LIBROS
«En el buen puñado de narraciones en que Isaac Rosa sabe avanzar con precisión quirúrgica, la sensación es impactante»
Isaac Rosa
Tiza roja
SEIX BARRAL, 2020
Texto: CÉSAR PRIETO.
Cuando Isaac Rosa anuncia, en el prólogo de este libro de relatos, que no puede con los cuentos, que ni le interesan ni sabe escribirlos, parece directamente el tópico de la captatio benevolentiae que los clásicos usaban para aparentar humildad, cuando lo que pretendían es acercarse unos pasitos al lector (o al oyente). Porque lo cierto es que los escribe muy bien. No todos, evidentemente, son excepcionales, el volumen incluye cincuenta; pero en un buen puñado de ellos sabe ajustar los ingredientes, marcar el tiempo de cocción y la temperatura y darle el toque final esplendoroso.
Cuando defiende en el mismo prólogo los relatos de encargo, no podemos estar más de acuerdo. Se trata de un antología de cuentos publicados anteriormente en periódicos, que contrataban a un escritor y esperaban un email con su aportación semanal, o mensual. ¿son peores por ello? No parece que haya nada que lo sustente. Ojalá, aparte de lo que ellos motu propio quisiesen escribir, se encargase a los escritores construir novelas, igual que se le encarga a los arquitectos construir edificios. Es su profesión y la gran mayoría de las historias que tanto nos obnubilan del siglo XIX se crearon por encargo y fueron apareciendo en periódicos.
Periódicos a los que Isaac Rosa se acoge para estructurar su antología. Ya que fueron publicadas en ese medio, ya que son testimonio de los conflictos de nuestros días (incluso del que hoy padecemos), vamos a organizarlos por secciones: Sociedad y Cultura, Política y Economía. Incluso hay espacio para las ofertas de empleo y los anuncios por palabras. Y más que brillar en cuentos concretos, en tramas que sepa llevar adelante, brilla en ciertas secciones: en política especialmente. En sucesos o en espectáculos también.
El primer bloque cuenta con tres narraciones excepcionales. Nadie que escriba un cuento como “¡Que le quiten el lazo!” puede decir que su manejo del relato es nulo. En una procesión de Semana Santa, un lazo amarillo que lleva la imagen —antigua ofrenda que siempre ha estado ahí— es malinterpretado. Las redes sociales hacen el resto. El tono, las puntillas con el lenguaje, la estructura —como una marea que va subiendo— y el reflujo final de la desolación conforman un relato medido, una pequeña joya de la palabra.
De esta primera serie política también destacan “Tiza roja” —que me ha recordado al Cortázar más directamente combativo— y “Tengan ustedes un buen día”, que entra dentro de la estructura encadenada de alguno de los cuentos, en que los personajes van pasándose un testigo simbólico que libera indignación.
Personajes que están siempre desolados, manejados por fuerzas mayores, no solamente sin destino, sino envueltos en una espiral frágil, a punto de romperse. Como si los dioses nos hubieran puesto un piloto automático. Ocurre con la protagonista de “Urgente”. El mensaje que debería leer bajo esta condición está en su mano días y días, pero nunca se abre. Personajes que cuando quieren hacerse dueños de este destino hacen tambalear a la sociedad, como en “Nada”. ¿Qué ocurre cuando alguien no tiene ordenador ni móvil? ¿Ni siquiera una cuenta bancaria, puesto que recibe religiosamente un sobre mensual con su sueldo? El pulso del cuento luce en ellos con esplendor. Como en “Patio de luces”, un estupendo recorrido por escenas en que la comunicación no verbal se hace poco a poco fuerte y dura, o en “Home”, de brillante idea: ¿por qué no vivir en la zona de exposición de las tiendas de muebles, infrautilizadas por la noche?
Entre la multitud de narraciones hay algunas cuya idea resulta menos conseguida en su resolución; pero, desde luego, en el buen puñado en que Isaac Rosa sabe avanzar con precisión quirúrgica, la sensación es impactante. Notamos que nos explica, que nuestras vidas diarias están trazadas con palabras que juegan dentro del mismo relato y se comprometen fuera de él.
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Anterior crítica de libros: Joy Division. La historia oral, de Jon Savage.