Xoel López: La vida después de «Paramales»

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“Tengo estrechas relaciones con mis canciones, incluso a veces hasta puedo llegar a sentir rechazo por alguna”

 

Al borde de poner el broche final a un año y medio de vida de su último disco, Xoel López anuncia que su final es solo otro principio: ya trabaja en un nuevo disco, y en un libro de poemas. Una entrevista de Sara Morales.

 

Texto y fotos: SARA MORALES.

 

Ha pasado casi un año y medio desde que «Paramales» (Esmerarte, 2015) vino a parar a nuestras vidas. Ese disco con el que Xoel López volvió a tierra tras surcar las aguas del «Atlántico» y nos presentó como un amuleto que ha terminado siendo el nuestro. En realidad no queda tan lejana aquella primavera en la que el gallego puso en nuestras manos estas trece canciones que abrían nuevas puertas sonoras, invitándonos a franquearlas con medio pie puesto todavía en el pasado. Lo hicimos y, al adentrarnos, dimos con realidades bañadas en naturalezas imposibles, bailes hasta el amanecer perdidos en el norte, hombres que desaparecen, cuentos del mar, lugares remotos, soledades y justicias, envueltas en una apuesta por la experimentación con la que danzó por los ritmos del siglo XX, las tierras del rock y las del poso afrogalaico. Se acerca el momento de la despedida y, aunque estas historias ya forman parte de nuestra colección musical, anuncian su adiós con un fin de gira de tres conciertos en octubre. Es un buen momento para sentarse a charlar con su creador, hacer balance y sacar conclusiones de este ‘Antídoto’ que le ha hecho más fuerte a él, a nosotros y sin duda a nuestra escena. A cambio de ir hasta su barrio en Madrid, él invita a las cervezas. Y mientras repasamos la intensa vida de su disco más aplaudido, me asalta con un par de confesiones que dibujarán nuestro futuro más cercano, porque ya ha comenzado a darles forma. ¡Esta es la vida que nos espera después de «Paramales»!

 

Qué rápido pasa el tiempo, Xoel, parece que fue ayer aquella noche en los estudios Reno cuando escuchamos «Paramales» por primera vez antes de que viera la luz, contigo, con tu productor Ángel Luján y unos cuantos compañeros más.
Sí, demasiado rápido. Estuvo bien aquello, ¿verdad? Fue unos días antes de publicar el disco oficialmente. Desde entonces ha pasado más de un año, un año muy intenso y muy gratificante.

 

¿Te esperabas entonces el revuelo que se iba a formar con este segundo disco en solitario?
No, la verdad que este tiempo con «Paramales» ha sido casi como un premio, si lo comparo con la primera etapa de mi trayectoria en solitario con «Atlántico». Aquel fue un disco como de volver a picar piedra; al permitirme pasar unos años fuera, sabía que eso tendría sus consecuencias laborales. Lo hice con gusto, sarna con gusto no pica, pero fue un trabajo duro tener que volver a posicionarme con mi nombre en solitario al margen de Deluxe, después de un tiempo lejos de España y con un proyecto que dista un poco de lo anterior, o mucho, según la percepción de cada uno. «Paramales» ha sido como un premio, consecuencia de ese gran esfuerzo y trabajo que fue «Atlántico».

 

Un premio, y nunca mejor dicho, porque precisamente con «Paramales» ha llegado el reconocimiento a tu trabajo en múltiples formas: «Mejor disco de 2015» para numerosas publicaciones —entre ellas EFE EME— y «Mejor Álbum de Pop» y «Mejor Producción Musical» en los últimos Premios de la Música Independiente. ¿Cómo digieres todo esto?
Con mucha humildad. Me lo tomo como algo bonito y siempre agradecido, pero nunca dejo de recordar que el verdadero premio es poder dedicarme a lo que me gusta y tener trabajo. Es muy difícil, tengo compañeros que están muy al límite y lo pasan mal, como mucha gente con sus profesiones y sus trabajos, el paro… Esto es lo primero que pongo en la balanza, luego los premios que llegan los asumo como cariños, como gestos bonitos… Pero insisto, esto es solo una pequeña parte del todo. El trabajo está en el día a día, en cada concierto.

