«Es una obra sobresaliente, deliciosa, que se escucha con gusto y sin esfuerzo y que anima a reincidir. Un disfrute con el añadido de estar asistiendo a una clase magistral de historia de la música country. No en vano Nelson es uno de los mayores estudiosos que pueden encontrarse en la materia»
Willie Nelson no le ha dado muchas vueltas al título de su nuevo disco: «Country Music». Y a eso se ha ceñido el maestro del género a los 77 años, a grabar clásicos del género del que él es una figura capital. Javier Márquez Sánchez nos presenta de cerca este nuevo álbum.
Texto: JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ.
Johnny Cash era grande, toda una leyenada. El Hombre de Negro era un artista influyente y un activista incorruptible. Pero Willie Nelson ha llegado un paso más allá hasta convertirse en una verdadera institución americana, el cuarto rostro a tallar en el monte Rushmore de la música junto a los de Frank Sinatra, Bob Dylan y Elvis Presley (¿y qué hacemos con Ray Charles).
En el universo country hay continuas rencillas entre los artistas tradicionalistas y los de aires pop, entre los reaccionarios y los más liberales, y algunas de esas confrontaciones han deparado episodios de cierta tensión entre grandes estrellas. Sin embargo, Willie Nelson aparece entre todas ellas como el gran reconciliador. Algo parecido a un aura de infinito buen rollo parece envolver a este veterano artista, entrañable como el gran abuelo de América, lo que hace que nadie pueda enfadarse con él, cogerle manía, criticarlo a conciencia (caso de que diese motivos para ello).
Después de todo, Willie Nelson es probablemente el músico estadounidense que mejor ha sabido sintetizar la esencia musical de su país. Sus discos encierran la música americana, entendida como género que combina los sonidos autóctonos de aquella tierra: country, blues y jazz.
La carrera de Nelson, nacido en Fort Worth, Texas, en 1933, comenzó como compositor de country tradicional a mediados de los cincuenta y como intérprete ya en los sesenta (su primer disco data de 1962), regalándole a Patsy Cline su éxito más imperecedero, la magnífica ‘Crazy’. Pero Willie pronto demostró que no tenía intención de seguir la senda habitual de acomodado cantante de Nashville, y en los setenta se enroló en las filas del movimiento outlaw, junto a colegas como Waylon Jennings, Kris Kristofferson o Billy Joe Shaver. Como muchos de ellos, Willie optó además por combinar su música country con una estética más propia de los hippies de California, cambiando las botas vaqueras por zapatillas deportivas y dejándose el pelo largo, muy largo, hasta alcanzarle la cintura, melena que suele recoger en dos coletas que se han convertido ya en una de sus inequívocas señas de identidad.
Fue entonces, en 1978, cuando Willie Nelson imprimió nuevos aires a su carrera con lo que a priori parecía un suicidio comercial, la edición de un disco, «Sturdust», en el que rescataba clásicos del cancionero americano para ofrecerlos en unas seductoras versiones que combinaban arreglos de country, blues y jazz. A partir de ese momento, los trabajos del artista pasarían a ser difícilmente clasificables, dado ese abanico de estilos y ritmos. De hecho, a pesar de ser clasificado siempre como artista country, basta echarle una audición a su prodigioso toque de guitarra para advertir que bebe directamente del manantial del blues del Mississippi. En definitiva, pura esencia musical americana.
Tres décadas y cuarenta discos después (a los que hay que sumar la veintena grabada antes de 1978), en el otoño de 2009 Willie Nelson se animó a publicar un nuevo álbum de estándares que repetía –con éxito– la fórmula del «Stardust», esta vez titulado «American Classic». Aquello olía un poco a despedida, a ir cerrando círculos, y eso es, ni más ni menos, lo que parece seguir insinuando el nuevo trabajo del cantautor texano que acaba de salir al mercado
BUSCANDO LAS RAÍCES
«Country Music» pretende ser –y de hecho lo es– un regreso a los orígenes, a ese country tradicional, de verdaderas raíces, apegado a la tierra, con el que se formó Nelson escuchándolo en la radio y en las actuaciones locales. Un verdadero regalo para sus seguidores más puristas que, si bien no habrán dejado de disfrutar con los últimos trabajos del artista, seguro que se relamerán más que nunca con esta colección de piezas clásicas arregladas para la ocasión con aires de bluegrass y western swing.
Para afrontar la empresa, Nelson ha contado con un productor de lujo, T-Bone Burnett, responsable en los últimos años de ayudar a popularizar la música country entre un público poco acostumbrado a ésta. Su último hito, por ejemplo, ha sido la brillante –y laureada– banda sonora de la película «Crazy Heart», por la que recibió un Oscar gracias al tema principal, ‘The Weary Kind’, que escribió junto a Ryan Bingham.
