Un gusano en la Gran Manzana: El rigor y la guerra en las calles

Autor:

hand-me-21-08-14

«La clase de libro que cuesta dinero y años para sacar adelante. Ese que inevitablemente florece menos en países como España»

 

El periodismo de investigación riguroso que da lugar a volúmenes biográficos excepcionales y los conflictos raciales en Estados Unidos centran esta entrega de «Un gusano en la gran manzana».

 

 

Una sección de JULIO VALDEÓN BLANCO.

 

 

—Martes 19

Un día como hoy, a las 4:25 a.m. de hace cincuenta y cinco años, moría Blind Willie McTell. El bluesman había agonizado durante una semana en el Milledgeville State Hospital de Georgia. La historia de su enfermedad y deceso la explicaba Michael Gray en su libro «Hand me my travelin’ shoes». Lo repite ahora, como homenaje, en su blog. Entre compungidos y fascinados leemos sobre el deterioro del cerebro, los posibles derrames, la parálisis de la mano derecha, el costurón de azúcar en sangre. Hay que descubrirse ante el soliloquio de un Gray que no disfraza la naturaleza atroz de la enfermedad. Con precisión da cuenta de las últimas horas de un músico fértil y remata, tras estudiar los informes médicos, con la intuición de que quizá McTell sufría sífilis congénita, lo que explicaría su particular ceguera y ciertas deformidades. Periodismo del qué, el dónde, el cómo y el cuándo que para buscar explicaciones prefiere dedicarse al noble arte de destripar archivadores antes que descender por la superficial ladera del verso. La clase de libro que cuesta dinero y años para sacar adelante. Ese que inevitablemente florece menos en países como España, donde el raquitismo industrial diagnosticado por Juan Antonio Bardem al hablar del cine convierte en epopeya digna de Aguirre o la cólera de dios cualquier investigación.

—Miércoles 20

Arde Ferguson, Missouri, y Spike Lee ya ha dicho que vivimos la guerra contra el hombre negro. Habrá que conceder que el bocota iracundo tiene su parte de razón. Pero esta guerra tiene más relación con la miseria que con el espectro del Tío Tom o los níveos capirotes de D.W. Griffith. También con la cultura de las armas, demasiadas, con la evidencia de que la policía estadounidense tiene la mano ciertamente larga y, de paso, con su progresiva militarización. En EE.UU. «a principios de los años ochenta había unas 3.000 salidas de los equipos SWAT (equivalente a nuestros GEOS) al año. En 2005, unos 50.000» (Radley Balko). Ahí languidecían, oxidadas junto al Pentágono, las pantagruélicas acumulaciones de armamento pesado, vehículos blindados, etc., que generaron las últimas guerras, y ninguna mejor para reutilizar los equipos, y todo queda en casa, que la «guerra contra las drogas», mortal cruzada de extremismo religioso, látigo fundamentalista, obscena irracionalidad y demagogia muy pura que bebemos a gollete desde hace demasiadas décadas. Sin olvidar que, por mucho que ciertos policías (¡y hasta cuerpos policiales al completo!), sean brutales, pasma la facilidad con la que damos por investigado, juzgado y condenado al oficial que disparó a Michael Brown. Qué tal si antes de darle a la tecla nos aplicamos todos unas gotas del método Gray.

Anterior entrega de Un gusano en la Gran Manzana: La exuberancia de Crosby, Stills, Nash & Young.

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