 

¿Has disfrutado tocando estas canciones en directo? La gira que te ha llevado a recorrer toda España ha sido, y está siendo, frenética.
Es justo eso, tener público ante el que tocar es otro premio en sí mismo. Sí, lo disfruto mucho porque además en la misma semana toco para mucha gente, para poca, en lugares con un público masivo y en rincones con un público más discreto. Me voy a Melilla y toco ante ciento cincuenta personas, o me encuentro en Madrid, Barcelona o Coruña ante tres mil. Este hecho no me cambia, disfruto de mi trabajo en cualquiera de las circunstancias; sé que esto es lo que quiero para mi vida y es lo que soy, ni siquiera sé si lo decido… soy músico desde muy pequeño.

 

¿Cuál ha sido el momento más dulce que te ha regalado «Paramales» a lo largo de este tiempo?
Fue muy bonito trabajar con el productor Ángel Luján, fue un descubrimiento incluso a nivel personal. Yo venía de estar en el estudio con Juan de Dios [Martín], mi productor habitual, con el que tengo una relación fantástica, pero me gustó cambiar y Ángel me pareció una persona muy profesional, me aportó otra visión y me animó a hacer muchas cosas. Emocionalmente fue muy importante porque me hizo creer más en mis posibilidades, sacó lo mejor de mí. Si puedo quedarme con otro momento inolvidable, te diría la presentación del disco en Joy Eslava y el concierto del Circo Price. Fueron dos momentos muy mágicos.

 

Por contra, imagino que también habrá habido alguno amargo…
No se trata de un momento concreto, pero sí ha sido un poco duro tener que cambiar algunos elementos de la banda. Eso enturbió un poco tener una constancia y un equilibrio en determinados momentos. Hay gente de la banda que empezó conmigo pero se fueron marchando, y cuando pasan estas cosas no supone que haya que volver a empezar de cero, pero sí te frena un poco. Hay que amoldarse a las nuevas incorporaciones, ellas a ti… Este tipo de cosas son un poco engorrosas, aunque forman parte del trabajo, claro. Esto me pasa porque no soy Queen [risas]. No, en serio, no hablo artísticamente ni mucho menos, estas son las cosas que nos pasan a los profesionales de este nivel en España; no nos podemos permitir tener todo tal y como lo queremos todo el tiempo. La gente y los compañeros tienen que buscarse la vida, tú tampoco puedes ofrecerles una estabilidad económica segura… y al final siempre estás jugando un poco con eso, con el ir y venir de músicos, de miembros de la banda… En cualquier caso, mi búsqueda tampoco es esa, mi búsqueda es hacer canciones bonitas, y lo que suceda con eso ya se verá.

 

 

¿Qué conclusiones has sacado acerca de lo que opina el público de este álbum?
La sensación que el público me ha transmitido al tocarlo o al escuchar valoraciones, es que en general gusta pero va atrapando más según avanza el tiempo. Como si tuvieran que dedicarle un poco más de tiempo, ir un poco más allá con él, y al final acaba gustándoles mucho más de lo que se podían imaginar en un principio. No es una conquista inmediata, por lo menos esa es la sensación que tengo, pero cuando lo hace, lo hace bien.

 

Puede que sea así, pero lo que desde luego ocurre con las canciones de «Paramales» es que están vivas y en constante movimiento. Que un día una de ellas le parece a uno la más redonda, y a las semanas es otra la que se coloca en primera posición. ¿Sabías eso?
[Risas] Me parece muy bonito que las canciones tengan segundas y terceras lecturas, que tengan dimensión. A mí me pasa con la música que me gusta, escucho discos que escuché por primera vez hace veinticinco años y sigo descubriendo cosas nuevas, o empiezo a comprender por qué en su día me gustaba tanto una canción determinada. Como si intelectualizara el proceso en comparación con la visceralidad de ese primer momento en que te llega una canción. Es precioso redescubrir, ocurre con las personas y también con las canciones.

