con “La pareja tóxica” te ocurrió todo lo contrario: estabas bastante desencantada.
Sí, creo que a pesar de que ahora también me cabreo mucho, con las personas estoy más reconciliada. Me he reconciliado con las criaturas de la naturaleza.
Venías de un disco de cabreo, no podías cabrearte más.
No, de hecho en este disco hay una canción en la que estoy un poco cabreada, que es ‘Rey de reyes’, pero es más un cabreo de: “A mí no me cuentes tu movida que me importa una puta mierda”. No es una canción de “Ay, cuánto daño me has hecho, te quiero matar”. Ahora me cabreo porque hay cosas que le pasan a la gente buena y no se merecen que les pasen. Pero así es la vida.
Han pasado cuatro años y “Santa” recoge canciones compuestas en este tiempo. ¿Cuándo te diste cuenta de que disco tenías entre manos?
Algunas canciones, en el momento en que las compongo, sé que no son del disco. No porque no estén bien, algunas se han quedado fuera y creo que están muy bien, pero no acaban de contar lo que yo quería contar en el disco. A pesar de que pueda parecer muy ecléctico y que está en muchos lugares musicalmente, hay una idea final que quiero contar. Una sensación de cómo veo las relaciones, cómo veo el mundo, cómo veo el amor, el desamor o la vida. Conforme iba haciendo canciones sentía que faltaban cosas; eran como piezas de un puzle. Estaba ‘El deshielo’, estaba ‘La Gracia’, ‘Hágase’, ‘Crash’… y yo decía: “Aquí falta algo épico”. Y de pronto sale ‘Oh, salvaje’. Luego me dije que necesitaba algo muy sencillo, una canción que no necesite nada, y de pronto me levanto un día y hago ‘Interior noche’. “Falta algo que tienda la mano a “La pareja tóxica”. Y sale ‘El frío’. Una vez fui viendo estas cosas que faltaban, llegó el día que terminé ‘Inmaculada concepción’ y me dije: “Tengo el disco, no quiero hacer absolutamente más porque todo lo que hay es todo lo que tiene que estar”. Con esa última canción lo sentí.
De modo que, sin ser un disco conceptual, sí tenías claras las piezas del puzle. ¿Por qué decides titularlo “Santa”?
Es un nombre que me lleva persiguiendo mucho tiempo. Desde mi Facebook, uno de ellos, que ya era Santa Zahara. Por ejemplo, me encontré un disco duro de cuando vivía en Barcelona que se llamaba Santa. Es una palabra que siempre me ha gustado, me parece muy potente. La escogí por dos motivos: había canciones con mucha conexión con el imaginario religioso, y además me gusta el significado. Me gusta la relación que hay entre los fieles religiosos y los fieles musicales, cómo se le pueden atribuir las mismas palabras con las que definirías a alguien que cree en la religión, a alguien que cree en la música. En la situación en la que estamos, a veces dedicarse a esto es un acto de fe tanto para los músicos como para los seguidores. Desde la gente que se compra el disco sin saber qué va a encontrar, que para mí es un acto de fe verdadero, hasta nosotros, que seguimos intentándolo a pesar de no saber qué hay más allá. O por ejemplo, cuando vas a los conciertos y la gente está esperando “un sermón”, atento a lo que va a pasar, esperando a alguien iluminado que les va a contar lo que ha vivido. Me gusta esa relación que hay y ese juego con Santa Zahara. Pero yo no soy la santa. Santa es la música y la vida, no yo.
“En la situación en la que estamos, a veces dedicarse a esto es un acto de fe tanto para los músicos como para los seguidores. Desde la gente que se compra el disco sin saber qué va a encontrar, que para mí es un acto de fe verdadero, hasta nosotros, que seguimos intentándolo a pesar de no saber qué hay más allá”
Tú eres ese “ser iluminado” al que van a ver y escuchar. Qué responsabilidad ser el Dios de alguien, ¿no?
Ya, ya… Por suerte tienen muchos dioses. Estamos en un politeísmo. Hay muchos dioses y eso nos libera de responsabilidad. Además, es lo maravilloso de esta religión: tú estás en ella cuando quieres y te vas a otra cuando te apetece. No te implica, no se casa nadie y no hay un Dios de verdad que observe y juzgue. Esto es mucho más fácil y mucho más libre que otras religiones, por eso mola tanto.
