«Lo que haces, las experiencias, te llevan a ser lo que eres y a componer de forma diferente. Me limito a ser yo mismo»
Xoel López todavía no tiene listo su nuevo álbum, pero sí ha dado forma a un single de dos canciones, «Canciones paganas», que es una suerte de interludio y maná para sus seguidores. Hablamos con él de este nuevo trabajo.
Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
«Canciones paganas». ‘San Juan’ y ‘San Amaro’. Nuevos temas, nuevas sensaciones de Xoel López. Esta vez en forma de single digital y físico de los de toda la vida, sin exclusividad de «cara A», dos sencillas canciones después de sorprender con «Atlántico» (2012), después de sorprender con Deluxe. Xoel confirma que estamos en época de grandes trayectorias, que soportan perfectamente las comparaciones con otras más doradas. En su caso dispone de un sonido propio, en segundos es fácil ubicarle, es capaz de evoluciones brillantes, cada vez sabe ser más él mismo, y sus letras te ganan rápido, como los viejos y buenos amigos; exacto, esos tan difíciles de encontrar. Por no quedarme con las ganas cito a Los Secretos y a Enrique Urquijo, situados y situado en ese exclusivo y merecido Olimpo, donde nombres como Xoel ya caben. Con él hablamos de este nuevo disco.
¿»Canciones paganas» es un adelanto del nuevo ábum o tiene identidad propia?
Creo que no tiene nada que ver con lo que viene. A ver, nada que ver con matices, porque obviamente mis canciones siempre tienen que ver entre sí. Pero no es un adelanto del disco, no están incluidas en el disco. Y efectivamente se unen por muchas razones, aunque son canciones que compongo en diferentes momentos, a lo mejor hay un espacio de un año y medio o dos entre ellas. ‘San Juan’ la hago en Buenos Aires, en plena capital porteña, en un contexto que no tienen nada que ver con el de la canción. Y ‘San Amaro’, sin embargo, sí la hago en el contexto de la ciudad de Coruña, precisamente en los alrededores del cementerio. El punto de unión es la temática, la idea de la ciudad. Aparecen muchas cosas mías ahí, de infancia, probablemente: en ‘San Juan’ sobre todo, y un cementerio que para mí significa muchas cosas, un cementerio atlántico que mira al mar, un cementerio además donde están enterrados mis abuelos maternos, significa muchas cosas. Creo que hay bastante aquí donde profundizar en lo personal, y decidí juntarlo. Curiosamente, las dos tenían nombre de santo, me quedó quizás demasiado ligado al santoral, por eso le metí el título de «Canciones paganas», un poco para romper. Porque mi idea no era tanto la de ensalzar la idea del santo, sino más bien lo que hay detrás: todo lo que supone las fiestas de San Juan, que en realidad son de tradición pagana y con origen precristiano, y San Amaro, que también parece que es un santo inspirado en lo pagano que no tenía que ver con lo cristiano. Por eso quería romper con esa cosa tan religiosa.
En ‘San Juan’ vuelves a recuperar el folk rock estadounidense de los años sesenta y primeros setenta, como en algún momento de «Atlántico», donde aludes incluso al «puente sobre aguas turbulentas» de Simon y Garfunkel.
Me dejé llevar. Lo que sí fue intencionado es que tuviera ese espíritu de hoguera, como el contexto de la canción. Cuando hice la melodía era más lenta, era una cosa más tranquila, más morriñenta, más nostálgica por lo que te decía, la compongo en pleno Caballito, un barrio del centro de Buenos Aires rodeado de cemento y en un apoca del año de la que no me acuerdo, pero seguramente no tenía nada que ver con San Juan. Incluso creo que es una cosa que hice para viajar a ese lugar, en ese momento en el que a mí me hubiera gustado estar y no estaba. Cuando voy a producir la canción, como pasó tiempo, la acabé transformando en algo un poquito más enérgico, la melodía está cantada por varias personas, que es algo que no había hecho nunca, éramos como cuatro cantantes cantando a la vez; mi voz está un poquito más alta pero no es mi voz así personal y directa. Es más bien una cosa coral y con varias guitarras, hay un ukelele por ahí, no me acuerdo si unas maracas, elementos bastante folklóricos y que podrían estar al mismo tiempo siendo tocados en una hoguera.