 

¿A ti te ha pasado con alguno de tus temas?
Sí, claro que me ocurre. Paso por fases, tengo estrechas relaciones con mis canciones, a veces hasta puedo llegar a sentir rechazo por alguna. Por ejemplo, con ‘Hombre de ninguna parte’, la canción que abre «Atlántico», tuve una época en que la quité del repertorio y ahora me encanta otra vez. Es como si tuvieras una buena relación con ella, pero llega un momento en que te crispa y la dejas, la retomas un poco más adelante y el amor es total. Luego hay canciones que siempre están ahí.

 

 

Siempre has confesado que ‘Tierra’ es tu canción preferida de «Atlántico», ¿cuál sería la de «Paramales»?
Me pasa una cosa muy especial con ‘Sol de agua’. Es una canción que me encanta y que creo que no tuvo para nada la repercusión en el público que yo esperaba. Y siempre me acuerdo de Ángel Luján, porque lo predijo, dijo que esta canción es la típica que nos apasiona a nosotros pero que no iba a gustar tanto. Curiosamente, el otro día, una niña de unos 14 años me dijo que era su canción favorita, algo que me sorprendió mucho porque yo sé que es una canción un poco oscura, armónicamente tiene dejes grunge, no es tan pop como las demás. Y la sigo tocando en directo, pero menos; lo hago cuando el ambiente y la situación están acordes, porque es verdad que puede bajar un poco el ánimo del público. ‘Patagonia’ también está entre mis preferidas, me parece una canción muy amplia. En ella dejé dichas muchas cosas que tenía que decir y me siento muy satisfecho de eso.

 

Bueno, en ‘Sol de agua’ también dices muchas cosas, solo que quizá están algo más disfrazadas. Es una crítica total a la situación política de los últimos años.
Sí, exactamente. La expresión “sol de agua” significa un sol falso, un sol que trae lluvia consigo. En definitiva es muy parecido a lo que venden los políticos: «Esto va a ser así, yo prometo lo otro…» y luego, ¡booom!, chaparrón [risas]. De una forma metafórica traté de hablar de una situación política que se vive cada día. En general son todos muy vende motos, venden soles de agua.

 

 

¿Hay algún mensaje oculto en «Paramales» que sientas que no hayamos percibido?
No, pero es cierto que muchas veces si no explicas las canciones no se puede entender exactamente lo que uno quiere expresar con ellas. Por otro lado creo que también es bonito que cada uno las haga suyas cuando las escucha, que se interpreten como se quiera, puede que hasta una de mis canciones tenga algún secreto para ti que yo no sé.

 

Precisamente algo así ocurre con ‘Almas del norte’. Recuerdo aquella noche durante la escucha privada del disco cuando hablaste del sentido de esta canción. Contabas que hacía referencia a tu etapa mod siendo un chaval y cómo el northern soul se convirtió en tu refugio. Fue muy tierno oírte hablar de todo aquello.
Sí, muchas gracias, es cierto. Yo usé la excusa del northern soul para hablar de la soledad de un chaval de quince años en el noroeste de España. Esa búsqueda de algo a lo que agarrarte para escapar un poco de las cosas del día a día, de la rutina, de lo que ocurre en tu casa o en tu entorno… La música siempre es un buen refugio al que ir a parar y, en mi caso, en cierto modo fue así también.

 

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“Intento no pensar en términos de posicionamiento en la escena o en el mundo de la música. Si hubiera pensado en lo que ‘Paramales’ tendría que significar dentro de la industria o dentro de mi carrera, probablemente me hubiera agarrotado”

 

A lo largo de este tiempo de entrevistas con «Paramales» te hemos visto declarar en numerosas ocasiones que la música te salvó la vida. ¿Qué te ha ocurrido para sentenciar algo así?
No es que mi vida haya sido chunga, sería injusto decir algo así. Ha sido bastante más fácil que la de la mayoría de la gente del mundo. Pero sí he sentido soledad en la infancia y en la adolescencia, he tenido siempre sentimientos melancólicos… No por nada en concreto, ni por hechos verdaderamente traumáticos, pero sí lo sentía. Creo que no es casualidad que haya terminado haciendo canciones, necesitaba expresarme de alguna manera. A veces te toca por lo que sea, por cómo se conforma la estructura de tu entorno, de tu familia, de tu contexto… No sé. Quizá se pueda averiguar en terapia, lo que sé es que la música se convirtió en mi gran compañera. Yo empecé a componer con catorce años, en esa edad en la que estás un poco perdido, empiezas a construir tu identidad, empiezas a llevarte chascos, a descubrir que no todo es como parece, que ya no eres un niño… Yo me agarré a la música y me ayudó muchísimo.

