OPERACIÓN RESCATE
«Textos desgarrados de unas canciones que ofrecen, sin embargo, un envoltorio musical preciosista y hasta soleado por momentos»
Este 6 de agosto, Elliott Smith cumpliría 50 años. Abordamos su intensa historia en Cuadernos Efe Eme número 12, una trayectoria breve en la que dejó una decena de interesantes trabajos. Entre ellos, este XO que recupera Fernando Ballesteros.
Elliott Smith
XO
DREAMWORKS, 1998
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.
1998 fue el año en el que Elliott Smith vio cómo crecía su popularidad. Aquel verano, cuando agosto llegaba a su fin, se ponía a la venta su cuarto elepe solista, el sublime XO. A muchos no les cogió por sorpresa la grandeza de aquellas canciones: su carrera ya apuntaba bien alto desde unos cuantos años antes con obras firmadas con su nombre o con su banda Heatmiser.
No vamos a adelantar acontecimientos pero, si usted está leyendo esto, es muy probable que conozca con todo detalle lo que terminaría sucediendo en 2003. Y lo cierto es que, en 1998, ya anidaban en Elliott muchos de los demonios que le llevaron a un final tan trágico. De hecho, fue a finales de 1997 cuando se intentó suicidar lanzándose desde un acantilado, un episodio que se saldó con heridas de menor consideración tras aterrizar en la copa de un árbol. Aquel año fue el de Either/or, un trabajo en el que ya cristalizaban muchas de las cualidades que hicieron un grande del señor Smith.
Pero cuando intentó quitarse la vida por primera vez estaba grabando las canciones del que iba a ser su primer álbum con una discográfica grande, un XO situado justo en la mitad de una trilogía imbatible que culminaría con Figure 8, y el estado de ánimo que le llevó a aquel salto se filtra en los textos desgarrados de unas canciones que ofrecen, sin embargo, un envoltorio musical preciosista y hasta soleado por momentos.
La obra se vendió bien, mejor que cualquiera de sus otros trabajos. El fichaje por Dreamworks le había puesto en el mapa y todo parecía funcionar para un artista que había vivido unos meses atrás un episodio del todo inesperado para él. Ocurrió gracias a su participación en la banda sonora de El indomable Will Hunting y a que uno de sus temas, “Miss Misery”, fue nominado a mejor canción original. Como estaba cantado, ganó Celine Dion, pero la aparición de Elliott, ataviado con un traje blanco, visiblemente fuera de lugar y dejando claro que aquel no era su sitio, es uno de esos momentos que no se olvidan fácilmente.
Delicadeza original
Pero volvamos a XO, un brillante lote de canciones para el que repitió con Rob Schnapff yTom Rothrock a los controles e incidió en los logros del pasado cercano, añadiendo aún más sabores a una receta que contaba con un acompañamiento instrumental sensiblemente más rico.
Sobre las canciones, en fin, poco se puede añadir sobre títulos como la maravillosa “Waltz #2”, una buena demostración de lo que nos ofrece un álbum de una extraordinaria belleza. Smith no cambió casi nada de lo que le había hecho grande, el salto a una multi no se cobró ningún tributo. No había diferencias, más allá de un mayor presupuesto utilizado, en todo caso, a favor de la obra. Los arreglos de viento y de cuerda le añaden atractivo a canciones que, si bien hubiesen funcionado desnudas, aparecen aquí en todo su esplendor y remitiendo a cualquiera de los grandes nombres de la historia del pop.
Una fórmula que vive de las caricias acústicas y tiene tiempo para el arrebato eléctrico de “Amity” o el pop bordado de excelencia de “Baby britain”, una de esas canciones incontestables que pueblan su discografía y que beben con respeto del legado de los cuatro de Liverpool.
“Waltz #1″ es otra buena muestra de la maestría de un autor con la sensibilidad a flor de piel y “Well okay” es una construcción mayúscula en la que todo está en su sitio. El ritmo seguro y firme de “Independence Day”, la oscuridad de “A question mark”… a estas alturas creo que ha quedado claro que estamos ante un disco sobresaliente.
Desde el primer segundo y hasta esa joya envuelta en celofán que es «I didn’t understand», es casi imposible encontrarle una fisura al disco. Y, ¡que narices!, no vamos a perder el tiempo en intentarlo cuando podemos sentarnos y disfrutar de él. «Tomorrow tomorrow” y el recuerdo de Tim Buckley; “Pitseleh”, balada al piano que le canta a los males del amor o la falta de él… me temo que puedo citar cualquiera de las catorce canciones.
A lo largo del elepe, la voz de Elliot Smith ha reinado muy bien acompañada y doblada con esos efectos tan de su gusto con los que trataba de alejarse de su voz real. Decía que de esa forma no le parecía tanto su voz, esa que nos ha enamorado a muchos.
Tras el guiño que le había hecho la industria de Hollywood y el éxito moderado de XO, parecía claro que nos acercábamos a un punto clave y Figure 8 sería el encargado de demostrar que continuaba en estado de gracia. Y así fue, pero aquel, fue el último álbum que publicó en vida. Lamentablemente, el 21 de octubre de 2003 nuestro hombre se apuñaló mortalmente. El frágil artista nos abandonaba. Su obra se quedaba para siempre. La huella que ha dejado y que reconocen múltiples artistas constata que Elliott Smith no ha dejado de crecer. Y no se lo que opinarás, amigo Klosterman, pero esta vez el crecimiento de su leyenda poco tiene que ver con su temprano y trágico final.
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Anterior entrega de Operación rescate: Don’t try this at home (1991), de Billy Bragg.