Xoel López: El asaltante de estaciones encuaderna sus recuerdos

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«No soy nacionalista en ningún sentido, pero me siento profundamente gallego. Pero también soy esos diez años en Madrid, esos cinco en Buenos Aires… Siento que conocer es querer, y cuanto más conoces más quieres»

 

Xoel López ha recogido en el libro «El asaltante de estaciones» textos desperdigados en el tiempo que definen su trayectoria vital y musical. Una especie de parada que coincide con la salida de «Atlántico», su último disco, en formato de vinilo.

 

 

Texto: WILMA LORENZO (@wilma_lorenzo).

 

 

Mostrar su realidad. Ese ha sido siempre el objetivo de Xoel López cualquiera que fuese su nombre artístico. Por ello sus canciones mantienen siempre la esencia de alguien honesto y transparente que expresa cómo se siente e involuntariamente consigue que otros lo hagan también a través de sus composiciones. Su siguiente máxima es actuar con libertad y el mejor reflejo es «Atlántico», el disco con el que regresó después de vivir cinco años en Buenos Aires, y en el que no continuó la línea trazada por Deluxe, sino que decidió mostrar esa nueva realidad y entorno repleto de sonidos y texturas diferentes. Ahora Xoel López publica el libro «El Asaltante de estaciones» (colección «Mis Documentos». Ediciones Chelsea), en el que a través de retales podemos tejer al completo la carrera del artista y narrador de su propia historia. Una historia que comienza con la inquietud de crear y comunicar de Xoel cuando era un adolescente, que aún hoy continúa y de la que estamos deseando conocer el próximo capítulo.

Después de cinco años en Buenos Aires que se materializaron en «Atlántico» regresas a Madrid pero lo primero, ¿cómo ha sido la presentación de este último trabajo durante este año y medio?
Por un lado muy compleja. Era algo verdaderamente complicado: volver después de años cuando yo dejé mi carrera en un punto álgido con Deluxe. «Atlántico» era un disco complejo, con propuestas nuevas y que reflejaba esa realidad que yo estaba viviendo en Buenos Aires, pero tuvo un recibimiento mucho mejor del esperado. Yo tenía mis dudas, teniendo en cuenta que mis discos anteriores reflejaban mi vida aquí y el contexto era común al de la gente que iba a escuchar mi disco. En este caso era un disco criollo compuesto en América y sentía que a lo mejor la gente no se iba a identificar, que no iba a establecerse esa comunicación o relación que se había establecido antes. Y sin embargo me sorprendió ver cómo la gente, en general, lo aceptó muy bien.

Al fin y al cabo sigues siendo tú y tu perspectiva.
Obviamente. La sensibilidad y la esencia no pueden cambiar, están ahí. Me llame Deluxe, Lovely Luna –bueno, la parte que me corresponde– o Xoel López; siempre va a estar ahí mi forma de entender la vida y expresarme. Siempre lo digo: en «Atlántico» quitas todas las percusiones y producción nueva; le pones un bajo eléctrico, guitarra eléctrica y batería; y si te fijas no es tan diferente de Deluxe, como mucha gente puede pensar en una primera escucha.

Volviste además en un momento complicado comparado con la situación que había cuando te marchaste. ¿Notaste la diferencia?
Sí, aunque no noté diferencia respecto a donde vivía. Latinoamérica es un continente en el que hay grandes diferencias sociales y problemas que ahora se están empezando a ver aquí en España. Siento, por ser positivo, que cuando me fui en el año 2009, cuando se empezó a hablar de la crisis, dejé una España en la que no se hablaba de política. Y ahora me encuentro una España mucho más revuelta, protestando en las calles… y a pesar  de lo que ello significa –que hay mucha gente pasándolo muy mal– me alegra ver que está espabilando la sociedad. No hay una revolución pero al menos van sucediendo cosas. Veníamos de estar tan bien que la gente está aún asimilando la nueva situación y lo que está pasando. Quitando la parte perversa, injusta y dura de la pobreza, me parece un momento interesante y de replanteamiento de muchas cosas.

¿Podría tener reflejo en tu música en un futuro?
Sí, seguro. Yo me «autoinduje» una crisis cuando me fui. Me fui dejando lo que para muchos sería un ideal: vivir bien de la música, con conciertos, giras y mucho público. Cuando vine con «Atlántico» no fue empezar de cero, pero casi. Y en Latinoamérica sí que fue empezar de cero. Y eso supone aprender muchas cosas. Fue muy enriquecedor para mí como persona. Además la experiencia del emigrante es muy interesante. Ahora, cuando conozco gente que viene de fuera, les comprendo mucho mejor. Eso te ensancha, no sé si el alma, pero sí la perspectiva del mundo.

