CINE
“A nivel de estructura narrativa y de lógica de montaje, “Wonder Woman” supera con creces a sus predecesoras y nos devuelve, aunque brevemente, la fe”
“Wonder Woman”
Patty Jenkins, 2017
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
“Wonder Woman” llega a las pantallas españolas unas cuantas semanas después de su estreno en EE.UU. En todo este tiempo, hemos podido leer gran cantidad de alabanzas al filme, donde destacaban, por ejemplo, su capacidad para revitalizar un muy criticado universo DC tras los enormes fracasos de crítica de “Batman vs. Superman” (Zack Snyder, 2016) y “Suicide Squad” (David Ayer, 2016). Otro de los aspectos en los que se ha insistido sobremanera es en el valor representacional de una superheroína femenina e incluso en la subversión que supondría la película. Todo esto genera una serie de expectativas que, para qué negarlo, “Wonder Woman” no llega a cumplir.
A nivel de estructura narrativa y de lógica de montaje, “Wonder Woman” supera con creces a sus predecesoras (en este sentido, los dos filmes antes mencionados son un despropósito) y nos devuelve, aunque brevemente, la fe (y nunca mejor dicho, dado lo mucho que el universo DC parece disfrutar de la imaginería religiosa a la hora de presentar a sus protagonistas) en que esta franquicia no está muerta del todo.
En relación a la representación de una superheroína en pantalla, por supuesto que “Wonder Woman” es un avance si la comparamos con ejemplos previos como “Catwoman” (Pitof, 2004) o “Elektra” (Rob Bowman, 2005), por no hablar de lo nefasto que es el tratamiento que reciben personajes como la Viuda Negra en los filmes de Marvel. Pero, tras un casi mágico primer acto en Themyscira, el reino de las amazonas, que nos pone la miel en los labios, la salida de Diana (Gal Gadot) al mundo exterior marca el punto en el que el potencial subversivo del film comienza a declinar. Por supuesto, las escenas de lucha son casi hipnóticas y es realmente de agradecer ver a una mujer ser el centro de la acción. Son estos momentos los que la tratan como un superhéroe más y nos permiten ver que, quizás, sí que hay esperanza para el cine hollywoodiense de altísimos presupuestos. A pesar de ello, en el resto de la película la estructura del plano contraplano construido en torno a un sujeto que mira (el hombre) y un objeto que es mirado (la mujer) no solo no se ven subvertidos sino que se reproducen hasta la saciedad. El personaje tal y como se presenta en pantalla no es sino una fantasía masculina. Diana es fuerte y activa, pero es también tremendamente ingenua e inocente por lo que, como diría Rebecca Solnit, los hombres le explican cosas. Constantemente.
“Wonder Woman” sí es una mejora en relación a la representación de las mujeres en el subgénero de superhéroes y sin duda su éxito de crítica y taquilla ha de ser celebrado. Sin embargo, no deberíamos contentarnos con que se dé este pequeñísimo paso hacia delante, porque lo que hace falta es que se den zancadas.
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Anterior crítica de cine: “American Pastoral”, de Ewan McGregor.