Técnicamente, la idea que evoca es la de un radiocasete sobre la arena dándole al «rec», capturando el momento.
Totalmente. Y de hecho gran parte de lo que suena está grabado en directo. Grabé la base en una toma en directo y no quise repetir ni nada porque me parecía que molaba que fuese así, hasta un poco imperfecto, como podría ser una versión real en una playa.
En cambio, en ‘San Amaro’ sí que se cuida más el aspecto de canción en estudio.
Sí, es verdad. Antes hablábamos de lo que unía a las canciones pero a nivel de producción sí que son bastante diferentes. ‘San Amaro’ es más estudio, tiene que ver quizás con mi lado más sesentero y está claro que tienen que ver con un folk más anglosajón y más retro, más antiguo. Por algún motivo era lo que me pedía la canción.
Igual que en «Atlántico», ¿te sigues dejando llevar por las experiencias personales y la nueva gente que ha ido incorporándose a tu vida, a tu trabajo?
Sí, creo que es un patrón ya personal. Creo que siempre fui bastante transparente en mis canciones, para bien o para mal, porque, bueno, también da un poco de pudor, la verdad; pero ya tengo asumido que es lo que soy, es lo que sale y es también lo que yo presento. Entonces, tampoco voy a engañar a nadie, no hay trampa ni cartón, de lo que hablo muchas veces a través de la metáfora es de las cosas que me pasan, me están pasando o me pasaron, cosas que he visto muy cercanas. «Atlántico» es un buen ejemplo de eso. No podía haber hecho «Atlántico» dos años antes. Es un disco que no puedes imaginarte hacer desde casa en plan laboratorio, es un disco que si no vives no puedes hacer. Y creo que es verdad lo que dices, este single sigue un poco esa estela de lo vital, es decir, si yo no hubiera sido un chaval que se crió en Coruña y hubiera vivido sus fiestas de San Juan, no hubiera podido hacer nunca esta canción; si no supiera lo que significa San Amaro en el contexto de la ciudad y para mí, ‘San Amaro’ nunca hubiera podido haber existido. Entonces, es verdad que son canciones que siempre van dejando lo que me va pasando en cada momento.
¿Repites en el equipo de producción con Juan De Dios Martín?
Justamente para este single no grabé con Juan De Dios. Para el próximo trabajo Juande colabora, y justo esta semana me iré a su estudio para grabar unos teclados, pero realmente no está siendo el productor. De hecho se va a vivir a Estados Unidos unos meses, y esa fue una de las razones por las que ya decidí no contar con él, y también por variar, posiblemente por el hecho de cambiar. Llevamos mucho tiempo juntos y somos muy amigos, pero quería cambiar un poco. Entonces estoy tomando yo las riendas, porque la verdad es que lo tenía bastante claro, me está ayudando Ricardo del Castillo, que es mi técnico de directo de toda la vida, tiene un estudio y prefiero trabajar con él, que trabajamos muy a gusto.
En directo y desde que iniciaste tu viaje «Atlántico» dejando atrás Deluxe, ¿has podido observar si has mantenido tu público o tu público actual es la suma de nuevos adeptos?