Te vas huyendo de ese ritmo de vida frenético, pero ahora vuelves a él.
Sí, aunque no creo que vuelva al ritmo anterior. Sería injusto decir que el ritmo que llevaba era tan frenético que resultaba imposible de llevar. Verdaderamente lo que necesitaba era la perspectiva, es decir, interiorizar lo que había pasado con mi carrera y tomar decisiones con perspectiva, además de la necesidad de espacio vital. Y ahora quiero volver a tocar porque me encanta, pero teniendo tiempo para mí. Por ejemplo, antes sacaba un disco al año prácticamente. Ahora quiero esperar a finales de año con lo que ya habrán pasado más de dos años. Pero son decisiones que estoy llevando casi forzando porque el disco ya lo tengo, pero me obligo a ir tranquilamente.

También es algo que puede plantearse y llevar a cabo alguien que como tú ya ha sentado una base.
Claro. Por un lado está la parte creativa y por otro la realidad de tu trabajo. En mi caso, cuando empecé a componer con 15 años, no esperaba dedicarme a esto. Hay que manejar esas dos realidades: tu libertad total como creador, con la realidad de que tienes que grabar y promocionar tus creaciones. Tienes que combinar esa parte más romántica con la realidad de las cosas y el día a día. Eso a mí me costó. Empecé poniendo toda la carne en el asador porque pensaba que tenía que dar todo de mí todo el rato, el cien por cien, para así poder vivir de la música, algo que me parecía imposible. ¿Qué pasó?, que llegó un momento en el que eso ya no hacía falta, pero yo tenía esa inercia. Así que mandé todo a tomar por culo y me fui a Buenos Aires [risas]. Y he tenido tiempo para poner las cosas sobre la mesa y escoger qué quiero y qué no. Pero esto es algo que le pasa a la gente cualquiera que sea su trabajo.

Acabas de publicar el libro «El Asaltante de Estaciones» en el que aparecen episodios de toda tu carrera, ¿por qué decides hacerlo?
Realmente fue cosa de Alejandro Díez [ex Flechazos y Cooper] y mi editor a día de hoy. Él me mandó un mail y me propuso participar en esta colección, «Mis documentos». Él me seduce diciéndome: “es un libro que ya has escrito pero no lo sabes”. Y la verdad es que tenía razón, la mayor parte de las cosas ya estaban escritas. El libro se basa en eso: cosas que yo haya escrito a lo largo de mi carrera. Retocando detalles, claro. Fue bonita esa búsqueda de archivos en los primeros años, mis primeros grupos… Si antes hablábamos de la perspectiva adquirida durante mi estancia en Latinoamérica, esto terminó de completarla.

En el libro aparecen fragmentos de diarios y material de archivo como entrevistas, artículos o reseñas. Ante toda la cantidad de información que tuviste que manejar, ¿cuál fue la pauta para seleccionar unos textos y no otros?, ¿qué querías reflejar?
Primero me lo tomé con mucha calma. Alejandro me dijo: “éste no es tu libro definitivo, no es tu biografía. Realmente es un libro de textos, muy circunstancial, que va a reflejar una parte de tu vida”. Eso implica quitar la parte solemne, épica o trascendental de escribir un libro. Lo que sí me interesaba es que apareciera algo de todas las etapas. Que estuviera presente el primer Xoel compositor y músico de Los Covers con 17 años. Un periodista en A Coruña me preguntaba si no me daba pudor reflejar esa etapa, pero creo que lo justo era reflejar esa realidad de ese momento, y obviamente yo con 17 años era más infantil.

Comienzas el libro definiendo el concepto de “artesanía”, ¿por qué?
Me hace gracia porque el contexto de las cosas cambia su significado. Me propusieron definir el concepto para un libro sobre artesanía, algo que no tenía nada que ver conmigo, pero al final uno, aunque no quiera, escribe desde su perspectiva. Cuando yo imaginaba a un artesano me veía a mí trabajando la música de una forma artesanal. Creo que eso aparece en todas partes, en todas las profesiones. No es más que hacer algo con gracia, cariño y buscando un lugar en el que poder expresarte y hacer las cosas con mucha dedicación. Para mí un artesano es alguien minucioso con su trabajo, y así me tomé yo siempre la música, nunca me la tomé a la ligera. En primer lugar desde un punto de vista emocional: es un lugar en el que dar rienda suelta a mis emociones y comunicarme con el mundo. Y por otro lado más vinculado a la profesión en sí misma; escoger el instrumento y el sonido concreto, pero también las púas, los cables, la correa, amplificador…

