La edición ampliada de Woodstock en cuatro DVDs invita a rememorar el festival musical más mítico de la historia dándole “play” al reproductor y acercándose a los nuevos contenidos de esta película básica en el imaginario rock.
Texto: GERNOT DUDDA.
El final de una ilusión. La hora de mostrar que no todo fue en vano. Aquellos días que aún siguen conmoviendo al mundo –15, 16 y 17 de agosto de 1969–, 450.000 inocentes almas ocuparon una granja de las afueras de Woodstock impulsadas por una energía especial, casi trascendental. Sólo 50.000 pagaron el ticket, pero el festival acabó siendo gratuito en un momento dado, tal fue la fuerza de ese clamor.
Es paradójico que mientras EEUU disponía por aquel entonces del mismo número de tropas en Vietnam –el medio millón–, los grupos musicales y el personal prioritario del festival tuvieron que ser “helitransportados” hasta allí. De otra manera no hubieran llegado a tiempo por culpa del gigantesco tapón que se había formado en sus carreteras de acceso.
Sin pretenderlo, la sustanciosa entrevista que la película ofrece sobre una anónima pareja que consiguió llegar, sin entrada ni mucha información de lo que se esperaba fuera a pasar, parece descifrar la clave. Parecían decir que no se trataba sólo de la música, la buena música: la gente fue a buscar respuestas; las necesitaba. Los 60 agonizaban, dejando películas magistrales sobre su ocaso, como Easy Rider y la que nos ocupa, Woodstock, 3 days of peace and music (Edición 40 Aniversario; cuatro DVDs editados por Warner Home Video). Es el final de la ilusión. El recreo llegaba a su fin, pero nadie quería subir a las aulas.
En Woodstock, el director de la cinta estaba empeñado en mostrar que efectivamente hubo “buen rollo” a todos los niveles (lo que es rigurosamente cierto). Realmente no tuvo más que echar mano de la mejor “banda sonora” posible: el servicio de megafonía de los organizadores, convertido por imperativo de las circunstancias en un “servicio social” en condiciones (de lo que hubieran tenido que tomar buena nota los Rolling Stones, que poco después se les iría mucho la mano en Altamont).
Michael Wadleigh, director de la película, tuvo ocasión en 1994 de reorganizar “a lo director’s cut” el material de la obra original –por cierto ganadora de un Oscar–, y alumbró una nueva versión para conmemorar el 25 aniversario. Incluyó actuaciones no vistas de Richie Havens, Jefferson Airplane, Janis Joplin y Jimi Hendrix (aún estamos en la era del VHS).
Para la efemérides que nos ocupa –la de los 40 años de la celebración del evento–, el director ha pasado de los 194 minutos que duraba la de 1994 a las casi cuatro horas de ésta. La diferencia es material inédito (¡estamos en la era del DVD!). Eso en lo que respecta a los discos 1 y 2. El disco 3 incluye los extras repartidos en dos partes. La primera, “Woodstock: Historias sin contar”, recoge más de dos horas de actuaciones musicales nunca antes vistas de Joan Baez, Paul Butterfield, Canned Heat, Joe Cocker, Creedence Clearwater Revival, Grateful Dead, Jefferson Airplane, Mountain, Santana, Sha Na Na, The Who y Johnny Winter.
El mismo disco 3 se completa con la pieza titulada “Woodstock: De festival a película”: exhaustiva galería de reportajes que documentaron el festival, grabados de principio a fin, que incluye los entresijos de las entrevistas a Martin Scorsese, Grace Slick, el propio director de la película, Michael Wadleigh, y el productor ejecutivo de la misma, Michael Lang.
El disco 4 ofrece la segunda parte de los extras, que contempla seis actuaciones inéditas de Canned Heat, Country Joe & The Fish, Grateful Dead, Jefferson Airplane, Jimi Hendrix y The Who, más siete metrajes adicionales. Ya sea por volumen o por contenido, el documento ciertamente impresiona. A estas alturas, tenerlo ya todo, todo, todo, absolutamente todo, de aquel primer Woodstock, sólo sería posible para el guapo que haya podido poner allí una webcam.