“Xoel López se ha ido una vez más, pero la semilla que ha germinado en sueños y en pan ya ha sido sembrada, pues cuatro días ante dio un concierto casi secreto en Bogotá”.
Al filo de publicar “Sueños y pan”, Xoel López viajó a Colombia para ofrecer un par de conciertos en Medellín y Bogotá. En ambos estuvo Umberto Pérez.
Texto: UMBERTO PÉREZ.
Fotos: ANDRÉS WOLF.
El contexto es raro: se trata de un evento dedicado a la industria musical, un mercado cultural en donde el componente más atractivo es la música en vivo, dosificada en pequeñas muestras para que programadores de festivales de diferentes latitudes aprecien a los artistas invitados como posibles nombres de sus futuros carteles. Hay de todo y para todos los gustos: músicas tradicionales de Colombia, bolero, avant-garde, candombe legendario, reggae japonés, joropo urbano, salsa chilena, percusión rioplatense, ranchera fronteriza, MPB y pop exquisito. Xoel López es parte de la programación de showcases, como los llaman, de Circulart 2017, el mercado cultural más importante de Colombia dedicado a la música, que se celebra cada año en la ciudad de Medellín.
Las condiciones también son raras: Xoel apenas gozará de treinta minutos para que enseñe al público asistente, programadores incluidos, de qué va lo suyo, como si se tratara, casi, de una exhibición comercial. Han pasado cuatro años desde la última vez que el cancionista visitó Colombia, y ocho desde la primera vez que echó a andar por América poniendo punto final a Deluxe, y siempre cantó solo, acompañado de su guitarra y una pandereta de pie, pero esta vez está con toda su banda sobre el escenario del teatro Pablo Tobón Uribe; algunos aguardan por volver escucharlo, otros esperan ser sorprendidos por vez primera.
“Xoel no se guarda nada, deja todo su aliento en cada una de las canciones e impulsa a sus compañeros para que lleguen con él hasta el final”
El asunto es inmediato. Tras ser presentado como un artista que canta en gallego, Xoel arranca con ‘Cometa’, el nuevo sencillo del disco “Sueños y pan”, que ya suena en España y aquí se estrenará el 1 de diciembre, y después ataca con ‘Hombre de ninguna parte’, quizás su canción más conocida y querida a este lado del charco. No hay tiempo para pausas, continúa con ‘Jaguar’ y el ambiente empieza a calentarse en el escenario y debajo, la pausa reflexiva que marca ‘Tierra’ termina de liberar cualquier posible tensión en el ambiente. Tras un breve saludo, Xoel habla de su manager y espeta, con total acierto, que quizás en esta ocasión es él y su banda quienes están representando a su representante; el ambiente es opuesto al de un concierto habitual.
El tiempo corre y hay que sacarle el mayor provecho, no cruzaron todos el charco para apenas tocar media hora. Canta ‘Todo lo que merezcas’ a petición de su manager, y le cede el turno a ‘A serea e o mariñeiro’, la única canción que canta en gallego. El show finaliza con ‘De piedras y arena mojada’, pero el repertorio ha sido tratado de forma tan eficaz que hay espacio para una canción más. A pesar de la extrañeza del momento, el público presente y la banda ya están en la misma sintonía, solo que es hora de decir adiós. Se despide de Medellín con ‘Amor valiente’, el público quiere más pero el tiempo y el resto de la programación le obligan a marcharse para dar paso a un nuevo artista. Xoel López se ha ido una vez más, pero la semilla que ha germinado en sueños y en pan ya ha sido sembrada, pues cuatro días ante dio un concierto muy especial en Bogotá.
Un show casi secreto
El directo fue anunciado con pocos días de antelación, casi que se trataba de una sorpresa. Su última actuación fue en 2013, antes de adentrarse en los terrenos definitivos que significó el periodo de Atlántico; ahora ocupa de nuevo su lugar en el panorama de la canción popular española, a punta de discos y canciones contundentes, y desde esta otra orilla muchos hemos seguido atentos sus pasos.