 

Si tenemos a los discos de un artista como sus hijos, ¿cuál de ellos sería «Paramales» en tu familia: el hijo rebelde, el cariñoso, el despegado…?
Qué pregunta más difícil. Quizás «Paramales» sea como ese hijo que llega cuando ya eres más mayor y sientes que puedes ser mejor padre por todo lo aprendido, por la experiencia que ya llevas encima… Sientes que puedes hacerlo mejor, de alguna manera. Cuanto más mayor te haces más preparado estás y, aunque se da por hecho que vas a seguir equivocándote en cosas, siempre será algo menos por el aprendizaje que precede. Por lo menos eso es lo que dicen todos los que han sido padres jóvenes, por ejemplo mi madre, que era una chavalita cuando nos tuvo a mi hermano y a mí. «Paramales» es el hijo de un padre más adulto que puede aportar más sabiduría.

 

El bagaje y la experiencia es un grado, y cuando nació este disco ya llevabas un buen recorrido a tus espaldas.
«Paramales» tiene mucho de toda mi trayectoria, aunque sea en detalles. No soy drástico cerrando y abriendo etapas, voy incorporando elementos de unas en otras, todo más progresivo. «Atlántico» sí era un trabajo más rupturista, tiene un toque abiertamente latinoamericano y, si cabe, más español; pero «Paramales» vuelve a cierto rock anglosajón aunque de una forma difuminada, como si conviviera todo en armonía. Se podría decir que hay una coherencia en toda mi carrera, pero siempre dentro de la diversidad.

 

 

¿Cuáles van a ser tus próximos pasos, qué planes tienes en mente a corto plazo una vez concluyas la gira en octubre?
Estoy preparando un libro de poemas y canciones sin música. Todos los textos inéditos. Al principio pensé en recopilar mis escritos de toda una vida, pero me di cuenta de que a lo largo de este 2016 escribí cuarenta o cincuenta poemas/canciones que me gustaría que vieran la luz, porque a veces no vale con los doce o trece temas que componen un disco para expresar todo lo que quieres expresar. Y todas esas cosas que he ido escribiendo entre canción y canción las voy a editar en este libro.

 

¡Qué buena noticia! ¿Puedes adelantarnos algo más: cuándo lo vas a publicar, cómo se llamará…?
Saldrá el año que viene. Y el título todavía no lo tengo claro, estoy entre un par, pero todavía no sé cuál va a ser el definitivo. Es posible que haya ilustraciones que acompañen a los textos, pero tampoco tengo claro todavía quién va a ser ese compañero de viaje o si al final no las habrá. Ahora mismo estoy armando todo lo que tengo.

 

¿Algunos de esos textos hubieran podido ser canciones de un futuro disco?
Sí, ¡de hecho algunos probablemente lo sean! Pero claro, ¡no puedo meter cuarenta o cincuenta canciones en un álbum! Hay algunos textos que tienen estructura de canción, otros que no porque tienen forma de poema… Además, libera mucho escribir sin pensar en que tiene que ser una canción, te acota menos, tiene menos límites. El poema, cuando lo escribes, salvo que retoques algunos detalles, así se queda, es muy inmediato; en cambio una canción desde que la escribes hasta que llegas al resultado final da muchísimas vueltas.

 

Entonces, además del libro, ¿andas trabajando ya también en un nuevo álbum?
Sí, ya tengo siete u ocho temas con los que ya estoy trabajando. Y vuelvo a repetir con Ángel Luján como productor. Pero bueno, todavía no sé qué «carallo» va a ser. De momento hemos tenido una primera reunión, le toqué los temas con la guitarra, me grabó con el móvil…

 

Yo pensaba que me ibas a decir que te ibas a tomar unas vacaciones después de la intensidad de «Paramales»…
[Risas] Estamos muy contentos, viendo cómo afrontarlo a partir de lo que tengo en la cabeza y lo que él va viendo de todo lo que le llevo. ¡Así estamos!, trabajando sobre la marcha, poco a poco, ir haciendo… La idea de ir haciendo, en gerundio; me gusta ir construyendo.