Dedicas una parte del libro a recordar lo que fue Laboratorio Ñ, ¿crees que sería posible hacer algo parecido hoy?
Yo creo que lo importante de Laboratorio Ñ es lo que supuso como semilla. Yo puedo hablar por mí, y me resulta gracioso leer ahora cómo conocí Buenos Aires en ese momento. Fue muy interesante esa reunión de músicos –Quique González, Pereza, Iván Ferreiro, Amaro Ferreiro, Juan de Dios…– un grupo de gente con la que luego mantuve la comunicación y la relación. A mí me enriqueció mucho y aprendí mucho de ellos como compositores. Hablábamos de cómo se planteaban hacer un disco e incluso del día a día. Y más allá de eso, juntarse siempre traía cosas buenas. Y lo que decía, fue el germen. Quizás por eso monté la Caravana Americana y quizás por eso me fui a vivir a Buenos Aires años después. ¿Si se podría repetir? Quizás sí, pero con otra gente. Porque no es lo mismo juntarse en un festival que convivir quince días en un estudio. Fue una experiencia maravillosa.

También a través del libro podemos adivinar las influencias musicales o extramusicales con las que has topado en tu carrera ¿crees que las influencias se buscan o llegan?
En mi caso suelen llegar pero también se pueden buscar. Yo hablo mucho de cómo entra la canción latinoamericana en mi música, pero es que en mi casa yo ya la escuchaba de pequeño. Escuchaba todo tipo de música, tuve la suerte de criarme en la diversidad cultural y musical. Pero para mí es determinante conocer el contexto. No es lo mismo escuchar a Héctor Lavoe entendiendo que era un puertorriqueño en Nueva York, habiendo yo estado en esos dos lugares… y entender lo que es irse a un país en el que no hablan tu idioma… Todo eso lo entiendo mejor ahora, puedo llegar mejor a su música a través de la experiencia. Igual que puedo entender mucho mejor la música brasileña después de conocer Río de Janeiro, las playas, la gente, el clima…

Precisamente al principio hablabas de la identificación del público con el contexto de «Atlántico». Que podía no darse una comunicación plena.
Sí, aunque también es posible entender la música sin conocer el contexto, pero en mi caso no. Yo creo que no entendía la música brasileña hasta que estuve allí. Por ejemplo, a mí en A Coruña me salen cosas diferentes… son muy coruñesas. Son de allí, lluviosas, que llevan a la nostalgia. Sin embargo América es todo nuevo: nuevo clima, paisajes, personas, problemas sociales, acentos, palabras… Todo eso son influencias. Puedes buscarlas, sí, pero por lo general llegan. Pero claro, tienes que estar dispuesto a ello. Si vas al río a pescar y no pones cebo, no pican los peces. Por eso los compositores están acostumbrados a ir con su kit de pesca.

¿No es casualidad que el libro acabe con ‘El hombre de ninguna parte’, verdad?
Claro, es que realmente yo soy un poco así. Soy hombre de muchos lugares a nivel sentimiento. Yo no soy nacionalista en ningún sentido, pero me siento profundamente gallego. Pero también soy esos diez años en Madrid, esos cinco en Buenos Aires… Siento que conocer es querer, y cuanto más conoces más quieres. Conocer otras culturas y otras formas de vida y comprenderlas te hace quererlas más y sentirte parte.

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«Equivocarse no tiene nada de malo. En el mundo de las artes no hay una forma de hacer las cosas. Existe tu forma de hacer las cosas. Nada más»

 

¿Crees que es bueno hacer un recordatorio del pasado o eres más de mirar hacia delante?
Yo soy más de mirar hacia delante en mi día a día. Pensar en el presente o en un futuro próximo. Pero hacer ese ejercicio de mirar atrás, sobre todo en mi caso que no suelo hacerlo, creo que es especialmente productivo e interesante. Yo termino un disco y ya estoy pensando en el siguiente. Tengo esa inquietud, que no sé de dónde me viene pero es real. Eso de pararme y mirar hacia atrás es algo que si no me obligo y no me lo propone alguien, quizás no hubiera ocurrido nunca.

¿De qué ha servido?, ¿qué ves en ti del Xoel de Los Covers?
Un montón de cosas. Realmente era un tipo que quería comunicarme, de hecho hablo un poco de la esencia del movimiento mod, que era la creación y la acción, y en ese sentido no he cambiado nada. Sigo siendo una persona activa y sigo dedicándome a la creación. Eso sí, la experiencia está ahí y la disfruto. La experiencia te permite poder elegir mejor las cosas, te da estabilidad y te permite ser más feliz.