A las 9:30 de la noche la sala Smoking Molly estaba llena, y López comenzó a desgranar un cancionero exquisito y amplio. El lugar es pequeño y la difusión ha sido casi secreta, como si no hubiera venido nunca. ‘Patagonia’ marca el inicio del show y el debut de una cosecha de canciones que, hasta ahora, no habían sido presentadas en Bogotá; “Paramales” al igual que “Sueños y pan” son una novedad. Después, ‘Historia universal’, el estreno de ‘Cometa’—la versión cantada del poema protagónico de su libro “Bailarás cometas bajo el mar”—, de su inminente nuevo álbum, y ‘Yo solo quería que me llevaras a bailar’ ratifican una obra única y sólida al margen de seudónimos y aventuras varias.
La primera pausa es para referirse a sus anteriores visitas a Colombia y el sueño cumplido de venir por primera vez con su banda y recordar, brevemente, el origen de ‘Hombre de ninguna parte’, una que todos se saben. La concurrencia de público español es importante, no todos los días se presenta la posibilidad de estar tan cerca de un artista que, en otras condiciones, solo podrían apreciarlo a varias decenas de butacas de distancia, y el público local también sabe de amores. Xoel habla poco, apenas presenta cada tema, pero no es necesario, el derroche de pop luminoso y tropicalia es suficiente; la gente baila en ‘Jaguar’, canta en ‘Tierra’, escucha atenta ‘Madrid’, un tema nuevo de amor y odio a la ciudad en donde reside, o así lo reflejan sus primeros versos: ‘No sé si me abrazaste o me engulliste / pero entonces ya era presa de tus calles. / No sé si me besaste o me encurtiste / pero en ti confluyen todos mis caminos’.
Llegado el meridiano del concierto hay espacio para la rabia en ‘Todo lo que merezcas’ y el reclamo de ‘Por el barrio’, pero la nostalgia que se asoma se esfuma rápidamente con ‘Ningún hombre, ningún lugar’, una suerte de champeta-folk que termina de saldar la deuda y el reencuentro con esta tierra. ‘El amor valiente’, con cada miembro de la banda cantando una estrofa, anuncia el final de un show que, desde el principio, ha sido pura celebración.
Acompañado de su banda en un lugar pequeñito como Smoking Molly, o solo ante un millón de personas como ocurriera en Río de Janeiro en los tiempos de La Caravana Americana, Xoel no se guarda nada, deja todo su aliento en cada una de las canciones e impulsa a sus compañeros para que lleguen con él hasta el final. Le acompañan Fernando Lamas en batería, Adrián Seijas en percusiones y guitarra acústica, Adrián Bartol en el bajo y Sergio Valdehíta en teclados; juntos llegan hasta el final enteros y podrían tocar una o dos horas más. Es una banda joven, pero la confianza que el jefe deposita en ellos es una señal de que las individualidades acumulan varios kilómetros de experiencia.
‘A serea e o mariñeiro’ condensa el espíritu tribal de la noche y de la banda, mientras otra de las más queridas, ‘De piedras y arena mojada’, es cantada con frenesí colectivo y guiños directos a ‘God’ de Lennon, ‘El cantante’ de Blades, y un verso reiterativo… “herido de huellas de amor”, pone fin al regreso de Xoel López a Bogotá.
No hay tiempo para bajar del escenario, ni hay cómo salir de escena, así que el genio coruñés vuelve al frente para cantar ‘Insomnio’, una preciosa balada incluida en “Sueños y pan”, él solo con su Gibson SG terracota. Las cuatro canciones que cantó de su nueva cosecha reflejan el gran momento que atraviesa en medio del placer que le otorga la vida en familia, la calma y el aprendizaje, pero, paradójicamente, al final del concierto se suma toda la banda para despedirse y desempolvar ‘Que no’, ese viejo clásico que a su vez descubre a un autor en paz con toda su obra, mayúscula por cierto.