De hecho pones a prueba a tus fieles. En cada disco te inventas algo nuevo a nivel sonoro que el fan no espera.
Sí. El fan está diciendo: “Yo creo en ella, pero no sé qué va a pasar” (ríe). No lo hago por maldad, ¿eh? Lo hago porque cuando ya sé hacer una cosa, deja de tener misterio e ilusión repetirla. “La pareja tóxica” me encanta, pero ya está hecho. Ya he hecho un disco en directo con Ricky Falkner, con un sonido americano y de banda. Para mí no tenía ningún sentido repetirme. No tengo la energía para ello.
Por eso “Santa” es un disco lleno de contrastes.
Claro. Ha pasado mucho tiempo y lo que para mí han sido evoluciones naturales para la gente ha sido un shock o un choque. Sin embargo ‘Crash’ tiene dos años, la compuse cuando estaba con la gira de LIPA. Siento una evolución natural de lo que había, hacia la música que escucho ahora ,que es más producida y menos americana. Estoy en otros lugares y creo que “Santa” es lo que tenía que salir, porque es algo natural. Pero entiendo que puede ser un shock para algunos.
Teniendo en cuenta ese eclecticismo, ¿de qué referencias partís Sergio Sastre y tú cuando empezáis con la preproducción?
Sergio y yo partimos de la siguiente idea: cada canción tiene que sonar a lo que esa canción es. No buscábamos al principio una unidad, porque ni siquiera sabíamos que estábamos produciendo el disco. Estábamos en Barcelona, maquetando canciones para que luego llegara alguien externo y ya se las apañara. Éramos conscientes de la diversidad y a mí me gusta. Por ejemplo, llegaba una canción como ‘Crash’ y está Queen of Stone Age, pero no como una referencia enlazada, más bien nos evocaba eso, esa contundencia con la batería y el riff machacón que se repite. Pero las referencias llegaban después como evocación, no al contrario. No era “esto tiene que sonar a…”. Cada canción tiene un espíritu y la cosa era desarrollarlo y al final acaba pareciéndose a algo que nos gusta. Y en ese sentido ahí está desde Lana del Rey, que aparecía y estaba siempre en nuestra biblioteca musical, a Alt-J o el mundo de las bandas sonoras; Patrick Watson…
Lo cierto es que sí hay mucho de banda sonora.
Yo también lo creo. Lo que tiene este disco musicalmente es que es una banda sonora. Tiene algo de “Drive”, tiene momentos donde es Morricone y está todo lleno de sonidos de películas… Y también las propias canciones las veo más cinematográficas que el disco anterior, son escenas. Ya tenía esa conexión con el cine y quería plasmarla de alguna forma, como otros ya la han hecho, por ejemplo Patrick Watson. Cuando terminamos el disco los dos dijimos: “Hay películas aquí”. Y eso, que sí que era el punch inicial, se plasmó.
En ese sentido ‘La Gracia’ se lleva el primer premio.
Quitas la voz y es “El señor de los anillos” (ríe). Es un recibimiento, una canción que luego no tiene nada que ver con el disco. Es como un cartel de bienvenida en la casa de alguien que ha estado en el hospital durante mucho tiempo, y de pronto llega y se encuentra eso. Coros celestiales cantándote y dándote la bienvenida, a pesar de que la letra es una letra de despedida. Pero bueno, yo soy de contrastes y contradicciones.
Si “La fabulosa historia de…” fue un primer paso profesional y “La pareja tóxica”, un disco para quedarte a gusto, ¿qué significa para ti “Santa”?
La conciliación de los dos. Este disco tiene un poco de la variedad de “La fabulosa historia”, que incluía canciones muy diferentes porque estaban compuestas en mucho tiempo, y es algo que se repite en “Santa”. Y a su vez, conecta con ese inicio a la madurez que empezó en “La pareja tóxica”. Creo que tiene mucho de los dos. En realidad tiene mucho que ver con todo lo que yo ya he hecho antes. Igual que “La pareja tóxica” conectaba mucho con “Día 913”, que tenía esa cosa de canciones sin ninguna tipo de pretensión porque me importaba todo una mierda y hacia las canciones que quería. Creo que este es un poco todo. Todo el bagaje acaba plasmándose en un disco que para mí es como el asentamiento de todo lo que viene. Aquí había más búsqueda de cosas que quería contar y aportar para diferenciarme un poco del dramatismo melancólico que tenía.
