DISCOS
“Canciones con un peso emocional tal, que el corte sixtie que las viste y el halo medieval que las maquilla consiguen dotar al sonido de colores alucinantes”
Tórtel y Alberto Montero
“Tórtel y Alberto Montero alucinados”
I*M RECORDS, 2018
Texto: SARA MORALES.
Qué alentador es encontrarse de repente una tarde con canciones como ‘Nada será igual’. Cuando parecía que las estructuras se repetían sin cesar en estos tiempos que corren, que la canción de autor vestía la misma piel una y otra vez, y que los géneros fluían inconscientes en el timeline independiente español, resulta que aparecen Tórtel y Alberto Montero para desmoronarlo todo con esta composición, elegida además como adelanto de su trabajo conjunto.
A medio camino entre la canción de cuna y la consistencia de trova contemporánea, de una sencillez que desgarra, semidesnuda de guitarras, presa de la ternura y la nostalgia, con alma escapista y dibujada a dos voces que a destiempo abrigan el estribillo, se convierte en sí misma en la razón de ser de este epé con ojos.
El disco lo completan tres temas más, escritos a medias a pesar de una distancia física (Tórtel en Valencia y Alberto en Barcelona) que la creatividad y la lucidez no comprenden.
‘La puerta dibujada’ se presenta espacial, luminosa, onírica y embriagadora reflexionando verdades desde un presente esperanzador. Abre la cara A, compartida con ‘Canción desde ningún lugar’, donde en mitad de un enredo psicodélico de tempo lento se escucha, entre los agudos pop de Tórtel y los graves folk de Alberto, frases como «Tu imperfección es tu poder, todas tus faltas tu virtud». Ahí es nada.
Aunque la cara B queda marcada por la belleza sobrecogedora del single ‘Nada será igual’, ‘Nosotros los animales’ -la otra pequeña joya de este trabajo-, también tiene vida propia. Es el tema de corte más retro, si cabe, de este póker de corazones hecho música, con un pulso decidido, más mordaz y unos cambios de registro y de atmósferas en mitad de su desarrollo que generan expectación tanto lírica como instrumental.
Con este trabajo no solo ahondamos en la valía individual de cada uno de estos músicos de carreras ya asentadas, sino también en la magia de su unión. Esa que ha traído consigo cuatro canciones con un peso emocional tal, que el corte sixtie que las viste y el halo medieval que las maquilla consiguen dotar al sonido de colores alucinantes.
–
Anterior crítica de discos: “Whistle down the wind”, de Joan Báez.