COMBUSTIONES
«En Estados Unidos la mafia Parton es ya una internacional del alma»
Escribió el gran hit de Whitney Houston, ha grabado discos con Emmylou Harris o Loretta Lynn y posee una carrera musical muy respetada en Estados Unidos. Pero ahora, Dolly Parton añade una hazaña extramusical a su historia. Por Julio Valdeón.
Una sección de JULIO VALDEÓN.
El tópico, y Lester Bang, certificaron que nunca volveríamos a estar tan de acuerdo en nada como en Elvis Presley. Muy cierto. Pero conviene no olvidar a Dolly Parton. Imagino que en España esto resultará pintoresco o exótico. A fin de cuentas muchos todavía ignoran el metal country, la influencia vaquera, de clásicos como Hank Williams a heterodoxos como Gram Parsons, que anima las composiciones de grupos del calibre Los Secretos y de solistas tan reconocidos como Quique González. Pero en Estados Unidos la mafia Parton es ya una internacional del alma. Un club interclasista, imposible de imaginar en la muy sectaria Europa, que cruza supuestos océanos ideológicos. Del cristiano fundamentalista al hipster de Sausalito, de la investigadora Brené Brown, texana progresista famosa por sus estudios sobre la vulnerabilidad, a su gran amigo Willie Nelson, no hay aficionado que no respete a la autora de trallazos como “Jolene” o “I will always love you” (sí, el baladón en los noventa, cantaba Whitney Houston). El amor trasciende lo puramente musicológico.
Más allá de sus fenomenales canciones, de su voz muy pura y de su importancia como figura seminal del género, más allá de sus discos en solitario y sus trabajos junto a Porter Wagoner, Loretta Lynn, Tammy Wynette, Emmylou Harris, Linda Ronstadt y otros, de sus aventuras pop y rhythm and blues y sus imponentes incursiones en el bluegrass, Parton es también la singular empresaria con un parque de atracciones a su nombre y un icono pop art de busto atómico e imponente belleza sureña, ligeramente obsesionada con el bisturí en las últimas décadas. Sus moños y postizos desafían las más elementales leyes físicas. Se trata de una estrella siempre bienhumorada, encantadora y tolerante. Feliz de tomarse a chufla y reírse de su sombra. Ahora también es una heroína de la pandemia.
Hace meses Parton donó un millón de dólares al desarrollo inicial de la vacuna de Moderna. Este dinero habría conformado la Dolly Parton Covid-19 Research Fund. Crucial para sufragar los primeros pasos de la vacuna, que según leo en el New York Times fueron dirigidos por Mark Denison, profesor de patología, microbiología e inmunología en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville. «Su dinero nos ayudó a desarrollar la prueba que usamos para demostrar primero que la vacuna Moderna da una buena respuesta inmunológica», ha explicado Denison. Otro colega suyo en Vanderbilt, el cirujano Naji Abumrad, entrevistado por el Washington Post, sostiene que la donación de Parton «hizo posible acelerar la ciencia detrás de las pruebas. Sin lugar a dudas su financiación hizo que la investigación de la vacuna fuera diez veces más rápida». La cantante, que lleva en el negocio desde la adolescencia, que desde el principio fue señalada como una de las elegidas por Johnny Cash y otros tótems sagrados, donó su dinero en honor al doctor Abumrad, amigo personal desde que en 2013 ella sufriera un accidente de tráfico. Lyz Lenz, autora de God land y Belabored: A vindication of the rights of pregnant women, ha escrito en Twitter que «Shakespeare pudo haber escrito El rey Lear durante la peste, pero Dolly Parton financió una vacuna contra la COVID-19, lanzó un álbum de Navidad y un especial de Navidad. Francamente, El rey Lear está bien, pero dame un especial de Navidad de Dolly cualquier día. Y además, una vacuna». Lo dicho, todo el mundo ama a Dolly. Con razón.
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