“Una semana en el motor de un autobús” (1998), de Los Planetas

Autor:

OPERACIÓN RESCATE

los-planetas-07-07-18

“Era, sin duda, el álbum que mejor sonaba, con una contundencia nunca antes escuchada en los nuevos grupos indies”

 

Javier Escorzo retrocede justo dos década para recuperar uno de los discos más emblemáticos de Los Planetas: “Una semana en el motor de un autobús”. Un trabajo que se fraguó en un momento crucial para la banda granadina.

 

 

los-planetas-una-semana-en-el-motor-de-un-autobus-07-07-18-b

Los Planetas
“Una semana en el motor de un autobús”
RCA-BMG, 1998

 

Texto: JAVIER ESCORZO.

 

En 1997, los miembros de Los Planetas estaban en una auténtica encrucijada. Después de dos discos de gran impacto dentro de su incipiente (pero todavía pequeña) escena independiente, había llegado el momento de tomar decisiones: tendrían que elegir entre seguir instalados en el amateurismo o intentar profesionalizarse, entre continuar utilizando las drogas con fines lúdicos y artísticos o dejarse caer en ellas sin ninguna red de protección. Entre seguir su inspiración sin admitir injerencias externas o tener que negociar el repertorio con la discográfica (multinacional, para más señas).

Todas estas dudas flotaban en la cabeza de J, cantante, principal compositor y líder natural de la banda. Finalmente, el granadino comenzó a mover las fichas sobre el tablero. May, bajista en los dos primeros discos y antigua novia de J, y Raúl Santos, batería, abandonaron la formación, siendo sustituidos por Kieran y Eric Jiménez. Florent tendría que moderar sus peligrosos hábitos y en verano de 1997 entró en una clínica de desintoxicación. En su ausencia, Banin se hizo cargo de las guitarras (posteriormente pasaría a ser miembro permanente del grupo). Hubo que aprender a transigir y aceptar el criterio de la discográfica, que hasta en dos ocasiones echó para atrás las maquetas propuestas, recomendando al grupo que siguiese componiendo más canciones para mejorar la calidad del repertorio.

Inevitablemente, todos estos acontecimientos dejaron su poso en los temas que terminaron formando parte del álbum. Así, ‘Segundo premio’, que en una primera lectura podía parecer la sempiterna historia de amor despechado de Los Planetas, en realidad era una colección de reproches de J hacia Florent, cuando la espiral autodestructiva en la que este último se vio inmerso le impedía dedicar al grupo el tiempo y esfuerzo necesarios. El mismo argumento se repetía en otros cortes, como ‘Desaparecer’ (“Cuando no te puedas mantener en pie, y ya no te quede nada por beber, y tengas que volver…”). Las dudas sobre si negociar con la discográfica significaba perder su integridad artística estaban presentes en ‘Un mundo de gente incompleta’ (“…prometimos que no cambiaríamos jamás, ¿dónde han ido las promesas a parar?”). Y el miedo a no conseguir la ansiada profesionalización se filtraba en los versos de ‘Montañas de basura’ (“¿Qué va a pasar si me tiro al barro y sale mal?”).

 

 

Por su parte, ‘Ciencia ficción’ era un estallido de rabia contra la industria discográfica, a la que necesitaban para amplificar su discurso, pero de la que odiaban recibir la más mínima imposición (“Cuidad vuestros negocios y vuestras familias porque vamos a mostrar vuestra misma piedad”). Y cómo no, las drogas, en su vertiente más lúdica (‘Cumpleaños total’), como fuente de inspiración (‘Toxicosmos’), o como la trampa que había atrapado a Florent (‘Línea 1’, que debe su título a la línea de autobús que utilizaban muchos toxicómanos de Granada, como Florent, para desplazarse al polígono industrial en el que compraban heroína).

 

 

Musicalmente, el disco suponía un gran paso hacia delante, no solo para Los Planetas, sino, en general, para toda la escena independiente. Era, sin duda, el álbum que mejor sonaba, con una contundencia nunca antes escuchada en los nuevos grupos indies. Se notaban mucho las incorporaciones de Kieran al bajo y, especialmente, el cambio en la batería. Aunque era de la misma edad de J, Eric ya tenía un extenso pasado con las baquetas como miembro de la banda punk KGB y de Lagartija Nick (incluso estuvo a punto de tocar con Radio Futura). También hay que reseñar el gran trabajo de Kurt Ralske en la producción, que supo dar empaque al cancionero de los granadinos en su estudio de Nueva York. Por su parte, Florent, recién recuperado de sus adicciones y especialmente motivado, estuvo sensacional con las guitarras, mientras que J, que tanto había sufrido para sacar adelante el disco, sabía transmitir todas las emociones con su voz, tan cuestionada por sus detractores como venerada por sus seguidores. Resulta imposible destacar una canción sobre el resto; cada uno tendrá sus favoritas, pero todas cumplen su misión en el puzzle. El arranque arrollador con ‘Segundo premio’, la melodía de ‘La playa’, que les hizo llegar a un público más amplio, o el brillante tridente con el que concluían (‘Toxicosmos’, ‘Línea 1’ y la grandilocuente ‘La copa de Europa’).

 

 

“Una semana en el motor de un autobús” lo tiene todo para ser considerado una gran obra. Haciendo buena la frase de Paco de Lucía (“los mediocres copian, los genios roban”), había al menos un par de melodías fusiladas de otros artistas (‘Segundo premio’ replicaba ‘Promesses’ de Etienne Daho, y ‘Cumpleaños total’ hacía lo propio con ‘Rebelde sin caspa’, de Beef). A pesar de ello, el disco, considerado por muchos como el mejor de la década de los noventa en nuestro país, consolidó a Los Planetas como el gran grupo indie nacional y uno de los más importantes de la historia del rock español. Por estas mismas fechas, y coincidiendo con su vigésimo aniversario, el grupo está ofreciendo una serie de conciertos conmemorativos en los que interpreta el disco acompañado por una orquesta de cámara.

Anterior entrega de Operación rescate: “Azul eléctrica emoción” (1989), de La Granja.

 

novedades-junio-18

 

 

Artículos relacionados