DISCOS
“Toda la espontaneidad del concierto en el estadio Wembley queda concentrada en estos dos discos y veinticuatro canciones”
Bryan Adams
“Wembley 1996 Live”
UNIVERSAL
Texto: JUANJO ORDÁS.
Grabar un disco en directo es un arte en el que influye un componente indeterminado que hará de él una excitante grabación en vivo o una grabación sin más. Generalmente, cuando se trata de un trabajo audiovisual todo es más sencillo, pues la imagen es un apoyo generoso a la hora de documentar lo que ocurrió en el show, pero cuando se trata exclusivamente del audio la cosa se complica. Todos esos discos en directo que tanto te gustan y que tan bien recogen un espectáculo musical cuentan con ese mencionado componente indeterminado que hace que sean mágicos. La banda o el artista en cuestión pueden disponer de los mejores medios para grabar su gran noche, pueden gastarse una enorme cantidad de dinero en el equipo, pero si no está el factor mágico, el disco en vivo no será gran cosa. Existen muchos casos de discos en directo que no tienen alma. Y el artista lo dio todo, el público se entregó, fue un gran concierto, todos lo pasaron bien y las canciones estaban ahí… pero esa gran noche no quedó reflejada.
¿Cuál es ese factor mágico? Ni idea. Pero o está o no. Es así de sencillo. Ahora llega la versión en cedé del show que Bryan Adams editó en deuvedé hace unos meses, un show grabado hace más de veinte años y que pese a ello merecía llegar a las tiendas, un disfrute total de rock mainstream. La cuestión era descubrir si en su versión cedé iba a conservar su magia. Y así ha sido. Toda la espontaneidad del concierto en el estadio Wembley queda concentrada en estos dos discos y veinticuatro canciones. Bryan Adams es rock comercial, pero del más alto nivel, es el agujero negro en el que Radiohead y The War On Drugs dejan de tener sentido, y mientras él toca sus canciones, resulta que hasta te parece bien que sea así. Esta grabación encuentra a un Bryan lujoso, arropado por una banda de cinco instrumentistas cuando sus canciones se sostienen fácilmente en trío, pero el sonido es sucio y crudo, muy real, aportando una faceta a su discografía inédita.
En 1996, cuando este disco se grabó, Bryan Adams era el mejor Bryan Adams posible, teniendo recién editado “18 till I die” (1996), al que siguió una cuesta abajo de la que solo se recuperó hace muy poco con el brillante “Get up” (2015). Por aquel entonces, el canadiense estaba pletórico, con un repertorio demoledor en el que canciones nuevas como ‘Do to you’ e ‘It ain’t a party (If you can’t come round)’ subían el nivel del show al margen de la locura desatada por los clásicos tipo ‘Summer of ’69’ y ‘Cuts like a knife’. Qué gran repertorio, salpicado por muy buenas versiones de ‘Wild thing’ y ‘I fought the law’.
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Anterior crítica de discos: “Todas sus grabaciones (1975-1979)”, de Luis Fierro.