Está bien hacer un disco desde una perspectiva positiva.
Tampoco es que sea muy positivo, pero la actitud sí, y creo que se nota. La energía que tiene este disco no la tiene ninguno de los anteriores. Los cambios, muchas canciones rápidas que nunca había hecho… Antes no sabía hacerlo. Ahora están porque soy capaz, no porque me lo haya propuesto, es que me salen. Todo es natural, pero pasa tanto tiempo que parece más repentino.
¿Es más complicado escribir canciones de este tipo?
A mí lo que me sale es ‘El frío’. Yo estoy un día tirada en mi casa y te hago cuarenta como ‘El frío’. Lo que más me cuesta es hacerme un ‘Hágase’, que ha pasado por 17 millones de estados hasta llegar a este, o por ejemplo ‘Inmaculada’, que es más compleja. Pero por ejemplo, ‘Crash’ y ‘Rey de reyes’ me salieron del tirón. ‘Crash’ me salió porque estaba componiendo para Malú -intentándolo, luego no cogió ninguna- y me tiré muchas semanas escuchando a Manuel Carrasco, Malú y Alejandro Sanz. Cada cosa que me salía era una canción para Malú. Estaba en el baño, en la ducha y salía corriendo a la grabadora porque eran temazos para Malú. Y me asusté porque pensé: “¿Y si he perdido la capacidad de hacer una canción para mí?”. Y cogí la guitarra y la hice del tirón.
Aquí encontramos más canciones cantadas al amor y a la felicidad.
‘El deshielo’ es la más obvia. Es la canción de amor del disco. Me parece que, de mis pocas canciones de amor, es la mejor, porque habla del amor que te sorprende. No del amor que dura, ni del amor para siempre, ni del amor que promete nada. Es el amor que te sorprende, que es el más guay. Vienes de la desesperación, decepción, aburrimiento y hastío y de pronto vuelve. Creo que es esa emoción la que me lleva a componer la canción, y me parece la más bonita y pura que hay en el disco.
¿Están ‘El frío’ y ‘El deshielo’ unidas?
Sí. Una habla de cuando te desbloqueas y empiezas a sentir el calor dentro de ti, y la otra cuando una relación de pronto se estanca; parece que estás cubierto de hielo y no puedes acceder nunca a la otra persona. Habla de cómo ese frío te deja cada vez más inmóvil, con menos ganas de hacer nada y te acabas acomodando en una situación de distancia entre dos personas en una pareja. Sí que van unidas, muestra cómo la misma metáfora sirve tanto para entender lo que es el amor, como para entender, no el desamor, el acomodamiento. Pero yo he ido descubriendo las metáforas poco a poco. Según me salían me sorprendía. Cuando escribo veo lo que estoy escribiendo como si fuera una película y me imaginaba perfectamente la estatua de hielo de ese hombre que no puede abrazar a nadie porque está congelado. Me parecía muy bonito y muy triste. Cuando la compuse no sabía como la iba a cantar.
Antes hablabas de cómo surgió ‘Crash’ y que hay canciones que salen del tirón y otras que requieren más trabajo. ¿Cómo ayuda uno a la inspiración?
