Who let the dogs out, de Lambrini Girls

Autor:

DISCOS

«Once canciones de punk rock sagaces, sucias, gruñonas e irresistibles»

 

Lambrini Girls
Who let the dogs out
CITY SLANG – MUSIC AS USUAL, 2025

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Fleetwood Mac tenían la idea de dedicar su disco más exitoso, Rumours (1977), al camello que les surtía de cocaína —finalmente no lo hicieron porque murió antes de que se diseñara la portada y los créditos del álbum—. Pues bien, Lambrini Girls llegaron a valorar dedicar su disco de debut a todo el alcohol que compraron en un conocido supermercado británico, en concreto 48 cervezas, una botella de vodka, seis botellas de vino, ron, tequila y dos botellas de Lambrini —la marca líder en el mercado británico de sidras de pera—.

No deja de ser una anécdota, pero da ciertas pistas de por dónde se mueve el dúo formado por Phoebe Lunny y Lilly Macieira o, al menos, de cuál es el sustento en el que se apoyaron en la segunda sesión de grabación del disco en una zona rural de Oxford, cuando repitieron lo que habían hecho horas antes. La primera sesión, la del día anterior, la dedicaron a correr, componer hasta las siete de la tarde, cocinar, cenar y grabar todo ese material en una primera versión, antes de irse a dormir.

Las de Brighton, que se han convertido en el nuevo grupo favorito de Iggy Pop, jalonan su primer disco con once canciones de punk rock sagaces, sucias, gruñonas e irresistibles, cuyos títulos por sí solos ya hacen que quieras empezar a escucharlas. Menos afinadas que descaradas, Lunny y Macieira escupen sus temas con mala baba (“Filthy rich nepo baby”), referencias sexuales explícitas (“Cuntology 01”), comentarios sociales críticos (“Bad apple” o “Company culture”) y provocaciones claras (“No homo”), todo ello con una actitud de “que te jodan, soy quien soy” que no admite réplica.

No hay más que recoger algunas de sus letras para confirmar su mordacidad: «¿Cómo de grande es esa polla en realidad? No es tan grande»; «Michael, no quiero chupártela en mi hora del almuerzo»; «Al diablo con los cerdos que cazan a tus hijas»; o «Las bebidas dietéticas saben a mierda absoluta». Todo ello revestido con un sonido menos homogéneo de lo que se podría pensar, en una media hora más que suficiente para colocarse con un solo disco al mismo nivel que Amyl & The Sniffers.

Anterior crítica de discos: Box of letters, de Sparkle*Jets UK.

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