CINE
“La actriz, y no tanto el personaje, es lo que verdaderamente funciona como el hilo conductor de la película”
“Un sol interior”
Claire Denis, 2017
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
En el nuevo filme de la consagrada directora francesa Claire Denis, Isabelle (Juliette Binoche), una artista parisina divorciada de cincuenta años, trata de encontrar el amor entre una riada de potenciales parejas cada cual peor que la anterior. Con este punto de partida, una podría esperarse tanto un dramático y deprimente melodrama como la comedia romántica más inspiradora, tanto un horripilante o triste desenlace como un estereotípico final feliz. Sin embargo, “Un sol interior” es capaz de navegar ambos discursos al mismo tiempo, rompiendo cualquier expectativa que podamos tener sobre estos géneros y ofreciéndonos con ello la oportunidad de repensar el modo en que nuestro conocimiento y experiencias previos condicionan cómo entendemos cada película que vemos.
Con un peso del diálogo mucho mayor que a lo que Claire Denis nos tiene acostumbrados, a primera vista podría parecer que se trata de una de sus obras más ligeras. Hay sin embargo una extraña intensidad en “Un sol interior”, una intensidad que resulta difícil de definir pero que quizás provenga sobre todo de la materialidad de las situaciones, del peso puesto en el cuerpo de los intérpretes, cuerpos que no solo son sensuales y sensoriales, como en la escena en que Isabelle es seducida por un desconocido mientras bailan, sino que en ocasiones son los culpables del enorme peso sobre sus hombros, como cuando la protagonista es incapaz de quitarse las botas por mucho que tire de ellas. Es la capacidad de encarnar todos estos registros de manera natural de Juliette Binoche la que sostiene lo que en otras circunstancias sería un conjunto de contradicciones irresolubles. La actriz, y no tanto el personaje, es lo que verdaderamente funciona como el hilo conductor de la película.
En todo caso, “Un sol interior” ahonda en las expectativas que la noción popular del amor nos impone: Isabelle parece en ocasiones un estereotipo cansino, una mujer que busca incansablemente el amor, quiere enamorarse y que la echen de menos, sin realmente saber o preguntarse qué entiende por ello. A través de breves episodios inconexos y desordenados, se encuentra hombres odiosos, pesados, dubitativos, antipáticos, desde un banquero casado hasta su ex-marido. Todos ellos, incluso la misma Isabelle (de nuevo, en manos de cualquier otra actriz que no fuera la magnífica Juliette Binoche, el personaje sería insoportable), aparecen al mismo tiempo egocéntricos, centrados en sí mismos, y vulnerables, desesperados por cualquier tipo de contacto emocional. Es deprimente, pero, para qué negarlo, también es gracioso.
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Anterior crítica de cine: “Aniquilación”, de Alex Garland.