“Ese disco está grabado desde la inmediatez. Sin aderezos. Lo que había es lo que quedó”
Los Ronaldos se estrenaron musicalmente con un disco homónimo plagado de éxitos: ‘Si os vais’, ‘Me gustan las cerezas’, ‘Guárdalo’, ‘Sí, sí’… La banda recuerda la forma en la que se fraguó el álbum que ahora reedita Warner. Por Arancha Moreno.
Texto: ARANCHA MORENO.
Desde la portada del álbum con el que debutaron en 1987, Los Ronaldos miran hacia otro lado. Coque Malla, Luis Martín, Luis García y Ricardo Moreno aparecen retratados en una calle cualquiera, de noche, rabiosamente jóvenes, casi imberbes. Posan sin artificio, espontáneos, como una de tantas pandillas de chavales que juegan a hacer canciones sin más. Pero no fueron otro grupo más. Ahora, Warner reedita ese primer disco homónimo para recordar el punto donde empezó aquella aventura y tratar de comprender por qué su historia fue distinta a la de otros muchos grupos de su generación.
«Los Ronaldos» contiene doce temas de una frescura incuestionable, trallazos de pop rock que no se detienen a esperar al oyente, que lo arrastran con él desde el primer acorde. Canciones escritas por Coque cuando apenas tenía 15 o 16 años, urgidas a toda velocidad y redondeadas por los cuatro en el local de ensayo. Lo interesante es que, lejos de caducar o quedarse anticuadas, se mantienen absolutamente vivas, como si supieran que estaban destinadas a rocanrolear durante unas cuantas décadas más. Y todas provenían del mismo lugar, de un autor jovencísimo con pocas tablas pero sobrado de ideas y actitud: “Tuvimos la suerte de tener a un chavalín que no paraba de traer canciones. Dos o tres nuevas en cada ensayo. Echábamos tardes enteras o mañanas enteras, incluso a veces días enteros en el local buscando sonidos, buscando arreglos. Tocando sin parar. Esto nos permitió, en poco tiempo, alcanzar un nivel de compenetración enorme. Y eso se reflejaba en los conciertos y luego a la hora de grabar”, recuerda el guitarrista Luis Martín.
Cuando Malla llegaba con una canción a los ensayos, todos se volcaban en ella: “Empezábamos a darle vueltas, del derecho, del revés y del costado, hasta que conseguíamos algo que nos satisfacía a todos. Así fue siempre. Y por eso decidimos firmar las canciones entre todos, repartiendo porcentajes según letras y música. Pero siempre ha habido mucho curro de local. Mucho. Y al volver del local, cada uno en casa, también”, rememora Luis. Él fue el último en incorporarse al grupo, en sustitución del futuro actor Alberto Sanjuan, y ya entonces destacaba por su destreza instrumental. Recuerda que, cuando acudió al primer ensayo, sus compañeros ya habían desechado la idea inicial de llamarse Aldabillo Cultural. “Miguel (Malla) ya había convencido a Coque de que era mejor nombre Los Ronaldos”, comenta, “sin embargo, Aldabillo Cultural es el nombre que hemos usado para la sociedad que hemos tenido para gestionar los asuntos de Los Ronaldos. Y para eso sí que molaba el nombre”, apunta. Para poco más, seguramente.
Una colección de singles
Dice el bajista Luis García que este debut es una colección de singles. Basta leer los títulos para empezar a tararear ‘Guárdalo’, ‘Sí, sí’ o la propia ‘Si os vais’, que fue la carta de presentación. En el libreto del disco reeditado, Malla cuenta cómo nació: “La compuse viendo un programa de televisión espantosamente hortera. Habla de la sensación de observar desde mi atalaya al resto del mundo, horrorizado por el mal gusto y la horterez que lo domingaba. Yo ya apuntaba maneras…”. El tema era una ametralladora. En esta, como en las demás, Martín revela que siempre buscaba “riffs efectivos, pegadizos y cortantes para usarlos en los huecos que dejaba la voz. Tenía que compartir espacio con la guitarra de Coque… y no, no nos peléabamos por los solos”. Al repasar algunos de esos hits, se detiene en ‘Me gustan las cerezas’: “El estribillo ‘Me gustan las cerezas, me gustas tú’ es una declaración adolescente… que le vino muy bien a Manu Chao algunos años después, así, con todo el morramen”.