Viviendo. Es curioso, la inspiración a veces te la produce la persona que menos te esperas. Hay canciones en este disco, como ‘Oh salvaje’, una de las más dramáticas, que la originó una persona que no me importa lo más mínimo, con la que no tengo ninguna relación y no me hizo para nada daño, simplemente me hizo imaginar todo eso. Hay veces que tienes que buscar no solo en lo tuyo y en lo que de verdad sientes y de verdad te toca, porque puede que lo que te hace daño de verdad es tan complejo que una canción no puede ayudarte a solucionarlo. A veces sí, como ‘Camino a L.A.’, pero otras veces no. Hay personas muy importantes que han pasado por mi vida que no van a tener nunca una canción porque no soy capaz de hacérsela, sin embargo hay otras que te dicen una frase que desemboca todo. Como la primera gota de tinta que cae sobre el folio y hace que no esté en blanco y ya puedas permitirte escribir en él y desarrollar una idea. Por eso tienes que estar atento a lo que oyes. ‘Caída libre’ es una canción que compuse porque me fui con mi amiga Marta Gon a tocar a Albacete. Desde el principio todo fue surrealista. Era la típica road movie pero en tren, “Cercanias movie” (ríe). Le dije: “Voy a escribir todo lo que nos pase y lo voy poner tal cual”. Y así fue. Al día siguiente le envié la canción sin cambiar nada. Todo son frases que decíamos. Yo no pensé que iba a meter la palabra “pies” en una canción, pero no pasa nada, ahí está. Marta me estaba abrazando y le dije: “Por favor, yo te quiero mucho pero tus pies helados me están matando”, y así aparece. Luego nos encontramos a Yola Berrocal en el cercanías y nos cedió muy amablemente su asiento para que pudiéramos ir juntas. Pensamos: “Yola mola mil”, y lo metí en la canción. Tú no sabes que la inspiración puede estar en un cercanías de camino a Albacete, pero sí. Estaba ahí esperándote, sentada con unas tetas gigantes y un culo increíble (ríe).
No es tu caso, porque has esperado el tiempo que has tenido que esperar para publicar “Santa”, pero ¿cómo se consigue el equilibrio entre tener que sacar un nuevo disco, porque es tu modo de vida, y tener un disco realmente bueno que sacar?
Esto es una mierda, no debería ser así. Me hace mucha gracia la gente que me dice que les gustaba más cuando no iba nadie a verme. Entonces ya no estaría haciendo esto, que es lo que le pasa a muchos grupos que, como no pueden vivir de la música, intentan acelerar los procesos y no sale bien, y acaban dejando la música por su trabajo de ocho horas. Es complicado ese equilibrio. En mi caso yo lo he conseguido inventándome mil movidas. Sé que puedo venderme de muchas maneras, desde trabajar en algo que no me guste hasta acabar en un McDonalds. No me importa porque no estoy vendiendo lo que creo que tiene más valor, que es mi creatividad, mi imaginación y mi voz. Eso para mí es sagrado y va a estar en un disco cuando tenga que estar. No me importa nada más porque no voy a hacer algo de lo que no me sienta orgullosa, de lo que ahora te esté hablando con vergüenza. Por eso si no gusta no pasa nada, porque yo he hecho algo de lo que estoy orgullosa. Mi música no se puede ver condicionada por nada. La única manera es, en mi caso, alargar las giras acústicas que son las que más dinero dan o buscarte un trabajo que puedas compaginar, como hago con cosas de edición o vestuario con Nysu. O me saco un libro de la manga, o me pongo a dar clases de canto, de música, de guitarra o de lo que me invente. Lo que tengo claro es que yo no puedo comprometer el disco a una necesidad económica y por eso intento trabajar en algo que esté relacionado y no me quite demasiado tiempo. Entiendo que hay gente que no puede esperar o también hay gente que son conejas haciendo canciones, que no paran, que están todo el día creando canciones de maravilla. Me encantaría que me pasara, pero no es mi caso. Mucha gente me regaña porque cuatro años le parecen mucho, ¿pero qué querían que sacara? ¿Un EP de tres temas? Porque es lo único que tenía. Cuando empiezo a escribir me empiezan a venir una detrás de otra y ya no puedo parar. Pero en el inicio tardo mucho. Ahora que lo pienso, quizá llevo sin componer ocho o nueve meses. No me viene nada, pero ya me vendrá. Lo que sí hago es vivir, ver, escuchar, escribir y tomar notas, pero no tengo la motivación de escribir canciones ahora.
“Me ha costado mucho llegar a delegar creativamente en gente como para que ahora lleguen unos que me están quitando dinero de todo a decirme lo que tengo que hacer. No me merece la pena”
Cuando hablamos en 2012 todavía no estaba el 21% de IVA, pero sí estaba en trámites, y me dijiste: “¿Cómo voy a crear, si cada vez lo ponen más difícil?”. Afortunadamente has seguido creando. ¿Cómo?