 

¿Y cómo ordenas tu cabeza para concebir al mismo tiempo un libro y un disco?
Cuando le mandé a mi editora estos cuarenta y pico poemas me liberó mucho porque me di cuenta de que no tenía que bucear tanto en el pasado, eso sí que me daba más pereza: rebuscar entre papeles, archivos… Que sí, que hay cosas que se quedaron ahí escritas y nunca salieron, quizás algún día lo hagan, pero ahora con el tema del libro ya bastante avanzado quiero centrarme en el nuevo disco.

 

¿Tienes ya el hilo conductor del nuevo álbum?
Mil, hay mil. Es que puedo estar haciendo un poema/canción sobre una alcantarilla y estar refiriéndome a un montón de cosas: lo que es sentirse ninguneado, abandonado, pisoteado… Ver una papelera como una reunión de finales y pensar en unos jóvenes alocados dándole una patada a un contenedor… Al final personificas eso, y en realidad le estás dando la mano a toda la gente que ha sido maltratada. No sé, son miles de emociones expresadas a través de metáforas. También le he escrito una canción a Silvio Rodríguez, justo escribí la letra cuando iba en autobús hacia su concierto, y luego le puse música en casa.

 

¿Estos ejemplos que enumeras son pistas de lo que podemos encontrarnos en el libro o en el disco?
Puede que sí, puede que incluso en ambas [risas]. Me ilusiona mucho poder contar cosas.

 

Con «Paramales» tu propio listón ha quedado muy alto de cara al próximo trabajo que está por venir. ¿Esto te genera presión y te agobia, o por el contrario te motiva y te impulsa?
Intento no pensar en términos de posicionamiento en la escena o en el mundo de la música. Si hubiera pensado en lo que «Paramales» tendría que significar dentro de la industria o dentro de mi carrera, probablemente me hubiera agarrotado. Trabajo desde la libertad de sentirme como quiero en cada momento para emocionarme, sentir cosas y expresarlas. Y eso, después, tendrá más o menos éxito, traerá más premios o no; pero mi éxito es haber podido llevarlo a cabo, haberme podido expresar emocionalmente a través de una canción y compartirla. Además, que guste y sea bello para los demás es algo relativo, porque la belleza es totalmente subjetiva, depende de muchos factores. Hay discos, por ejemplo de los años sesenta, que en su día pasaron desapercibidos y ahora son referenciales. Por eso tiendo a pensar en pequeño, en este sentido.

 

¿Asumirías de buena gana entonces publicar un disco con el que tú estás satisfecho personalmente, pero la recepción pública no estuviera acorde?
Sí, totalmente. De lo contrario sería demasiado vanidoso. Es como pensar que lo que te gusta a ti le tiene que gustar a los demás, eso es casi jugar a ser Dios. Estaría frustrado a nivel profesional, a nivel laboral, eso sí; pero no sería una frustración artística, porque solo la siento cuando no consigo llegar a lo que tengo en la cabeza para expresarlo.

 

Después de estas dos bombas que has lanzado y en las que ya estás empleado a fondo, los próximos 21 de octubre en Coruña, 27 en Madrid y 29 en Barcelona, ¿son la despedida definitiva de «Paramales»?
Sí, la despedida real serán esos tres conciertos en los que iré con banda, aunque antes estoy haciendo algunos directos acústicos y después seguiré un poquito más también en acústico, pero ya no es la gira del disco como tal, porque hago un poco de repaso por todo mi repertorio. Así que sí, el adiós a «Paramales» será esos tres días.

 

¿Un adiós con pena o con ilusión?
Con mucha ilusión por lo que está por venir, pero sí, claro que me da pena. Ha sido un año muy intenso. Últimamente cuando nos reunimos o comemos todo el equipo hablamos de ello, brindamos, se nota en el ambiente… El otro día me levanté de la mesa para decir unas palabras medio en coña, pero que iban muy en serio: «Chicos, que esto se acaba y nos vamos a acordar de ello toda la vida».

 

 

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