El rock latino ya no es lo que era. Diego A. Manrique, en su blog de “El País”, recuerda cuando, a finales de los ochenta, desde España se miraba con admiración lo que se hacía en América Latina. En cambio, hoy “América Latina sigue ofreciendo un vergel sonoro pero ya no sentimos tanta diferencia, excepto en nombres sueltos y, naturalmente, el caso especial de Brasil, el gigante autosuficiente”.
Ya no hay grandes diferencias con lo que se hace en otros lugares del mundo, todo está más uniformizado: “Frutos de la Era Internet. Los nuevos artistas ya no compiten en la liga local, regional o nacional: se desenvuelven en un estadio global, con las reglas de juego impuestas por Pitchfork o similares”.
Si “El rock argentino encontró el lenguaje personal debido a su distancia respecto a los centros internacionales, por el agobio de vivir en una sociedad encrespada, por la mitificación de sus creadores. Ahora, la opción musical no es cuestión de vida o muerte; abunda la vulgaridad”, dice Marique.
Por otra parte, “no estoy sugiriendo que el mestizaje sea el paradigma obligado para los músicos latinoamericanos. Ni mucho menos: sabemos que puede llegar a convertirse en una peste, con esa saturación de grupos consagrados a maltratar la salsa, la cumbia o el ska”.
“Uno lamenta que se haya perdido la épica, la volundad movilizadora, la ambición creadora de décadas pasadas”, concluye Manrique.
Desde aquí puedes acceder al artículo de Diego A. Manrique ‘Viendo agonizar al rock latino’.
En la foto: Café Tacuba.