Ganando muy muy poco de cada cosa que hago y en la que invierto mucho. Es así, no te queda otra. No hay truco. Trabajar más, invertir más, recuperar menos. Y esperar que esa recuperación venga a largo plazo. Con los conciertos es alucinante. Tú vas a un concierto en el que la entrada vale X, pero yo a cada gasto tengo que sumar el IVA. A mis músicos les pago X + IVA, la sala me cuesta X + IVA, el alquiler de la furgo es de X + IVA. Pero yo recibo X con el IVA incluido. Así que no solo me cuesta todo un 21% más, sino que a lo mío tengo que restarle ese 21. Entre eso y la retención, además de la comisión lógica de mi agencia, al final la ganancia es de un 30% cuando antes era un 70%. Y te preguntas donde se ha ido la mitad del dinero… pues al Estado. Pero eso a mí no vuelve, yo no lo tengo. Solo fabricar este disco (más allá de grabarlo, músicos, estudio, SGAE, mastering…) es muchísimo más caro que un disco normal. Había que subirle un poco el precio por eso y porque son dos discos, un poemario y las postales, pero el precio que a mí me aconsejaban era muchísimo más. Pero no puedo vender el disco a la gente a un precio que no se puede comprar, porque la gente no tiene dinero. Ya es un milagro pedir a la gente que compre un disco. Así que se hace ganando menos o no ganando. Y se vive del aire. Y luego la gente se enfada cuando una marca te da dinero a cambio de algo… Pero es que al final vivimos de esto. No vivimos de lo que el público nos paga porque habría que exigirle mucho más.
¿Son las marcas las que os están salvando?
En mi caso, en el disco y en la gira no. Pero sí es verdad que de pronto te puede salir algo con una marca que te da una cantidad de dinero gracias a la cual puedes sobrevivir.
¿Qué te lleva a ti a comprarte un disco?
Lo que yo he hecho. He hecho un disco que yo me compraría, que tenga algo más que lo que te ofrece escucharlo en Spotify, que es donde yo escucho música, que no está bien, pero es así. Yo me compró los discos que cuando los veo pienso: “Qué maravilloso diseño. Qué fotos. Qué bonitos los dibujos de Paula Bonet en el disco de Christina Rosenvinge. Mira el cuaderno que trae”. Los que tienen algo más. Un disco de plástico yo no me lo compro. “Santa” lo he hecho pensando en mí, tomándome a mí como baremo, y he creado el disco que a mí me llamaría la atención. No me cuesta gastarme 60 euros en el disco de vinilo de Lana del Rey pero sí me cuesta gastarme 11 en un disco de plástico que trae las letras en un fondo blanco. Eso me cuesta mucho. Porque ya está Spotify. O me lo compro en iTunes.
A cada paso que das cada vez eres más independiente. Ahora nace tu propia discográfica, GodZila Records.
O lo hacía o no iba a conseguir lo que quería. Lo que yo necesitaba de una discográfica era algo que me podía dar un banco. Es muy triste pero es así. Estamos en un momento en que las discográficas, por la situación en la que están, ofrecen poco por cada libertad. Muy poco dinero, porque no lo tienen, lo entiendo, y piden mucho. Piden porcentaje de conciertos, de derechos de autor, la sangre de una virgen y el cuerno de un unicornio pony. Y yo no tengo nada de eso ni ganas de dárselo. Si hubiéramos compuesto juntos ‘La Gracia’, no tendría problema en que se llevaran un porcentaje. Lo he hecho con Sergio y con la gente que escribe y ayuda a que la canción sea la canción. Pero, ¿por qué le voy a dar a Sony, Warner o Universal, un diez o un cinco por algo que no han hecho? Me parece superinjusto a un nivel muy extremo. No me digas que me vas a quitar dinero de mis derechos de autor porque no vendes discos. Invéntate un disco que venda o gástate menos, pero no me pidas de donde no te lo has ganado. Igual con la gira: le das dinero a un mánager que se lo ha currado y bendito todo lo que se lleva porque se ganan cada céntimo, pero a una discográfica por qué. Yo os doy un porcentaje si vais a hacerme promo, buscarme bolos… ¿por qué no vendes discos? A mí no me cuentes tu movida, yo también tengo problemas. Me parecía absurdo.
