LIBROS
«Representa el triunfo ya definitivo de su autor, aunque el texto adquiera la forma de dos novelas diferentes unidas por un hilo»
Santiago Lorenzo
Tostonazo
BLACKIE BOOKS, 2022
Texto: CÉSAR PRIETO.
Sin lugar a dudas, el acontecimiento más esperado de la temporada cultural era la nueva novela de Santiago Lorenzo tras el soberbio e inesperado éxito de Los asquerosos. Inesperado para los que no conocían la obra del escritor portugalujo —aunque asentado en una aldea de la provincia de Ávila—, porque los que seguíamos su carrera desde Los millones sabíamos que esta mezcla de mala baba —la base fundamental del cóctel, la que le da cuerpo— y de candor solo debía esperar al boca a boca para que llegase a su público potencial, que presumíamos masivo.
De hecho, antes que escritor, Lorenzo probó fortuna en el mundo del cine, donde dejó para la posteridad dos sublimes maravillas: Mamá es boba y Un buen día lo tiene cualquiera. Sus películas captan esa ternura indefensa, ese peso del mundo que se toma con resignación, con un tanto de ironía. En Tostonazo, el protagonista, alguien sin oficio ni beneficio, entra por casualidad en el mundo del cine. Con posos de nostalgia, quizás, con recuerdos agradables, pero también con un ajuste de cuentas se plantea Lorenzo su novela, puesto que salió de la industria de las películas decepcionado, pero con conocimiento suficiente de lo que se trama en ellas para hacer una buena estampa costumbrista.
De hecho, el cine salva al protagonista del trasiego continuo de orujo, que es la causa de que pueda entrar. Mientras está nuestro en un bar, otro parroquiano le propone que se presente en una productora de cine, a la que entra a trabajar como meritorio de producción y en la que conoce a un personaje que llama su atención desde el primer momento: Sixto Arias Rivero. Es un estudiante de Historia del Arte que abandonó la carrera por el mundo de la comunicación. Tiene una ventaja: es hermano del director de la productora, pero por otro lado es un tipo aburrido, con ideas absurdas o que ha vampirizado de todo el mundo. Aparte de todo ello, es impertinente y bocazas.
Una cosa está clara. Quizás Tostonazo no tenga la estructura medida de Los asquerosos, ese crescendo que hacía que el lector acompañase poco a poco al protagonista en su defensa numantina, pero por lo menos la iguala en la creación de personajes odiosos, aunque por contraste haya de presentar al resto de profesionales como unos ángeles de la tramoya (siempre con celo, siempre positivos).
Otro aspecto que falla en la estructura de la novela es que, tras acabar la película, no acaba la novela, sino que nuestro protagonista asume otro empleo, totalmente divergente con el anterior: cuidar a un tío abuelo que vive en Ávila. Un tío abuelo que es desagradable y malaje. Sin embargo, ello le sirve para hacer nuevas amistades y elogiar el encanto de las ciudades pequeñas, aparentemente sin atractivos, impersonales.
El final de la novela representa el triunfo de nuestro héroe, o quizás no y nos tengamos que plantear qué significa triunfo. Lo que si representa es el triunfo ya definitivo de su autor, a pesar de la falta de concreción estructural que hace que el texto adquiera la forma de dos novelas diferentes unidas por un hilo. Vence en ella el estilo aparentemente ligero, pero que hurga, a poco que atendamos, en cuestiones políticas y sociales. Y desde luego magnético, eso sí. Les aseguro que no la podrán dejar.
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Anterior crítica de libros: Las olas del tiempo perdido, de Sandra Barneda.