Usaban el lenguaje de la calle, mezclado con un sonido contundente, enérgico e inmediato. Tan inmediata como su amistad, que se fue fraguando al mismo tiempo que tocaban. Casi se fueron conociendo a través de las canciones, pasando directamente a la acción. Eso marcó su manera de lanzarse al barro sin pensarlo demasiado y también el sonido de este disco, que en opinión de Coque es el que mejor representa al grupo. Martín le da la razón: “Luego el sonido fue cambiando y los discos también, pero ese disco está grabado desde la inmediatez. Sin aderezos. Lo que había es lo que quedó. Tal cual”. La rapidez con la que se gestó el grupo, surgieron las canciones y ficharon por una discográfica no evitó que trabajasen duramente para conseguirlo. “Nuestro primer ensayo fue en octubre del 85. Nuestro primer concierto fue en enero del 86 y en el 87 salió ‘Los Ronaldos’. Parece rápido, sí, pero hay mucho, mucho trabajo en ese tiempo. No nos saltamos ningún escalón: ensayabamos mucho, grabábamos los ensayos con una casete. Conseguimos un cuatro pistas para grabar algo más decente, Ricardo empezó a mover las grabaciones por los garitos, tocamos en el Agapo. Durante el verano del 86 tocamos en casi todos los garitos de Madrid, y en el Templo del Gato nos vieron Paco Trinidad y Pepo Fuentes”. Y allí se le abrieron las puertas de EMI.
“Del local a la bobina. Sonido crudo o ‘fresco’ o realista o de garaje o grabación en directo o como quieras llamarlo. Lo que importaba era grabar y sacar el disco. Lo teníamos muy claro. Moñadas no”
Cualquiera pensaría que, al ponerle un contrato sobre la mesa a cuatro jóvenes, ellos aceptarían lo que fuera. Según el guitarrista, no fue así: “Tardamos en firmar porque éramos muy frikis, con nuestro lema “moñadas no” y las condiciones que nos ofrecían… que luego nos comimos dobladas”. Ese mismo otoño grabaron las maquetas en los estudios que tenía EMI en la Plaza de Ramales, y en invierno se desplazaron a los estudios Trak para grabar el disco en solo dos días. Lo afrontaron “con muchísima ilusión. El único que había grabado algo era Ricardo con los Monaguillosh. En aquella época, conseguir un contrato con una compañía significaba que el disco salía seguro, y todos estábamos convencidos de que iba a funcionar. Como íbamos muy, muy ensayados no nos asustaba nada. Lo que queríamos era grabar rápido y bien, hacer una buena mezcla y editarlo. Y así fue. Con la inestimable ayuda de Paco Trinidad (qué tío más listo, qué visión de la época tenía) y Pepo Fuentes, y con Eugenio Muñoz como ingeniero”, explica Martín. La grabación y la mezcla les llevó apenas una semana: “No había tiempo para más. Del local a la bobina. Sonido crudo, o fresco, o realista, o de garaje, grabación en directo o como quieras llamarlo. Lo que importaba era grabar y sacar el disco. Lo teníamos muy claro. Moñadas no”.
Escuchándolo treinta años después, siguen defendiendo algo de lo que ya se dieron cuenta en su momento: que las guitarras se habían quedado bajas. “Es una cuestión de gustos y de planos”, concede Martín. “Lo que está claro es que un solo de guitarra debe ocupar el plano que ocupa la voz cuando está cantando. Esa era una lucha constante que teníamos Coque y yo con algún técnico. Por lo demás, hay quien dice que un guitarrista tocando bajito es un personaje de ficción…. Bromas aparte, es cierto que había a veces cierto “miedito” a subir las guitarras, ¡con lo bestia que suena y lo bonito que queda!”.
Ahora Warner ha reeditado aquel álbum incluyendo siete temas inéditos de entonces que fueron descartados. Esta versión de 2017 suaviza un poco el sonido ochentero del momento, pero respeta al máximo el original, que ha sido mezclado por el ingeniero José Nortes. “Todos coincidimos en respetar al máximo el original. Está muy bien grabado y muy bien producido por Paco. Pero la técnica evoluciona y la premisa ha sido sacar el máximo jugo a una grabación analógica, cosa que la técnica actual permite. Con esta edición José Nortes ha hecho un gran trabajo de mejora y adaptación de una grabación en bobina magnética (analógica) al actual cedé. Aprovecho la ocasión para reivindicar una reedición también en vinilo con el mismo libreto”, dice Martín, dirigiéndose a su discográfica. De momento, ya se puede escuchar en ambos formatos, y volver a disfrutar de Los Ronaldos de 1987 en cuestión de segundos. Como si no se hubieran ido.