FONDO DE CATÁLOGO
«Es un trabajo digno, inferior a su predecesor pero que sigue funcionando notoriamente bien con el paso del tiempo»
Eduardo Izquierdo nos propone revisitar el segundo disco de la superbanda formada por Dylan, Orbison, Harrison, Petty y Lynne. Un trabajo quizá inferior al primero, pero con perlas más que disfrutables que recuperamos en este Fondo de catálogo.
The Traveling Wilburys
Vol. 3
WARNER BROS RECORDS, 1990
Text: EDUARDO IZQUIERDO.
No vamos a volver a explicar la historia repetida hasta la saciedad de los Traveling Wilburys. De hecho, para ahondar en como de reunieron Bob Dylan (Lucky Wilbury), George Harrison (Nelson Wilbury), Roy Orbison (Lefty Wilbury), Tom Petty (Charlie T. Wilbury Jr.) y Jeff Lynne (Otis Wilbury) ya tienen la Operación rescate que le dedicó a su primer trabajo, en estas mismas páginas, el compañero Fernando Ballesteros. Pero habitualmente se habla mucho de ese primer disco de la superbanda por excelencia del rock norteamericano y ¿qué pasa con el segundo? Bueno, el tercero. O… el segundo. Vamos a él y aclaramos los términos, para empezar.
El temita tenía su miga. Piensen que hablamos de tiempos pre Internet, al menos para los mortales. 1990. No era fácil encontrar información. Así que, el hecho de que apareciera un Volumen 3 de los Traveling Wilburys hizo que buena parte del rockerío se volviera loco buscando el 2. La respuesta era fácil: no existía. George Harrison, cachondo como siempre había sido, pensó que aquella era una buena broma para los fans, y la cosa funcionó. Con nombres cambiados, convirtiéndose ahora en Spike (George Harrison), Clayton (Jeff Lynne), Boo (Bob Dylan) y Muddy (Tom Petty), el grupo dedicó el disco a la memoria de Lefty, el adorado Roy Orbison que nos había dejado el 17 de octubre de 1988. Al principio se plantearon, incluso, reemplazar a su amigo, y el candidato principal fue Del Shannon. Aunque este andaba sumido en una terrible depresión que acabó con su suicidio el 8 de febrero de 1990, antes de las sesiones de grabación del segundo —aunque ya hemos visto que titulado tercero— de los volúmenes de los Traveling Wilburys. Las sesiones se habían preparado, también, como una tabla de salvación para el estado anímico de Shannon, pero mucho antes de que se produjeran, en abril y mayo de 1990, el grupo ya había llegado a la conclusión de que era algo imposible que no iba a suceder, sin imaginar que poco después se volaría la tapa de los sesos.
George Harrison y Jeff Lynne se encargaron de la producción, como en el primer volumen, intentando mantener una especie de sonido de fábrica, y aunque las canciones son ligeramente peores que en el álbum anterior, la química vuelva a funcionar. Repiten patrón, y si allí arrancaban con “Handle with care”, cantando todos, aquí hacen lo propio con “She’s my baby”. Intentan esconder, de nuevo, quién se ha encargado de la composición de cada tema, aunque en la mayoría de ocasiones parece que el que toma la voz solista es el compositor principal. Dylan canta cuatro, “Inside out”, “If you belonged to me”, “7 deadly sins” (de lo mejor del lote) y “Where were you last night”.
La duda sobre si estas no son descartes de Under the red sky, disco propio —y flojo — que va a sacar casi al unísono a este planean sobre ellas, y ciertamente algunos de estos temas son mejores que algunas de las canciones incluidas en el «cielo rojo». Lynne suele cantar junto a Petty, ya que en ese momento eran inseparables, y lo hacen en “Poor house”, “You took my breath away”, y la prescindible “New blue moon”, a la que se añade Harrison. Este no va a cantar ningún tema en solitario, ya que Tom cantará solo esta vez “Cool dry place”, mientras “The devil’s been busy” y “Wilbury twist”, la más célebre del disco con su carácter festivo, volverán a ser cantadas por todos a la vez. Algo que también sucederá en “Nobody’s child” la notable versión de Hank Snow que se incluirá junto a su propia revisión del célebre “Runaway” de Del Shannon en la reedición de 2007. Por cierto, Buster Sidebury, o lo que es lo mismo Jim Keltner, repite a la batería.
Es un trabajo digno, inferior a su predecesor pero que sigue funcionando notoriamente bien con el paso del tiempo. Al final, era una simple diversión, así se lo tomaron y así les quedó.
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