“Una vez conseguías hacerte con ‘Wolfmother’, los epés seguían teniendo su valor, especialmente por contener un par de piezas inéditas, pero el plato fuerte era el álbum y su falta de complejos, algo de lo que pocas veces se habla”
Interscope y Universal Music Enterprises reeditan el disco debut del grupo australiano con demos, caras B, remixes y grabaciones en directo. Por Juanjo Ordás.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Ya han pasado diez años desde que Wolfmother debutaran con su disco homónimo, una obra que en cincuenta minutos volvía a hacer del rock duro antediluviano algo cool. Muy poco tardó el single ‘Woman’ en empezar a sonar en todas las partes del planeta reclutando fans a lo largo y ancho del mundo, pero antes de que eso ocurriera Wolfmother eran un secreto guardado con recelo durante… ¿un minuto? Pero así era, las mejores revistas empezaron a hablar de las buenas maneras esgrimidas en el debut, y si te atrevías, la única manera posible de hacerlo era comprando el disco de importación. Es decir, Wolfmother empezaron a crecer a partir de una base hardcore. Los discos volaban en las tiendas especializadas, tenías que esperar hasta una semana para que volviera a hacer copias disponibles. Pero es que esa era la única manera de entrar en la experiencia Wolfmother, era fundamental poseer ese álbum con la (muy) espectacular portada de Frank Frazetta y llevar a cabo el viejo ritual de leer las letras de las canciones mientras estas suenan. Eran cincuenta minutos de gloria. Y cuanto más se hiciera esperar, mayor era el subidón. Recuerdo tener que suplir mi ansia por escuchar el disco comprando los epés a modo de entrante en mitad de la hambruna. Pero poseían tanto empaque y unas portadas tan atractivas que en lugar de placebo actuaba como primeras gotas de maná.
Una vez conseguías hacerte con “Wolfmother”, los epés seguían teniendo su valor, especialmente por contener un par de piezas inéditas, pero el plato fuerte era el álbum y su falta de complejos, algo de lo que pocas veces se habla. Pero para titular a una canción ‘Tales from the forest of gnomes’ (‘Cuentos del bosque de los gnomos’) había que estar listo para todo, para la comprensión y la incomprensión, pudiéndose decir lo mismo de ‘White unicorn’ (‘Unicornio blanco’) y ‘Witchcraft’ (‘Brujería’). Wolfmother apelaban a la fantasía sesentera, pero como su música era tan poderosa, ganaba una carnalidad que justificaba cualquier delirio, respaldaba cualquier mística fantasiosa. Led Zeppelin, Pink Floyd y Black Sabbath se daban la mano para mantear el proyecto de un Andrew Stockdale que pronto se separaría del bajista y teclista Chris Ross y del batería Myles Heskett para hacer de Wolfmother sinónimo de sí mismo y empezando a boicotear su propio proyecto. Porque Stockdale supo seguir Wolfmother con “Cosmic egg”, otro álbum potente y a la altura de las circunstancias, pero la unidad grupal quedó comprometida y el fenómeno empezó a deshincharse. Todo lo que el sencillo ‘Woman’ apuntaba se quedó a medias de llegar a ser lo que debía haber sido. Y es que Ross y Heskett eran parte importante del engranaje, eran puntas del vértice que junto a Stockdale formaban, eran la esencia de todo lo bueno que encerraba este primer disco. ‘Colossal’, ‘Mind’s eye’, ‘Dimension’… no hay mácula, cada canción es una escultura sónica que crece y crece sin miedo a caer. Era el momento de que el rock despegara los pies del suelo durante un rato.
Teniendo todo esto en cuenta, una reedición celebrando sus diez años de vida se hace necesaria. Y ésta, además, está bien hecha, aumentada por un cedé con demos, caras B y temas en vivo. Produce hasta cierta nostalgia escuchar al trío preparar su asalto a la escena internacional sabiendo que acabaron separando sus caminos. Pero hay que quedarse con lo bueno y eso es un disco de diez en el que sumergirse más a fondo que nunca, aunque es mejor descansar la escucha antes de meterse en las canciones adicionales, para lo cual lo idóneo es respetar el orden, primero un repaso a las demos, luego los ensayos y terminar con los temas en vivo que sin duda son el mejor colofón posible.