EL CINE QUE HAY QUE VER
“Una fascinante y cautivadora representación de una investigación cuyo resultado en realidad ya conocemos”
Referente de otras películas modernas en la misma línea, Elisa Hernández rescata la cinta “Todos los hombres el presidente” y explica cómo consiguió fascinar reflejando un caso real: la investigación que acabó con el mandato de Richard Nixon.
“Todos los hombres del presidente”
Alan J. Pakula, 1976.
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
La noche del 17 de junio de 1972, cinco ladrones fueron detenidos tras haber allanado las oficinas del Comité Nacional del partido demócrata norteamericano en el complejo de oficinas Watergate. El incidente, considerado al principio como casi anecdótico, cae en las manos del reportero Bod Woodward (aquí interpretado por Robert Redford), del “Washington Post”. Poco a poco, tirando de un hilo tras otro, Woodward y su compañero Carl Bernstein (Dustin Hoffman) descubrirán una trama que parece sacada de las mentes más conspiranoicas y que llevará a Richard Nixon a dimitir de su cargo como presidente de EE.UU. en 1974.
En su traslado a la ficción, esta investigación periodística resulta en un filme construido más sobre los detalles y los momentos de espera, casi de aburrimiento, que en cualquier otro tipo de tensión basada en el exceso o el artificio. “Todos los hombres del presidente” se apoya en el laborioso y exhaustivo trabajo y el nerviosismo de los propios reporteros para generar desasosiego, siendo capaz, a través de calculados silencios y tensos diálogos, de ofrecer una fascinante y cautivadora representación de una investigación cuyo resultado en realidad ya conocemos. No es el final del camino lo que importa, es el esfuerzo, la angustia y la presión de tratar de llegar hasta él los que crean el thriller, ofreciéndonos así una emocionante película detectivesca no a través de la acción ni de la violencia, sino de infinitas llamadas telefónicas y múltiples conversaciones con testigos.
Tras el reciente éxito de “Spotlight” (Tom McCarthy, 2015) y el anuncio de un nuevo filme sobre los papeles del Pentágono de la mano de Steven Spielberg, resulta inevitable recuperar esta película como su obvio modelo y referente, y, sobre todo, para preguntarnos, ¿por qué ahora? Y es que en realidad, este no es un filme sobre el considerado hasta hoy el momento más bajo de la política norteamericana, sino sobre la fe que el país pone sobre la fortaleza de su democracia, la capacidad de los poderes más allá del ejecutivo (el legislativo, el judicial y el cuarto poder, es decir, la prensa avalada por la primera enmienda) para evitar la corrupción o las posibles tendencias autocráticas de sus gobernantes.
“Todos los hombres del presidente” es una fantasía bipartidista sobre las funciones del periodismo libre e independiente, una fábula que en la época de las “fake news” y de la concentración empresarial en los medios de comunicación resulta tan aparentemente necesaria como rotundamente frívola.
–
Anterior entrega de El cine que hay que ver: “Reservoir dogs” (1992), de Quentin Tarantino.