Y no solo es una cuestión económica…
Realmente un banco puede darte lo mismo con la diferencia de que no te va a decir: en la portada en “Santa”, que no sale la “a” y no se entiende que pone Zahara, sale muy pequeño tu nombre… El banco te da el dinero y lo único que te dice es que se lo devuelvas. Pero no me pide que las canciones hablen de amor o de lo que sea, no. Tengo esa libertad. No tengo ganas de estar discutiendo por un trabajo creativo cuando lo tengo clarísimo y tengo un equipo en el que confío ciegamente. Me ha costado mucho llegar a delegar creativamente en gente como para que ahora lleguen unos que me están quitando dinero de todo a decirme lo que tengo que hacer. No me merece la pena. Una discográfica no habría hecho este disco. Sergio no habría sido el productor y este diseño en la vida lo habrían aceptado. Ya me pasó con “La pareja tóxica”, que yo no quería que tuviera plástico, quería que fuera un cartón. Y la de problemas que tuve para que luego ni siquiera fuera un cartón fuerte, estuviera mal impreso… En definitiva, no me dan lo que yo quiero y yo no voy a dar lo que quieren. Y mira que me reuní y muy bien. No estoy como la otra vez odiando a todas las discográficas, pero no me daban lo que quería.
Así que decides publicar este disco bajo tu propio sello y añadir a tu lista de tareas una más.
Eso es. Montar una discográfica es un marrón muy grande, sobre todo por la parte empresarial de gestionar cosas, reuniones, contratos… por suerte tengo a Ernesto y Ana que están a mi lado y me ayudan; estoy bien asesorada y me echan una mano enorme. Sin ellos no me habría atrevido. Una cosa es la autogestión, yo me lo guiso o lo saco con crowdfunding por mi cuenta, y otra montar una discográfica y cambiar tu epígrafe de autónomos a “productor fonográfico” y todo lo que eso conlleva.
Hacerse mayor a lo grande.
Sí, te pegan una patadita en el culo y venga: ¡a la vida! (se ríe). Y tú en bragas en mitad de la calle con todos los coches pasándote al lado pensando: “Me van a pillar”.
¡Ahora te llegaran propuestas como dueña de una discográfica!
Ya me ha pasado. Pero esto es un trámite. A ver, tengo dos cosas que seguro que sacaré. Si Sergio Sastre saca un disco se lo voy a sacar bajo el sello. Si Sergio Vera saca otro con Vúfalo igual. Y hay un grupo de música electrónica que se llaman Jessica, que son colegas, que también. Pero no voy a estar recibiendo maquetas ni escuchando qué hay en el mercado para lanzar que pueda ser rentable porque no creo en eso. No creo en las discográficas
Has creado una empresa en la que no crees.
(Ríe) Claro. La he creado por necesidad. La situación me ha llevado a ello, no lo he hecho porque me haga ilusión. Pero si puedo ayudar a gente muy cercana, lo haré. Quizá dentro de veinte años deje de cantar y me dedico a la discográfica, pero sería muy raro esto.
Para terminar, ¿qué tiene que ocurrir con “Santa” para que Zahara se sienta absolutamente satisfecha?
Yo no soy muy de emocionarme, ni ilusionarme, ni ponerme una meta; porque si no la cumplo me vengo abajo de manera irreversible. Lo que ya va pasando es bueno. Quería que llegara a tiempo y ha llegado. Que hubiera movimiento, que está pasando. El disco no tiene por qué gustar entero porque es muy variado, pero quiero que al menos los que me siguen encuentren su canción dentro del disco. Eso es algo que puedo desear y puede ser fácil de conseguir. También me puedo poner superilusionada y desear que ojalá funcione, llegue la gira después de verano y no tenga que preocuparme por si está lleno o no y si pierdo dinero o no. Ojalá se vendan los suficientes para recuperar lo invertido. Esto me encantaría, y es con lo que yo sería feliz para el resto de este año y el que viene hasta que pensara en un nuevo proyecto. Y claro, me encantaría petarlo a un nivel extremo y viajar en Ferrari. Pero eso no va a pasar y tampoco pasa nada si no pasa. Prefiero ir poco a poco, viendo qué pasa, a quién le gusta… y dejarme sorprender.