Burnett ha sido el encargado de hacer una amplia selección de temas que presentó a Willie Nelson para, ya juntos, acordar el repertorio final. Así fueron asentándose piezas de Ernest Tubb (‘Seaman’s Blues’), Ray Price (‘You Done Me Wrong’), Bob Willis (‘Gotta Walk Alone’) Merle Travis (‘Dark as a Dungeon’ y ‘I Am a Pilgrim’), Doc Watson (‘Freight Train Boogie’), The Louvin Brothers (‘My Baby’s Gone’), Al Dexter (‘Pistol Packin’ Mama’), Porter Wagoner (‘A Satisfied Mind’) o Jimmy Martin (‘Ocean of Diamonds’).
Entre tanto nombre, no obstante, los cortes que más brillan son quizás los tradicionales ‘Satan, Your Kingdom Must Come Down’ y ‘Nobody’s Fault But Mine’, especialmente arregladas por Nelson y Burnett, amén del ‘House of God’, del patriarca del género Hank Williams. Todos estos temas van precedidos por una apertura firmada por el propio Nelson y que ya publicó años atrás, ‘Man With the Blues’, rescatada con acierto para servir de presentación a un ramillete musical en el que encaja como una más.
Banjo, mandolina, fiddle, pedal steel, harmónica… Instrumentación clásica e imprescindible a cargo de una banda compuesta por habituales de Nelson y del propio Burnett, con estrellas invitadas como la guitarra de Buddy Miller, la mandolina de Ronnie McCoury o unas armonías vocales de lujo a cargo del cantante Jim Lauderdale.
El resultado es una obra sobresaliente, deliciosa, que se escucha con gusto y sin esfuerzo y que anima a reincidir. Un disfrute con el añadido, además, de estar asistiendo a una clase magistral de historia de la música country. No en vano Willie Nelson es uno de los mayores estudiosos que pueden encontrarse en la materia, y sobradas pruebas ha dado a lo largo de su discografía de su conocimiento y control de los más variados estilos y claves del género norteamericano por excelencia.
No obstante, queda en el aire la duda de cómo habría resultado este disco de haber contado con un productor menos contundente. No es que Burnett haga mal su trabajo, todo lo contrario, pero da la sensación de haber facilitado demasiado el trabajo a un Willie Nelson de 77 años que, quién se lo criticaría, en ocasiones parece haberse limitado a llegar, grabar y largarse a uno de sus conciertos entre amigos. Por momentos da la impresión de haber en el disco más esencia de Burnett que de Nelson, aunque el incontenible talante de éste cautive al oyente desde el principio.
Hecha esta puntualización, también hay que destacar que las grabaciones gozan de la frescura habitual de los discos del veterano, donde todo suena pletórico y entusiasta, y casi podría imaginarse a todos los músicos pasándolo de miedo en el estudio, tocando alrededor de Willie y sus coletas, con una sonrisa de oreja a oreja.
«Country Music» está editado por Rounder (adquirida recientemente por Concord Records y distribuida por Universal), con un diseño elegante y con encanto, con una foto muy especial escondida bajo el compacto. Al coger el disco, un primer plano de ‘Trigger’ saluda al oyente y le da la oportunidad de observar con detalle la maltratada tapa de una de las guitarras más legendarias y reconocibles de la historia de la música popular.
Pocas veces se ha visto a Willie Nelson empuñando otro instrumento que no sea su guitarra clásica Martin N-20, apodada ‘Trigger’ en recuerdo del caballo de Roy Rogers. Tres cosas la hacen única. En primer lugar, las decenas de firmas e inscripciones que la cubren, recuerdos de gente tan variopinta como compañeros músicos, jugadores de béisbol o abogados. Por otro lado, podría decirse que es la única guitarra que tienes dos aberturas en la caja en lugar de una, y es que la enérgica forma de puntear de Willie ha ido abriendo poco a poco esa brecha –al ser una guitarra clásica no dispone de protector para la tapa, dado que no suele tocarse con púa– que sorprendentemente no malogra su sonido. Y es precisamente eso, su sonido característico, el tercer aspecto definitorio de este instrumento. La forma de interpretar de Willie Nelson, su manera de pulsar las cuerdas de ‘Trigger’ así como la propia voz de ésta, tan única como la del cantante, los convierten en una pareja fácil de reconocer.
“Ésta es mi definición de lo que en realidad es la música country”, ha dicho el artista sobre este nuevo disco. Tras escucharlo varias veces puede decirse que también es la definición de lo que es en realidad un buen disco.