Eduardo Rodríguez Rodway: «Este país había que sacarlo adelante y poner colores a la vida»
Con motivo de la publicación de la caja Eternos Triana. 50 aniversario, por parte de Warner, Carlos H. Vázquez acudió a la escucha privada de las nuevas mezclas. Allí, comentando la velada, estuvieron los protagonistas supervivientes de la historia de Triana. Un encuentro para la historia.
Texto y foto: CARLOS H.VÁZQUEZ.
Dice Eduardo Rodríguez Rodway de su compañero Jesús de la Rosa que era un «personaje muy auténtico». Escuchando la remasterización de “Abre la puerta” en Eternos Triana. 50 aniversario (Warner, 2024), se oye a los tres miembros de Triana comentando cómo entrar en la canción. Son unos segundos «mágicos». Eduardo se emociona en Caños de Meca escuchándolo, igual que Javier y Gonzalo García Pelayo en Madrid, donde unos pocos periodistas se han reunido con ellos (en The Music Station) para una escucha, en Dolby Atmos, del material rescatado por Warner que ve la luz en una caja que recoge un doble elepé con nuevas mezclas, otro doble elepé con catorce canciones en directo —grabadas entre 1975 y 1980 y extraídas de los archivos de Radio Televisión Española— y un deuvedé con las actuaciones emitidas.
(Por allí también estuvo un rato el mismísimo Jorge Ilegales)
A decir verdad, Gonzalo García Pelayo llega con “Abre la puerta” —que inauguraba El patio (Movieplay, 1975)— ya empezada, y se une a su hermano Javier y parte de la familia que le acompaña. Hay quien ha optado por cerrar los ojos y agachar la cabeza. «…Mira qué destello tiene esa nube con el sol…». Echándole imaginación, se puede sentir a Jesús de la Rosa cantándote a la cepa del oído; los graves y la percusión de Tele subiendo desde la planta del pie; y la guitarra española de Eduardo mesando los cabellos de quien escucha. «Esto parece una iglesia», debe estar pensando Gonzalo García Pelayo.
Para este lanzamiento se han recuperado las cintas originales (de dos pulgadas) de toda la discografía de Triana, siendo posteriormente mezcladas por Luis Villa, en Unomusic Studios (Sevilla), y masterizadas en Black Box Mastering (Sevilla también) por Miguel Ángel González. La digitalización de las cintas ha sido realizada por Pablo Pulido en Estudio Uno, Colmenar Viejo (Madrid).
Continúa “Una historia”, tema que abría el tercer álbum de Triana, Sombra y luz (Movieplay, 1979), y lo primero que se oye es a Jesús haciendo la cuenta («un… dos… tres… y…»). La cara de Javier García Pelayo es para verla; está emocionado. «Con esto han subido a Tele», dirá después, todavía compungido. Gonzalo reiterará que la experiencia le ha parecido «mágica», como si los Triana hubieran estado ahí con él (con ellos). Y en realidad es así cuando cierra los párpados, que es lo que hace —en trance— luego en “Hijos del agobio”, del segundo elepé del trío, Hijos del agobio (Movieplay, 1977). «Este país había que sacarlo adelante y poner colores a la vida», comentaba Eduardo Rodríguez Rodway sobre esta canción en la reciente entrevista publicada en Efe Eme. «Sufríamos la censura. Si llevabas el pelo largo, la policía te paraba a cada momento como si fueras un terrorista contra el Estado. Era una cosa increíble. […] Había que superar todo ese tipo de historias. […] La música es el mejor vehículo que hay en el mundo; te lleva a todos los sitios». En ello están Gonzalo y Javier.
De Hijos del agobio se ha extraído también “Sr. Troncoso” para la ocasión. Según la colocación de uno en la sala, se oyen más cerca las campanas o la guitarra. A Jesús de la Rosa, ente omnipresente, no hay que buscarlo; él te encuentra a ti.
Es posible que el momento álgido de la escucha sea “Sé de un lugar”, «donde brotan las flores». Los García Pelayo alaban el sonido del teclado, que se mezcla y se pierde con los efectos que mueren en un grito infinito antes de la subida, como un amanecer, que cierra con un latido simulado por la percusión. Comentan Javier y Gonzalo la limpieza del sonido, del reverb «de los setenta» que ya no está.
Cuando acaba “Tu frialdad” unos minutos después, se hace el silencio, pero solo durante unos cortos segundos. Entonces, se escucha en la grabación la voz de Jesús, que pregunta «¿qué tal?». «Bien», responde Gonzalo García Pelayo como por inercia. Jesús de la Rosa está en la sala.
En teoría, aún falta un corte más, “Todo es de color”. Naturaleza. Agua corriendo y pájaros. Es inevitable no acordarse de la versión de Lole y Manuel. Con Triana, los coros están lejanos, en penumbra y a la luz de un candil. Son un grupo de espíritus en pena. «Todo es de color… Todo es de color… Todo es de color…». Salir de aquí es un palo ahora mismo. De hecho, Javier y Gonzalo preguntan si pueden escuchar “En el lago”.
Por supuesto. «Ayer tarde al lago fui con la intención de conocer algo nuevo…»
Las mezclas son respetuosas con las grabaciones originales. «Pero la magia no está en las mezclas, sino en lo que han grabado», apostilla Gonzalo García Pelayo. Javier, encantado, asegura que no había escuchado este sistema [Dolby Atmos] en su vida. “Abre la puerta” le ha dejado «flipado». «El arte es el arte; lo demás son cacharros», añade mientras se lía un cigarrillo del que dará cuenta en la calle junto a su hermano Gonzalo, que sale en shock bajo la gorra que le está cubriendo los recuerdos.