«Quería cambiar radicalmente de espíritu»
En su tercer disco, el recién publicado Perro deseo, Travis Birds se reconcilia con los viejos fantasmas y explora una senda nueva en busca de un álbum conceptual. De sus nuevas canciones, sus impulsos, sus colaboraciones con Depedro y Leiva y su futuro habla en esta entrevista con Javier Escorzo.
Texto: JAVIER ESCORZO.
Fotos: NATÀLIA CORNUDELLA.
Después del éxito que alcanzó su segundo disco (La costa de los mosquitos, Calaverita Records, 2021) Travis Birds regresa con un nuevo álbum mucho más luminoso que lleva por título Perro deseo (Calaverita Records, 2023). En esta rutilante colección de canciones, la artista madrileña huye de la oscuridad, juega con los ritmos y busca divertirse con su público.
Tu segundo disco, La costa de los mosquitos, tuvo muchísimo éxito, diría que incluso más del esperado. ¿Esperabas semejante recibimiento?
La verdad es que fue una sorpresa. Es cierto que habían pasado cosas que hacía pensar que la salida del disco podía ir bien, en cuanto a acogida de medios y de público, pero ha sido una sorpresa. Hoy miro atrás y me sigue pareciendo increíble la repercusión que tuvo, sobre todo teniendo en cuenta que era un disco introvertido y, en cierto modo, oscuro. No era un disco fácil. Ni siquiera me parece fácil a mí, que fui la que lo compuso. Por eso me sorprende el buen recibimiento que tuvo. Hemos estado de gira con él más de dos años.
¿A qué lo atribuyes?
No lo sé. Creo que, al final, la gente que sigue el proyecto, que se interesa por mi música, tiene una capacidad de escucha bastante grande. Son canciones muy personales y, sin echarme flores, que para nada lo pretendo, creo que ahora mismo no hay muchas canciones del estilo de las que yo hago. Igual cierto tipo de gente que escucha la música de otra manera puede mostrar interés y conectar. Pero no lo sé, habría que preguntárselo a ellos.
La gira ha sido muy larga, realmente no has dejado de tocar todavía. ¿Cómo van naciendo estas canciones y la idea de este nuevo disco?
El origen ha estado, precisamente, en la gira de La costa de los mosquitos, porque me ha situado en un sitio muy concreto, pero me apetecía llevar a cabo un directo con otro enfoque. Me ha encantado presentar ese disco en directo, pero reconozco que no siempre ha sido fácil conectar con el lugar del que habían salido esas canciones, un poco por lo que hablábamos, por su densidad, por su parte oscura y cerrada. Me apetecía hacer algo totalmente distinto y enfocado a divertirme con la gente, con un punto más rítmico, más luminoso. Quería cambiar radicalmente de espíritu.
O sea, que has escrito las canciones entre concierto y concierto.
Sí. Las canciones fueron naciendo durante la gira y luego les fui dando forma. Cuando tuve unas cuantas canciones que ya sabía que quería publicar, busqué el hilo conductor y me di cuenta de que el deseo era el motor que me había llevado a escribir cada una de ellas. A partir de ese momento fui trabajando con ese enfoque en las siguientes canciones.
Ya hemos comentado que esa gira ha sido muy exitosa. ¿Eso te ha supuesto una presión añadida o has podido abstraerte a la hora de escribir?
Me he abstraído totalmente. Sí que es verdad que en algún momento sentí el vértigo de ese tercer disco, pero más como una exigencia personal y en el sentido de tomarme el tiempo necesario para dar con un concepto que me convenciera, no quería hacer las cosas por pura inercia, en plan sacar un disco porque tocaba sacarlo. Me obsesioné un poco con la idea de encontrar un concepto que verdaderamente quería transmitir y que estuviese relacionado con mi momento vital. Por otro lado, no quería hacerlo con prisas, pero me esforcé en hacerlo relativamente rápido, porque tenía mucho interés en poder presentar las canciones en directo lo antes posible. Eso es algo que no he hecho nunca. Cuando saqué mi primer disco [Año X, 2016] no tenía ninguna ayuda ni ningún equipo de trabajo, me costó muchos años y cuando salió no pasó nada, no le llegó a la gente. He presentado más ese disco años después que en su momento. Y con La costa de los mosquitos tuve un problema con la discográfica que también dilató mucho el proceso, así que nunca he llegado a vivir esa inmediatez de escribir algo y tocarlo enseguida en directo. Por eso digo que me he esforzado mucho para que esta vez todo fuese rápido, quería salir de gira y estar conectada con las canciones.
