LIBROS
“Un genial repertorio en que el tono no es solo salvaje y mordaz, como se anuncia, sino cambiante como caleidoscopio de cambalache”
Ángel Petisme
“Yo pude ser Letizia”
DESACORDE EDICIONES
Texto: CÉSAR PRIETO.
Petisme lo ha vuelto a hacer. Nos ha dejado la sangre temblando con un libro que es además un disco y que, de forma aparentemente autónoma, se desenvuelven buscando un mismo objetivo: un repaso al aroma de sus recuerdos. Comencemos por el texto escrito. Pasa por ser su primer volumen de relatos en prosa, pero es mucho más que eso. Si bien en él hay ficción pura y dura —en el sentido literal de ambos términos—, bajo el subtítulo de “Cuentos canallas” se recoge un genial repertorio el que el tono no es solo salvaje y mordaz, como se anuncia, sino cambiante como caleidoscopio de cambalache.
Sus primeras páginas, bajo el título de “Dry Martini” acogen al Petisme más lírico, demorado. Son pequeños poemas en prosa con imágenes de esas que calan como la lluvia; a veces explosivas, a veces cósmicas, naturales siempre. Entre la alucinación y el sueño de unas hadas, aparecen personajes al margen, putitas jóvenes y vidas ruinosas. Tras ello, la primera sesión de ficciones mezcla sociodrama —“La manada” se titula un relato, y el título es etiqueta de actualidad—, leyendas urbanas, episodios vividos y un dominio de la pluma de tremenda precisión. ¡Qué pulso tiene al narrar cómo empuja la silla de ruedas de una señora perdida en la calle!
Nuevo volantazo: “Quiniela sonámbula” recoge una serie de recuerdos de infancia. El cantante que mejor capta la niñez nos ofrece un apunte de lo que podrían ser unas jugosas memorias porque es un supremo contador de historias y porque ha conocido a todos los que en este país tienen carisma. Unas memorias que en parte también están en sus canciones y que recoge el cedé que acompaña al libro con un par de conciertos plagados de “Grandes éxitos”, ahí aparece ‘Donde muere la carretera’, emocionante ubi sunt que cuenta una infancia en tres minutos, pero también ‘Calle del Pez’ con recuerdos de su estancia en Madrid o ‘Y además nos votaréis’, con su carga social. Todo ello da idea cabal para el que no la conozca de su carrera musical y a la par expone el corazón sensible y la incansable lucha por los débiles de este gigante favorito de muchos.
Volvemos a los relatos. Petisme deja para el final los hilarantes. Ese matrimonio homosexual que ejercen de ardientes vecinos y sobre el que prepara exquisita venganza, encuentros con Antonio Vega, una divertida estancia con Pepín Bello en su casa, capaz de trasegar la producción de espiritosos escoceses con cien años, y muchas escenas domésticas.
Petisme no habla de tonterías. Habla del amor y de la muerte, pero parece no darles demasiada importancia. Y en todo caso nos ofrece unos trocitos de su vida que cuando los tienes en las manos revelan que son siempre inmensos.
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Anterior crítica de libros: “Serena a los once”, de Tesa Arranz.