FONDO DE CATÁLOGO
«El disco tiene algo de fin de ciclo porque certifica el final de su relación musical con Luis Mendo, clave para entender el Aute más pop»
Se cumplen treinta años de Ufff!, el último trabajo que produjo Luis Mendo para Luis Eduardo Aute. Un título poco citado entre su vasta discografía, pero que incluye algunas joyas que redescubre en este texto Luis García Gil.
Luis Eduardo Aute
Ufff!
ARIOLA, 1991
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
Comenzaban los años noventa. Luis Eduardo Aute venía de una década absolutamente clamorosa en la que grabó una serie de discos fundamentales, incluido el directo Entre amigos. De Alma a Segundos fuera pasando por Cuerpo a cuerpo o el arriesgadísimo Templo, una de sus cumbres. En paralelo, no cesa de pintar. Ufff!, grabado en los meses de noviembre y diciembre de 1990, tuvo algo de fin de ciclo porque certificaba el final de su relación musical y profesional con Luis Mendo, clave para entender el Aute más pop. También era un disco que anunciaba un tiempo nuevo que vendría de la mano de Gonzalo Lasheras o del inquieto Suso Saiz. Mientras llegaban esos nuevos rumbos, el músico se encomendaba a la producción de Mendo y de Tino di Geraldo, virtuoso instrumentista, más allá de su dominio de la percusión y de la batería.
En la portada, una gata llamada Katy con la que Aute se fotografía en la contraportada. El diseño gráfico del disco lo firma Pablo Sycet, pintor, ilustrador y testigo de la Movida madrileña. Son nombres que van cruzándose en el camino del músico, quien desde finales de los años ochenta manifiesta su huida de las etiquetas y su asimilación de influencias diversas.
Disco de título onomatopéyico, Ufff! era un modo de enunciar el hartazgo al que sometía la coyuntura histórica de la Guerra de Irak y un mundo sobre el que solo cabía posar una mirada crítica y escéptica. A la realidad descarnada de un capitalismo extremo, responde con una canción titulada “Siglo XXI”, que reescribe, guiña y homenajea —todo a una— al “Cambalache” de Enrique Santos Discépolo, sitúandose entre el «Dios ha muerto» de Nietzsche y el fin de la historia teorizado por el politólogo Francis Fukuyama. Dos citas antitéticas encabezan el texto de la canción, el «Don’t worry, be happy» de Bobby McFerrin junto a una cita inquietante del presidente norteamericano George Bush: «Vamos a construir el Nuevo Orden Mundial».
“Siglo XXI”, última canción de Ufff!, establece un diálogo con “La decadencia”, una canción en la que aparece explícita su mirada hacia un mundo desgajado por la fiebre del capital. En ella, Aute se encomendaba a una cita de Roger Garaudy y cantaba: «El bárbaro vino del oro / con técnicas y fantasías / de la iluminada razón… / Vendía, por ricos tesoros / futuros de mercadería / cegando la filosofía / de hacer de la vida, pasión // Procesada en memoria / la trascendencia / desde el fin de la Historia / nace otra ciencia: la decadencia…».
Entre las ruinas queda el amor, y Aute, como cantautor sabiamente cardiocéntrico, lo sabe y lo expone con la sensualidad que le caracteriza. “Polvo enamorado” no solo apelaba a la intertextualidad quevedesca de aquel soneto antológico titulado “Amor constante más allá de la muerte”, sino que despliega el carpe diem amoroso cobijado en una bella melodía. Nos encontramos ante una de esas canciones que no serán muy citadas al recordar su repertorio más ilustre o popular, pero que son como un cofre secreto que al abrirlo nos fascina. A “Polvo enamorado” volverá en el segundo volumen del revisionista Auterretratos, un loable empeño de recuperación de su catálogo discográfico con un cantante en estado de gracia interpretativo.
“Polvo enamorado” servía de apertura de Ufff!, cuya canción homónima ofrece un ejemplo del gusto del autor por aligerar el discurso, la trascendencia, con una historia de un tipo que cuenta su experiencia en brazos de una ninfómana. El puritanismo revisionista de nuestros días no aceptaría de buen grado al Aute desinhibido que habían dibujado canciones de los ochenta como “Una de dos”.
Ufff! deja algunas pistas sobre el músico que será en el futuro. Renovarse para no morir con las mismas ideas. Y para seguir grabando canciones tan inauditas en su canon musical como “El gorrión”, de un sonido y arreglo absolutamente pop que rubrica el estribillo: «Tengo, tengo en el corazón / un intenso, inmenso gorrión…/ tengo, tengo en el corazón, tengo gorrión de ti».
El amor sigue siendo su tabla de salvación. Lo demuestra en “No sé vivir sin ti”, una canción en la que aparece en estado puro deshojando la flor de los sentimientos. El amor en el que confluyen nadas y eternidades o el amor que ofrece segundas oportunidades en “No digas nunca jamás”, canción de más largo aliento. Eso antes del regreso al discurso crítico de “Light motiv” que desdeña el culto a la ligereza de la posmodernidad nada moderna, del eslogan publicitario, de la pose, la apariencia y la impostura.
El bajo de José Luis «Billy» Villegas, los teclados de Ritchie Rauet y el tándem formado por Tino Di Geraldo y Luis Mendo arropan musicalmente el disco, a lo que se suman las voces femeninas, entre ellas la de la actriz asturiana Susana Martins.
Ufff! es un disco lastrado por el sonido de los ochenta y quizá por el agotamiento evidente de la relación entre el productor y el autor. Con todo, Aute explora con acierto territorios que le son propios. Como sucede en esa suma de sarcasmo, ironía y cachondeo que es “No tengo ningunas ganas” o el arte de la metacanción en la línea del “No hago otra cosa que pensar en ti” de Serrat, pero a su manera, con referencias cinéfilas —ahí está su admirado Buñuel— y francófilas y literarias con Artaud y el maldito Rimbaud compartiendo pan y vino en una de las estrofas.
El mismo año de Ufff!, disco que no tuvo el eco de otros anteriores, Aute se desplegó pictóricamente con la exposición Pompas, perlas, pupilas, pezones y algún huevo frito, cuyo título deja claro hasta qué punto prefería el divertimento a la solemnidad, cruzando a Paul Eluard con Carlos Edmundo de Ory, el impacto surrealista con el aerolito. Estaban cerca en el tiempo la aparición de los poemigas, fogonazos creativos que se intuyen en algunas canciones de estos años y también en Ufff!, un disco que, cuarenta años, después demuestra hasta qué punto esconden joyas aquellas obras despachadas en su día como menores en su copiosa y apasionante discografía.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Corre, corre (1982), de Leño.