Un gusano en la Gran Manzana: La Navidad da asco… o no (y 2)

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«Resulta curioso, y deprimente, que tiremos de villancicos para recordar qué demonios era aquello del rock and roll, pero así de patético y reaccionario anda el patio»

 

Julio Valdeón Blanco, consciente de que el rock en nuestro país ha descendido a las catacumbas, tras lamentarse de ello, nos deja más villancicos bien rockeros para que se nos pasen los disgustos.

 

 

Una sección de JULIO VALDEÓN BLANCO.

 

 

Desconozco si las canciones de nuestro primer especial de navidad les han servido para desengrasar un poco los triglicéridos sentimentales de estas fechas. Una cuchipanda dominada, al menos en España, por el inenarrable anuncio de la Lotería, esa tradición que hipotecó a un fondo buitre el gobierno de la Marca España. Tras rodar semejantes spots no sorprende que los niños se asusten cuando alguien les habla de música. Si la televisión pública patrocina un engendro en el que unos señores a medio minuto del alzheimer cantan ‘Satisfaction’ y el director de operaciones es un tal Melendi, si para encontrar actuaciones de pop en directo hay que bucear en los archivos de Prado del Rey como quien excava el Valle de los Reyes, y si la gran esperanza patria es arrebatar el cetro de la cochambre eurovisiva a los representantes de las Islas Feroe, cómo vamos a sorprendernos de que cualquier madre con las neuronas operativas prefiera que su hijo se haga chapero, o la niña puta, antes que morir exangüe con una guitarra al hombro. Añadan el oprobio de pasar examen frente a Ana Botella con vistas a tocar en el metro y comprenderán mejor la violencia de la peste.

En nuestro país, maltratado por el regreso de la canción melódica, vamos siendo no ya minoría sino directamente nadie aquellos a los que todavía nos gusta el rock. No hablaría de guerra porque todo conflicto exige una belicosidad, una némesis, una declaración en contra, y aquí hay un bando, mayoritario, que no tiene nada contra la tradición que nace del brazo de Elvis. Lo suyo es otra cosa. Una suerte de desprecio, de cósmico encogimiento de hombros. Hemos regresado a las catacumbas estéticas. A la cartilla de racionamiento cultural. A la celebración feliz de la horterez. No hemos vuelto a la casilla de salida porque en realidad nunca la abandonamos. La Movida, odiada primero por los modernos periféricos y siempre por los reaccionarios de todo pelaje, fue un sueño achampañado y fugaz. Sin apenas darnos cuenta estamos de nuevo en los sesenta, en el festival de Benidorm, del que nunca nos hemos librado, y los pajaritos de María Jesús. Resulta curioso, y deprimente, que tiremos de villancicos para recordar qué demonios era aquello del rock and roll, pero así de patético y reaccionario anda el patio.

Bob Seger and The Last Heard: Sock it to me Santa:

The Kingstoians: Merry Christmas:

The Kinks: Father Santa Claus:

Buck Owens: Santa Look a Lot Like Daddy:

Darlene Love: White Christmas:

Bruce Springsten & The E Street Band: Santa Claus is coming to town:

Loretta Lynn: A Good Ol’ Country Christmas:

John Lennon: Happy Christmas (War is Over)

Brian Setzer & Brad Paisley: Jingle Bells:

Johnny Cash: I’ll Be Home for Christmas:

The Blind Boys of Alabama & Solomon Burke: I Pray on Christmas:

Anterior entrega de Un gusano en la Gran Manzana: La Navidad da asco… o no.

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