DISCOS
«La exhumación definitiva (se supone) de las sesiones de un disco que, entre el notable alto y el sobresaliente, cometió el único pecado de llegar justo después de una obra maestra como “Disintegration” (1989)»
The Cure
Wish (30th Anniversary edition)
FICTION, 2022
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA
«¡Reedita, reempaqueta, reevalúa las canciones!». Lo cantaba Morrissey en “Paint a vulgar picture” (The Smiths), hace ya treinta y cinco años. Y desde que el mundo es mundo, el mercado de la nostalgia en bucle no ha cejado en la exploración de nuevas formas de vender, prácticamente lo mismo, con motivo de cualquier aniversario. The Cure lo llevan poniendo en práctica (y bien que hacen) desde hace casi dos décadas, reeditando sus discos en formato deluxe y, con su poder de convocatoria intacto (lo hemos visto aquí hace muy poco), retoman ahora, treinta años después, la exhumación definitiva (se supone) de las sesiones de un disco que, entre el notable alto y el sobresaliente, cometió el único pecado de llegar justo después de una obra maestra como Disintegration (1989).
Tampoco importó mucho: fue número uno en el Reino Unido y dos en los Estados Unidos. El más vendido de toda su carrera: más de un millón. Estaban en el mismo punto que los R.E.M. de Automatic for the people (1992), ese en el que no importaba cuán (o cuán poco) comercial apuntasen, porque incluso una sucesión de cacofonías suyas hubiera sido abrazada con alborozo por millones de personas. No fue el caso, claro. Y esta reedición alumbra ya con pleno foco, además, todo aquello hubiera dado de sí en el caso de haber visto la luz como un disco doble con una segunda cara instrumental, idea barajada en un principio.
Wish (1992) generó uno de los instantes más radiantemente pop de toda su carrera (“Friday I’m in love”), al tiempo que ampliaba la profundidad de campo de su sonido sin renegar de su marca. La influencia del sonido Madchester más bailable la habían dejado aparcada en Mixed up (1990), pero las brumas del shoegaze e incluso (algo menos) del grunge tenían algún reflejo en el sonido turbio y enmarañado de algunos de sus cortes, con episodios formidables como “From the edge of the deep green sea”, “High”, “Wendy time”, “A letter to Elise”, “Doing the unstuck” o “To wish impossible things”. Hablamos de un disco en el que apenas sobra nada.
Esta redición alberga dos discos más. En el segundo figuran la maqueta de la discreta “The big hand”, una “Cut” en estado embrionario que suena mucho menos acelerada y febril, una “The letter to Elise” en los huesos aunque de perfil similar, una “Wendy time” que suena aún sin el brío de la que apareció en el disco y un puñado de versiones instrumentales de temas como “This twilight garden”o “Scared as you”, que en su momento fueron caras B. El tercero es un disco de remezclas de interés variable, como suele ocurrir en estos casos, y de canciones que en un principio iban a formar parte de esa mencionada idea de Wish (1992) como disco doble y que luego se descartó, con una segunda mitad que iba a llamarse Music for dreams y acabó integrando el casete Lost wishes (1993), con cortes como “Uyea sound”, “Cloudberry”, “Off to sleep…” y “The three sisters”.
¿Su última obra magna? Seguramente, porque el dignísimo Bloodflowers (2000), siempre a reivindicar, no rozaba la brillantez de los otros dos artefactos de la llamada trilogía gótica para la que fue compuesto, ni tampoco la de este álbum, siempre volando tan alto como esa cometa (la de “High”) a la que abrazar con fuerza y no dejar escapar jamás.
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