¿Qué consejo le habrías dado al Xoel de entonces?
Que siga por ahí. Que está todo bien. Que vaya hacia delante con lo suyo, crea en sus sueños y no decaiga. Lo que pasa es que decirle esto al Xoel de esa época… [risas]. El Xoel de esa época me mandaría a la mierda y haría lo que le saliese de los huevos porque es lo que he hecho toda mi vida [risas].

No te habrías hecho caso.
El otro día me decía un amigo lo que él creía que tenía que hacer respecto a mi música y al final dijo: “bueno, no sé para qué te digo nada si al final vas a hacer lo que te de la gana” [risas]. Y le dije que tenía razón. Por eso no le diría nada al Xoel de entonces, porque no me haría caso.

¿Crees entonces que las decisiones, sean mejores o peores, son buenas porque las tomaste en ese momento?
Sí, además equivocarse no tiene nada de malo. En el mundo de las artes no hay una forma de hacer las cosas. Existe tu forma de hacer las cosas. Nada más. Cualquier creación debe reflejar tu realidad, es el único compromiso que tienes. Lo único que yo me podría exigir. Puedo ser exigente en las formas de esa comunicación y en si lo que yo quiero expresar está bien reflejado en esas palabras o melodías, pero más allá de eso nadie te puede decir lo que debes hacer. La libertad debe ser total. Puede pasar que esa libertad te lleve a hacer un disco que no le guste a nadie, pero debes hacer ese disco si es lo que realmente sientes y es lo que refleja tu realidad. Todo lo que sea hacer caso a la gente es hacer algo desde fuera y para mí la creación debe ocurrir desde dentro.

¿Y no ocurre de manera inconsciente?, ¿no puedes creer que eres muy libre y en verdad estar muy condicionado?
Sí, completamente. Estaba hablando en términos de blanco y negro pero luego la realidad no es esa. Hay cosas que más o menos conscientemente te afectan y te influyen, pero eso forma parte de las circunstancias y el contexto. La libertad que yo tuve para hacer el disco desde América, donde nadie me conocía ni me decía lo que debía hacer, ni conocía mi pasado; esa libertad me permitió crecer y escuchar nuevas músicas sin que nadie me pusiera caras raras. Porque claro, tú puedes decir que te da igual que te pongan cara rara, pero la verdad es que siempre te influye un poco. Y luego, por mucho que tú estés contento, si la gente dice que es una mierda, eso te influye. Pero aún siendo conscientes de eso, yo siempre parto de la premisa de reflejar mi realidad.

¿Si este libro tuviera una moraleja?
Haz lo que te de la gana, sigue tu camino y crearás tu propio libro. Es como “Elige tu propia aventura”. En la vida, al final, cada uno tiene que tomar sus propias decisiones, porque uno sabe por qué las toma y al final es tu vida la que está en juego.

Has repasado toda tu trayectoria, vuelto a Madrid después de cinco años… ¿y ahora qué? ¿Hacia dónde camina la carrera musical de Xoel López?
Ahora a seguir ,porque realmente en esos episodios yo solo pensaba en el momento. Y lo mismo hago ahora: pensar en el momento. Está bien hacer un repaso de vez en cuando y además te ayuda a tomar decisiones, pero hay que vivir el ahora. Los que hemos escogido la música sabemos que hay muchas subidas y bajadas; y que requiere mucha dedicación y trabajo… A veces mirar hacia atrás te ayuda para caminar hacia delante más seguro y más lúcido.

Antes has afirmado que a finales de año podemos esperar nuevo disco. Es complicado adivinar por dónde irá esta vez.
Sí, estoy ya pensando en nuevo disco. Se me van a juntar canciones de Buenos Aires, de mi última etapa allí; con canciones de A Coruña, que fue donde estuve nada más llegar; y canciones de Madrid que estoy componiendo ahora. Va a ser un resumen de las tres ciudades. Es más fácil hablar a nivel de marketing de “un disco que compusiste en Buenos Aires”, pero lo cierto es que el próximo disco va a reflejar diferentes realidades en distintas ciudades, y aún así será coherente porque no es más que un reflejo de lo que me pasó. Yo siempre me baso en mi realidad, y si vivo en ochenta lugares quedarán reflejados en ese disco.

Aunque eres de vivir el momento me gustaría saber, ¿qué crees que te queda por vivir en la música?
Espero que mucho. Me falta por vivir en la música lo que me falte por vivir en la vida. Es decir, como mi música siempre es un reflejo de mi vida, no espero que la parte musical o profesional me sorprenda sino más bien, que me sorprenda la vida y lo pueda reflejar en mi música.

Xoel López estará este jueves 23 de enero celebrando el 35 aniversario de la sala El Sol ofreciendo un concierto en formato acústico.

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