“Tulsa consigue hurgar en lo más hondo de nuestros corazones por méritos propios”
La gira del último disco de Tulsa, “La calma chicha”, pasó este fin de semana por Zaragoza y Barcelona. Viendo a la banda de Miren Iza en la Ciudad Condal estuvo Jagoba Estébanez.
Tulsa
Almo2bar, Barcelona
18 de junio de 2016
Texto y fotos: JAGOBA ESTÉBANEZ.
Alrededor de un centenar de personas no hacíamos justicia a una banda del nivel de Tulsa, nominada al Grammy latino hace casi una década. Cabe mencionar que Barcelona se encontraba cerca de allí en pleno Sónar.
Tras unos tres años de parada técnica, la alma mater de Tulsa, Miren Iza, se ha dedicado a ejercer su otra profesión, e incluso ha hecho sus pinitos en el mundo del séptimo arte. Ha estado en Estados Unidos, pero ha vuelto menos americana. El pasado año regresó de la mano de Gran Derby Records con su tercer elepé, “La calma chicha”. Este nuevo disco producido por Charlie Bautista y Carasueño, supone un cambio de registro para la banda hacia tejidos electrónicos, pero con el mismo trasfondo melancólico que subyace en unas letras medidas a la perfección. La gran voz de Miren se muestra menos rugosa que nunca y por encima de lo digital, lo cual es es de agradecer.
Esta gira se vaticinaba electrónica, aunque no es así del todo. A la guitarra acústica de Miren Iza le flanqueaban su fiel compañero Alfredo Niharra a la guitarra eléctrica, el novel Sergio Valdehita y Jaime Arteche a los teclados y sintetizadores, junto con Ramiro Nieto a la batería. Estos cinco fueron los encargados de deleitarnos durante una hora y media con un repertorio de canciones desgarradoras, de finales infelices y con mucha personalidad. Y es que Tulsa gira en torno a la vasca. Miren (Hondarribia, 1979) no es la más vehemente sobre el escenario, es una persona reflexiva que mide y teje milimétricamente sus canciones hasta transportarnos a ese aura tan particular.
Cuentan que antiguamente los médicos operaban en habitaciones orientadas al norte, para disponer de la luz necesaria sin que les cegase el sol de frente. Miren, como buena médico psiquiatra, se encuentra al norte y de espaldas a un astro en la batería. Un astro llamado Ramiro Nieto, que eleva las cuerdas vocales de Miren Iza a su máximo exponente, pero sin deslumbrarla.
Esa noche sonaron la mayoría de los temas de su nuevo disco: ‘Bosque’, ‘Leña’, ‘En tu corazón solo hay sitio en los suburbios’, la soberbia ‘Los amantes del puente’, ‘Gente común’, la nana ‘Ay’ y ‘Oda al amor efímero’. Los teclados y sintetizadores eran los encargados de mecernos hacia un mundo onírico, haciendo alarde de su nuevo estilo. Volvió a ponernos la piel de gallina con canciones de sus dos primeros discos, como ‘Matxitxako’ o ‘Solo me has rozado’. Incluso se tomó la libertad de hacer una apoteósica versión de ‘La carretera’ con una introducción bossa nova. Alfredo Niharra obtuvo su protagonismo y estuvo más que acertado en las canciones de la etapa más folk de la banda. Y fuimos partícipes de tres nuevas canciones. ‘Luxemburgo’, ‘Pequeñas embestidas’ y la rítmica ‘Il futuro torna’. Miren perjuró que la tercera hacía alusión a la conversación con un feto.
La chica de ojos tristes en rara ocasión mostrará una sonrisa, y si lo hace será tan efímera como una cachipolla, pero con sus canciones hace que los demás la mostremos. De alguna forma, Tulsa consigue hurgar en lo más hondo de nuestros corazones por méritos propios.