DISCOS
“Una estupenda colección de instantes, que demuestran que el pop en castellano no nace en los 80 y que va mucho más allá –en calidad, sobre todo– que la docena de conjuntos al uso que acaparan constantemente las citas”
Varios autores
“Una saga del rock español. Volumen 4”
RAMALAMA
Texto: CÉSAR PRIETO.
De nuevo el sello Ramalama rebusca en baúles olvidados y desvanes polvorientos para ofrecernos una nueva serie de sus sagas, esa opera omnia que reúne en única edición a media docena de grupos que únicamente llegaron a grabar dos o tres epés en los sesenta, les pule el sonido –aquí han hecho labor majestuosa, suenan como grupos actuales con referentes en los sesenta– y los deja listos para la posteridad. Muchos la merecen. En esta ocasión abandonan el ámbito madrileño, que recogían en las tres recopilaciones anteriores, para darse una vuelta por la península. Hay dos barceloneses y dos mallorquines, unos valencianos y unos granadinos.
Estos últimos fueron los que tuvieron más proyección posterior. Se trata de Los Ángeles Azules, que reconvertidos simplemente en Los Ángeles han pasado a ser un grupo cada día más mítico. Su primera formación asume todas las direcciones que toma el rock en castellano en 1964. Hay francés e italiano –el rock en nuestro país entra desde ámbitos latinos–, hay dejes a lo Beatles en versiones y en la propia ‘Solo soy un pobre diablo’, hay baladones y preciosidades pop como ‘¿Por qué lloras?’, instrumentales y flamenco pop en la estela del ‘A mí con esas’ cuando interpretan ‘Canto en español’. Pero sobre todo dan la talla con ‘No estoy contento’, que anticipa esas armonías vocales que en Los Ángeles serán lo más definitorio.
La canción, si hubiera que destacar alguna entre el más de medio centenar que encontramos, es ‘La llave’ de Los No. Del plantel de grupos garajeros de Barcelona, consiguen no solo una soberbia composición propia, sino también una interpretación impecable, emocionante. Guitarras densas y energía a chorro; tanto, que se come a las versiones de ‘Gloria’ o los Kinks de ese mismo epé. En el segundo y último epé ensayan un manifiesto generacional, a la manera del ‘Soy así’ de Los Salvajes, con ‘Incomprendido’ y prueban con la balada cercana a la música ligera en ‘Pienso’.
La sorpresa son Los Pop, mallorquines, capaces de las mayores barbaridades, en todos los sentidos. Canciones sin sustancia, meros regodeos en el yeyé carentes de elegancia, pero que de golpe se sueltan con instrumentaciones impresionantes –el bajo en su versión del ‘Night of the long grass’ de The Troggs es de otro planeta–o con una voz negra, con chillidos que ponen la piel de gallina, en la estela de Lone Star o de Pedro Ruy-Blas. La propia, ‘No, no, no’, o la versión del ‘See See Rider’, que seguramente viene desde la Eric Burdon, son de antología. Además, tienen el supremo valor de intentar –y solventar con éxito– la canción más difícil de The Beatles: ‘A day in the life’.
También Los Tonks se atreven con ellos y su recreación del ‘Penny Lane’ es impecable, sobre todo si pensamos en cuáles eran los medios hispanos de la época, medios que aprovechan a la perfección The Four Winds and Dito, los más cercanos al folk, al que incluso dotan de aires de psicodelia hindú. En todo caso, su segundo epé –y último– es un claro antecedente de lo que después consiguió Pic-Nic. Más convencionales son Los Protones, de los que únicamente se salva ‘No te dejaré’, pantanosa y densa. En todo caso se trata de una estupenda colección de instantes, que demuestran que el pop en castellano no nace en los 80 y que va mucho más allá –en calidad, sobre todo– que la docena de conjuntos al uso que acaparan constantemente las citas.
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Anterior crítica de discos: “Diez”, de Niños Mutantes.
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