LIBROS
«El verano lleva también asociada la evocación de otros veranos: aquí tienen la nave que les va a presentar fotos de esas evocaciones»
Vicente Pizarro
Y tiro porque me toca. Los juegos y juguetes de nuestra niñez
DIÁBOLO EDICIONES, 2021
Texto: CÉSAR PRIETO.
El verano, del que gozamos ya por pocos días, lleva asociadas varias marcas indelebles. Es tiempo de juego, patria victoriosa para la infancia, y de risas. Así que le viene como anillo al dedo este volumen que recoge los juegos de nuestra infancia, sobradamente ilustrado y con sorpresas en cada página. No creo que haya nadie en este país, de los que fueron niños en los noventa o antes —los jovenes también se reconocerán—, que por lo menos no haya tenido media docena de los aquí referenciados. Y eso que se dedica especialmente —aunque haga incursiones en otro tipo de diversiones— a los juegos de mesa.
Los textos, que son un mero complemento a las imágenes, tienen carácter muy divulgativo y breve, son un apunte con curiosidades y una pequeña historia de las empresas que ideaban la diversión —los capítulos se organizan alrededor de ellas— y de los juguetes de más éxito, precedida de una pequeña historia general de los juegos de tablero.
Prometen una segunda parte, porque es mucho lo que se dejan, en esta primera hay multitud de páginas dedicadas únicamente a cuatro: Cefa, Congost, Exin y Geyper. Primera cosa que sorprende, y que realmente no tendría por qué: en los juegos también hay un mercado del coleccionismo, un mercadazo, diría yo. Curioso como soy, busqué en páginas de aficionados a qué precio podían estar. Tuve que cerrar a los tres segundos, ríanse ustedes del mercado del disco de colección. Segunda sorpresa: los juegos se reeditan, como los discos. Una empresa puede licenciar, años más tarde, un clásico de este mundo y lanzarlo a la venta, pero no con afán nostálgico, sino para las nuevas generaciones.
Ahora, la historia bonita es la de Cefa, empresa de Zaragoza especializada en juegos de mesa originales —hasta en 3D— y muy llamativos. Pues resulta que todas sus creaciones, desde la caja a las reglas pasando por el tablero, provienen de un tándem creativo que roza la genialidad: Pepe Pineda e Isidre Monés. Pepe trabajaba en una empresa de publicidad de Barcelona y los dueños de Cefa se prendaron de su imaginación, así que pasa a la casa madre y coincide, en una feria, con un ilustrador, el señor Monés. A partir de ese momento, crean entre los dos una colección de juegos que encandila a dos o tres generaciones. Comienzan con En busca del Imperio Cobra y a partir de ahí decenas y decenas, con un nivel gráfico que no le tiene nada que envidiar a Vicente Segrelles. Aunque también es cierto que algunos de los diseños se los encargaron a Francisco Ibáñez. Los aficionados al cómic disfrutarán con el volumen.
El resto, catarata de juguetes que todos ustedes recordarán. De Geyper, los Juegos Reunidos y esos recipientes llenos de agua donde se tenían que hacer malabarismos para encajar bolitas o aros. De Exin, los castillos, los Madelman, los Scalextric, un poco de cine y juegos de construcción como el Meccano o una especie de Lego llamado Tente. De Congost, especializada en juegos que requerían imanes y —por cierto— la más pop en sus diseños, el Xylomatic y mi adorado Auto Cross, un entramado de carreteras donde salir a la aventura con un coche que se guiaba con volante y cambio de marchas. El verano lleva también asociada la evocación de otros veranos: aquí tienen la nave que les va a presentar fotos de esas evocaciones.
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Anterior crítica de libros: Un domingo en Ville-d’Avray, de Dominique Barbéris.