CINE
“Lo verdaderamente atractivo de ‘Viaje a Italia’ es observar cómo el humor es empleado como escudo y arma”
“Viaje a Italia”
Michael Winterbottom, 2014
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
“Viaje a Italia” forma parte de ese conjunto de filmes realizados por Michael Winterbottom (algunos junto al conocido humorista y actor inglés Steve Coogan) que juegan a ficcionalizar la realidad, a la improvisación de guion y a emborronar los límites del falso documental, como ya sucediera en la que de hecho es la película que precede a esta en personajes y argumento: “The trip” (2010). En ambas, originalmente editadas y emitidas como miniseries de la BBC, Steve Coogan y Rob Brydon, también comediante, interpretan a unas versiones muy exageradas de sí mismos (amigos a pesar de no gustarse mucho entre sí) que aceptan el encargo de una publicación de viajar juntos durante varios días y reseñar una serie de restaurantes que se van encontrando por el camino.
Las absurdas conversaciones cargadas de chistes y, sobre todo, de épicas batallas de imitaciones de personajes famosos (desde Michael Caine hasta Gore Vidal, pasando por Tom Hardy y Christian Bale, que protagonizan un ficticio diálogo para decidir quién de ellos es más difícil de entender en “El caballero oscuro: la leyenda renace”) se combinan con una ligerísima estructura narrativa basada en la relación de Steve Coogan con su hijo adolescente y la implícita crisis matrimonial y familiar de Rob Brydon. Esto sitúa a ambos en momentos personales muy diferentes a los de la primera película, pero le otorga una mayor profundidad y melancolía a esta segunda, complejizando a los propios personajes al insertarlos en un arco argumental de evolución y desarrollo personal. Aunque ya en “The trip” era posible detectar un cierto tono de tristeza, cansancio y angustia existencial debajo de la capa de humor, aquí es todavía más obvio. Y es que a primera vista estos Rob y Steve pueden resultar rudos, secos y cargantes, pero en realidad son inseguros y temerosos por dentro. Ahí está su encanto y la empatía que nos provocan.
Por muy hilarante que algunas escenas o secuencias puedan ser (hemos de señalar que se trata de un tipo de humor que puede no gustar a todos y que roza peligrosamente la pesadez y lo irritante en más de una ocasión, aunque también habría que argumentar que ahí está la gracia), lo verdaderamente atractivo de “Viaje a Italia” es observar cómo el humor es empleado como escudo y arma, un mecanismo de defensa ante la dificultad de los personajes de enfrentarse a sus propios miedos y emociones. Cada uno con sus problemas, parece que, muy a su pesar, Steve y Rob funcionan como la catarsis el uno del otro. Y del público también.
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Anterior crítica de cine: “El secreto de una obsesión”, de Billy Ray.