Es una pregunta compleja, te puedo hablar de mis sensaciones pero la realidad probablemente nunca la sabremos. Cada uno habrá vivido la transición musical a su manera y unos darán su opinión y otros, otra. De todas formas, mi sensación desde fuera, un poco lo que he visto, es que ha sido un proceso largo. En mi fuero musical ya había hecho cambios en mi carrera, entonces ya más o menos sabía lo que me estaba sucediendo también, y siempre pasa lo mismo: en un principio hay cierto rechazo y fascinación, es decir, gente que aprueba lo nuevo como algo maravilloso, y gente que lo rechaza como algo extraño que no le interesa «y esto a qué viene», casi como una ofensa. Una ofensa en el sentido de que no a todo el mundo le gusta que uno se sienta tan libre, y hay gente con mentes más conservadoras a la que en un principio le produce cierto rechazo. Sin embargo, curiosamente, a eso hay que añadir todo el público nuevo, incluso gente a la que no le gustabas antes, que me pasa mucho. Es lógico, se identifican con lo que a ellos les gusta. Les gusta un sonido pop rock más clásico, pues Deluxe es su grupo. Pero si te identificas con la etapa que estoy viviendo ahora, más aperturista, y que tiene que ver con músicas de todo el mundo y tal, pues a lo mejor te va a gustar más este. Es complejo, al final uno se tiene que limitar a hacer lo que es, básicamente, porque uno ni siquiera decide, yo ni siquiera decido lo que soy, me va pasando. Puedes tomar un poco las riendas de tu vida y obviamente si hubiera decidido no viajar a América, sucedería otra cosa, pero decidí viajar. Y lo que haces, las experiencias, te llevan a ser lo que eres y a componer de forma diferente. Bueno, yo me limito a ser yo mismo y por supuesto estoy abierto a que le guste a todo el mundo, nunca he sido elitista en ese sentido, nunca he pretendido que mi música le llegue a un tipo de gente, creo que la música debería ser universal y para toda la gente, considero de hecho que, de alguna manera, hago canción popular, y al mismo tiempo no puedo esperar ser tan soberbio de que a todo el mundo le guste. Hay que aceptar que hay mucha gente a la que no le gusta, y está bien que sea así porque es natural.
La evolución de Bunbury, con etapas que pueden tener puntos en común con las tuyas, ¿te inspira?
Sí, totalmente. De hecho creo que Bunbury en ese sentido es un icono de libertad, por lo menos en ese sentido de haber hecho siempre lo que quiso, y a mí me sirve como referencia, por supuesto. Luego, bueno, llega un momento en que uno no necesita tanto la referencia, cuando llevas ocho discos y tienes una edad, pues al final haces tu historia y ya está, no necesitas referencias musicales porque simplemente están ahí, pertenecen a tu vida, aunque te las quieras quitar no puedes. Aparecen, como te decía antes en ‘San Amaro’, de repente una cosa medio sesentera que digo «joder, mamé tanto de esto que al final no lo puedo evitar, me sale casi sin querer».
¿También despierta simpatía hacía él todo lo que está consiguiendo gracias a esa libertad de la que estás hablando?
La palabra simpatía es justamente la correcta.
El diseño del single, sencillo, suma significado a las canciones.
Es muy curioso porque lo hice yo, no había nada, no teníamos nada y queríamos sacarlo ya. Curiosamente me acababa de mudar recientemente a Madrid, todavía teníamos cartones del Ikea de un mueble que habíamos comprado; lo pillé, corté así, compré unas pinturas en una tienda aquí, abajo de casa y me puse, hice tres o cuatro pruebas y bueno, quedaron estas dos portadas. Todo muy rápido, y me gustaba porque tenía ese sentido del single, algo folklórico y personal al mismo tiempo. Porque si te metes a temas de diseño hasta que llegas a algo pasa mucho tiempo. Entonces, por una situación circunstancial terminé pintando ahí cuatro garabatos.
Por último, ¿puedes levantar el velo sobre las posibles novedades en tu siguiente álbum?
Sí, tiene mucho de «Atlántico», por lo que te decía al principio: no puedo evitar que haya ese hilo conductor que al fin y al cabo soy yo, pero creo que a nivel de texturas hay algunas variaciones. Es difícil porque si te pongo una canción vas a pensar una cosa, si te pongo otra, otra. Dentro del disco hay bastante variedad. Y hay una canción en galego que parece una cosa medio «africanoide», es algo que creo que no había hecho antes. Y luego, al mismo tiempo, hay algunas canciones de pop y una especie de rancheras deconstruidas en Roxy Music o algo así. Y entonces no sé cómo lo voy a definir ni voy a defender algo tan mezclado, realmente. Es un disco de fusión, creo, claramente. Empecé con quince años escuchando en casa, por mis padres, música gallega, africana, uruguaya, brasileña y hasta asiática, pero luego me dio por el rollo mod a esos quince años. Entonces, ahí todo lo que era música jamaicana, negra, soul, funk, todo eso, siempre he sentido que la música negra es la que más me ha gustado siempre. Lo que pasa es que nací blanco y a lo mejor no se me dio tan bien como me hubiera gustado, pero sí es básica para mí.
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