Claro, es que has estado tocando hasta ahora las canciones de La costa de los mosquitos, cuando en realidad tu cabeza estaba ya en las del nuevo disco.
Eso es, totalmente. Eso te entrena como intérprete, pero también echas en falta poder defender las cosas en las que estás metida en ese momento.
«Me di cuenta de que el deseo era el motor que me había llevado a escribir cada canción»
El álbum gira en torno al deseo, todas las canciones abordan ese concepto general, pero luego, cada una de ellas tiene como una motivación específica: la fama, la libertad, la magia…
Sí, cada canción hace referencia a un deseo concreto. Son como los motores de cada canción.
En “A veces sueño”, que habla sobre la fama, te refieres a ella de forma negativa: «Me empieza a devorar / me borra la razón / y no sé cómo pararlo / no me puedo defender».
Es que para mí la fama es eso, un poco como un veneno que, en cuanto te acercas a él, quieres más. Creo que está muy idealizada desde fuera. Yo me he acercado de una forma muy modesta a la fama, pero intuyo que si un día cogiese una magnitud muy grande no me gustaría. Sin embargo, a nivel profesional me esfuerzo mucho por que mis canciones lleguen al mayor número de personas posible, quiero conectar con la gente y que mi música forme parte de su vida. Es una contradicción, a eso hace referencia esa canción.
Se habla mucho de la atracción que un seguidor puede sentir por un artista, pero en otra de las canciones, “Cuando Satán vino a verme”, expones la atracción de una artista, que eres tú, hacia alguien del público.
Sí, y está basada en hechos reales. Evidentemente, lo de Satanás es una metáfora, pero esta canción habla de que, una noche, en un concierto, apareció un ser del que me quedé bastante enganchada, que es algo que no me suele suceder, porque no suelo fijarme mucho en las personas individualmente cuando toco. Y aquello dio pie a escribir una historia, corta pero imborrable, con esa representación de Satanás.
Has trabajado con dos productores, Tato Latorre (Marwan, Andrés Suárez o Dani Fernández…) y Paco Salazar (La Oreja de Van Gogh, Sergio Dalma, Dani Martín, Pablo Alborán…). ¿Cómo lo habéis grabado? ¿Cada uno su parte o han trabajado juntos?
Ha trabajado cada uno de forma independiente. Yo tenía bastante sed de trabajar con distintos productores y probar diferentes métodos de trabajo, con otros matices… Los dos tienen una personalidad muy potente que ha quedado reflejada en las canciones, porque hemos trabajado con referencias, pero les he dejado hacer para que pudieran plasmar su propia visión de las canciones. Han trabajado de forma independiente.
Entiendo entonces que no habéis grabado todo del tirón, sino a tandas.
A tandas, sí. He ido aprovechando los huecos que iba teniendo en la gira para poder ir avanzando con la grabación conforme iba teniendo los temas compuestos. Hemos trabajado con mucha tranquilidad, no ha sido lo típico de coger un estudio y tener unos días determinados para grabar el disco. Hemos tenido bastante margen; de hecho, el proceso ha sido bastante largo, hemos estado casi un año grabando.
El disco suena muy variado, pero homogéneo.
Creo que sí. Ellos han sabido encontrar la esencia, que creo que es la que mantiene el hilo de todo el disco. También por las referencias que he tomado, que iban casi todas por el mismo lado. Eso es lo que se refleja, a pesar de que, como bien dices, luego cada canción es de su padre y de su madre.
«Le propuse “Grillos” a Leiva porque tiene la capacidad de hacer las cosas grandes sin cambiarlas en esencia»
Hay dos colaboraciones. En “Urgente” cantas con Depedro.
