EL CINE QUE HAY QUE VER
“‘Toy story’ logró subvertir con creces los valores conservadores, anticuados y en última instancia negativos que representaban muchos de los filmes realizados por Disney hasta la fecha”
“Toy story”
John Lasseter, 1995
Elisa Hernández nos transporta a 1995, cuando se estrenó “Toy story”, el primer largometraje realizado exclusivamente con ordenador. Pero fue mucho más: se coronó como una de las películas de animación más importantes de la historia del cine.
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
“Toy story” permanecerá siempre en la historia del cine por haber sido el primer largometraje realizado exclusivamente a partir de ordenador. Sin embargo, sería muy injusto considerarla únicamente como un “prodigio técnico”. La película es también la que inauguró allá en 1995 la producción fílmica de Pixar, que no tardaría en consolidarse como productora de animación con un enfoque original y destinados a un público amplio, tanto infantil como adulto. El complejísimo proceso de puesta en marcha del proyecto y la lucha de poder que existió entre Apple y Disney para controlar la realización no sólo no es perceptible en la obra sino que quizás la presenta como uno de esos casos en que una película consigue sobrepasar todas las dificultades y problemas para aparecer en la escena internacional como una de las mejores películas de animación de la historia el cine.
El vaquero Woody (Tom Hanks) es el juguete preferido de Andy. Poco antes de mudarse y en la celebración adelantada de su fiesta de cumpleaños, Andy recibe el muñeco de moda, el moderno y completísimo Buzz Lightyear (Tim Allen), guardián espacial con la misión de explorar nuevos mundos y universos. Su llegada alterará la estructura existente en la habitación de Andy, provocando la envidia de Woody hasta el punto de hacer que ambos juguetes se separen de su dueño y deban colaborar para regresar hasta él a tiempo.
Con el potencial narrativo y humorístico del punto de vista de los originales protagonistas, se nos presenta un aspecto de la vida de todo niño sobre el que no tiene ningún control: qué hacen sus juguetes mientras no les ve. El filme está plagado de secundarios y objetos divertidos que complementan a la perfección a la pareja formada por Woody y Buzz. El modelo narrativo por supuesto se entronca en el subgénero de comedia (en gran cantidad de ocasiones policíaca) de la “buddy movie”, en el que dos personajes muy diferentes se ven obligados por las circunstancias a trabajar juntos y, aunque en principio sus visiones del mundo chocan, finalmente ambos constatan que al otro lado hay también sentimientos, sensaciones y, sobre todo, que no por no coincidir con los valores o pretensiones de otra persona ello significa que su manera de entender la realidad o la vida sean mejores o peores que la nuestra. Woody y Buzz, a pesar de representar valores y contextos aparentemente incompatibles, el clásico western contra la carrera espacial, el idealizado pasado de EEUU frente a su fulgurante futuro (recordemos, Buzz Lightyear no sabe que es un juguete durante gran parte del metraje), finalmente son capaces de colaborar para conseguir volver junto a Andy.
Con este relato de comprensión mutua y aceptación del otro, “Toy story” logró subvertir con creces los valores conservadores, anticuados y en última instancia negativos que representaban muchos de los filmes realizados por Disney hasta la fecha (sobre el racismo de “El rey león”, de 1994, hay ríos de tinta) y, presentándonos una historia de sincera amistad entre contrarios, nos confirmó que Pixar (y los mismos Woody y Buzz, que volverían en sucesivas secuelas en 1999 y 2010) había llegado a la escena hollywoodiense para quedarse.
–
Anterior entrega: “Apocalypse now” (1979), de Francis Ford Coppola.