CINE
«Un clímax lleno de emoción, momentos épicos y sorprendentes, risas y lágrimas a partes»
Vengadores: Endgame
Anthony y Joe Russo, 2019
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
Cuando en 2008 se estrenó la primera película de la trilogía de Iron-Man, una secuencia tras los créditos anunciaba vagamente unos muy ambiciosos planes. Ni los creadores ni ninguno de los espectadores podían prever entonces que con esta breve aparición de Samuel L. Jackson como Nick Furia estaba naciendo el que sería el gran fenómeno cultural de la década siguiente. Endgame se presenta como el cierre de una etapa (que para los futuros propósitos de Marvel Studio no es sino una parte del camino) y el punto álgido de la misma, un clímax narrativo no solo en cuanto secuela y resolución del conflicto abierto en Vengadores: Infinity War (Anthony y Joe Russo, 2018), sino como culminación del total de las películas que han construido el largo camino que nos ha llevado hasta aquí.
Endgame comienza donde Infinity War terminaba, en un universo derrotado y decimado donde los que quedan han de enfrentarse a la falta de aquellos que han desaparecido y a la culpabilidad de haber sobrevivido. Cuando una aparición inesperada les lleva a elaborar un plan que solo podría describirse como un clavo ardiendo (el único futuro entre millones que el doctor Strange había anunciado solemnemente), se ponen en marcha las dinámicas relaciones de grupo entre los distintos personajes que hemos aprendido a apreciar y sentir como nuestras a lo largo de todos estos años. Las referencias a un pasado colectivo del que la audiencia ya es parte conforman la sección central del filme, permitiéndonos ignorar las paradojas que dominan el tropo narrativo que la recorre (un tropo habitual e intrínsecamente marcado por contradicciones que ninguna obra ha sido capaz de resolver de manera coherente) y derivando en un clímax lleno de emoción, momentos épicos y sorprendentes, risas y lágrimas a partes iguales.
Heredera del auge de las narrativas seriadas (tanto en cine como en televisión) que han dominado la cultura popular desde principios de siglo, la saga de los Vengadores nos ofrece un final más que digno a todos aquellos que nos hemos ido incorporando a sus aventuras, amistades, problemas y riñas. Es gracias precisamente a la continua creación (o construcción o adaptación) de universos y personajes que no solo no se agotan tras numerosos filmes (contradiciendo el clásico “segundas partes nunca fueron buenas”), sino que se han enriquecido y complejizado con el tiempo transcurrido como se ha generado una audiencia fiel e irremediablemente seducida por el atractivo de todo lo mostrado en pantalla.
Las discusiones sobre lo que implica para la producción y distribución de cine a nivel internacional la existencia de mastodontes como este son legítimas y fundamentales para la supervivencia de este arte más allá del oligopolio. Pero, nos guste o no, nos interese o no, la disfrutemos o no, Endgame no puede ser descrita sino como el principal acontecimiento cinematográfico de nuestra era.
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Anterior crítica de cine: ¡Shazam!, de David F. Sandberg.