Con Depedro tenía muchas ganas de trabajar, pero sabía que tenía que esperar a tener la canción adecuada, y cuando compuse “Urgente” no lo dudé. Le escribí, le dije que tenía una canción que estaba a medio escribir, faltaba una parte y le propuse terminar de escribirla juntos. Aceptó, le gustó mucho y ha sido increíblemente enriquecedor. Tiene una energía y un carisma arrolladores y me parece que hemos hecho una combinación muy bonita.
Y en “Grillos” está Leiva.
Con Leiva no sabía si me iba a decir que sí, porque su canción no cumple tanto una estructura tradicional, es más una especie de monólogo interno musical. No tenía muy claro hasta qué punto le iba a gustar ni qué planteamiento se le iba a ocurrir. Precisamente se la propuse a él porque sabía que es una persona con la capacidad de hacer las cosas grandes sin cambiarlas en esencia. Eso es algo que quería proteger a toda costa, porque esta canción para mí era un tesorito que llevaba bastante tiempo compuesta y la tenía guardada esperando a que llegara su momento especial. Tuve la tremenda suerte de que me dijera que sí, que veía una gran canción, y en el último momento le pedí que la cantase conmigo. Me costó mucho atreverme, me daba vértigo, pero al final le eché valor y me dijo que sí. Estoy muy feliz, saboreando el momento, no me creo cada vez que le escucho cantar. Ha sido increíble verle trabajar en el estudio, coger la canción y potenciarla tanto sin cambiarla, respetando el espíritu que él veía y que tan bien entendió.
Decías en entrevistas antiguas que habías adoptado el pseudónimo de Travis en un momento de crisis existencial, cuando estabas enfadada con el mundo. ¿Cómo estás ahora? ¿La música te está ayudando a encontrar tu lugar? ¿Estás más en paz o sigues en guerra?
El nombre de Travis me cambió en un momento en el que necesitaba cambiar de todo, pero fue un proceso que ni siquiera me reconcilió. Mi problema era que sufría una disociación muy importante entre quién era y quién parecía que tenía que ser. El cambio de nombre, ponerme Travis, fue un momento de hostilidad, pero cuando encontré la música y puse toda mi energía en ella, y en intentar desarrollar una carrera profesional, empecé a reconciliarme y estoy como cualquier persona, en un camino de aprendizaje. Me siento muy agradecida por todo lo que me está ocurriendo, con todo lo que puedo trabajar y con cómo están yendo las cosas. Así que no, ya no me siento para nada en pelea con el mundo; al revés, intento aportar lo bueno que pueda aportar.
El disco gira en torno al deseo, y ya sabes lo que dicen: «Cuidado con lo que deseas, porque puedes conseguirlo». ¿Qué desea Travis Birds y qué cree que ha conseguido hasta la fecha?
Creo que he conseguido consolidarme y conocerme como compositora, he aprendido a respetarme, que es algo que no he hecho en todas las épocas de mi vida, y a darme felicidad y margen. Y mi mayor deseo ahora mismo es poder desarrollar el show que tengo planificado en mi cabeza y que sueño poder hacer; tener los medios para realizarlo como quiero. Esa parte es la que más me motiva en esta profesión: el directo, la conexión con la gente. Quiero poner todos los medios necesarios para hacer un show muy potente audiovisual, a todos los niveles.
Eso lo veremos en breve, porque sales de gira ya.
Estoy como loca. Estamos con los ensayos generales, queremos darle un enfoque diferente a los conciertos. Es la primera vez que voy a llevar un viento en todos los conciertos, eso es algo que me representa mucho en lo musical y que solo he podido hacer en contadas ocasiones, en actuaciones muy grandes. Ahora he hecho una apuesta para que la banda base sea la misma para todos los conciertos. Estamos poniendo toda la carne en el asador para los directos. Estoy muy emocionada porque creo que me estoy acercando bastante a lo que quería conseguir. Estoy nerviosa, con mucho estrés, pero muy contenta.