«No diría que ha sido fácil pasar estos cinco años, pero al mismo tiempo, hemos sentido que estábamos creciendo todo el tiempo»
Cinco años después de que tres de sus miembros fundadores decidieran marcharse, la banda liderada por Stuart Staples publica «The something rain», un trabajo que parece cerrar definitivamente las heridas provocadas entonces. Eduardo Guillot entrevista a Staples.
Texto: EDUARDO GUILLOT.
Foto: CHRISTOPHE AGOU.
El nuevo álbum de Tindersticks suena a fin de trayecto. «The something rain» supone el reencuentro del grupo consigo mismo, tras cinco años en los que la ausencia de tres de los componentes originales (especialmente, el violinista Dickon Hinchliffe, responsable en gran medida de su particular sonido) les había llevado a explorar territorios inéditos en su discografía previa. El vocalista Stuart Staples, al frente de la nave desde su creación, explica las sensaciones que se viven en el seno de la banda en el momento actual.
Parece que el grupo se está reconstruyendo desde la marcha de tres de sus miembros, en 2006. ¿Tenéis la misma impresión cada vez que entráis de nuevo en el estudio?
En los últimos cinco años ha existido esa sensación. Pero con este álbum hemos trabajado como una unidad. Quizá la última pieza del puzzle era Earl Harvin (batería), pero cuando conoces a alguien nuevo y empiezas a trabajar con él, hace falta cierto tiempo para que todo el mundo encuentre su voz y su lugar en el grupo. Para Dan McKinna y Earl Harvin, hacer este disco ha significado encontrar esa voz, y han ido más lejos que el resto de nosotros. Se nota incluso en la escritura de Dan en ‘A night to still’.
¿Ha sido difícil pasar estos cinco años?
No diría que haya sido fácil, pero al mismo tiempo, hemos sentido que estábamos creciendo todo el tiempo. Cada vez que nos hemos reunido ocurrían más cosas, así que nunca es fácil, pero cuando tienes esta energía colectiva, te impulsa más lejos.
Durante este tiempo, habéis cambiado varias veces de músicos. ¿Es la actual formación la definitiva?
Creo que sí. Este disco, de alguna manera, es como una conclusión del trabajo que empezamos con «The hungry saw» (2008). Ahora ya no es tanto un asunto de hallar la energía colectiva como de mantenerla y pensar en el futuro. Soy muy consciente de que ese es el objetivo, porque sé lo frágil que terminó siendo la primera formación del grupo. Así que se trata de mantenernos unidos, y eso es algo que no se puede forzar.
¿Sentís ahora más libertad para experimentar en las grabaciones?
Sí, pero también nos apetece más. De hecho, este disco nació de la experimentación, que fue muy importante al principio. Todo era nuevo para nosotros, no utilizamos los instrumentos que cada uno usa habitualmente. Siempre tratamos de encontrar pistas, momentos que nos emocionen y que podamos explorar en diferentes direcciones.
Se ha relacionado «The something rain» con vuestros primeros trabajos. ¿Compartes la opinión?
Siento que existe una conexión con los dos primeros discos. Pero solo en lo que respecta a la actitud. Fueron dos álbumes que se hicieron de manera bastante inconsciente. En aquella época, no sabíamos realmente cómo se graban los discos, era algo nuevo para nosotros, aprendimos mientras lo hacíamos. Echando la vista atrás, creo que hicimos muchas cosas bien, como la composición, la elección del estudio, la gente con la que colaboramos, la situación de trabajo… Fueron cosas que surgieron de manera natural. Y cuando empiezas a ver que las cosas van mal, es cuando te das cuenta de lo especiales que fueron aquellos momentos, cuando eras capaz de tomar las decisiones correctas. La aproximación a este disco ha sido similar, hemos tenido un sentimiento de libertad, haciendo música como si estuviéramos en nuestra propia burbuja. Como entonces, solo que somos más viejos y más sabios.
¿El tema ‘Chocolate’ está relacionado con ‘My sister’, una canción de corte similar incluída en «Tindersticks II» (1995)?
Sí. Lo es en la medida en que Dave Boulter escribió la música y la letra de ‘My sister’ en 1995, y siempre le animamos a que continuara la historia. Dieciséis años después, por fin nos ha hecho caso [risas]. Es una canción muy paradigmática de su manera de componer y de su imaginario literario. Por eso la ha cantado él en el disco.
Hay algunas novedades, como los coros femeninos de corte soul. ¿Cómo surgieron?
Cuando empezamos a trabajar, había algunas ideas sobre el disco que tenía muy claras. Quería que los arreglos de las canciones no tuvieran nada que ver con violines, y que Gina Foster fuera importante en la confección del álbum, aunque aún no sabía cómo. Cantó mucho y se involucró en el proceso desde el principio. Esperaba que hiciera cosas nuevas, y estoy muy satisfecho de ello.
Vuestra música posee una cualidad cinematográfica que os ha permitido trabajar con la directora Claire Denis. ¿Recibís muchas ofertas en ese sentido?
Nos llegan algunas. Debo decir que, en el cine, trabajamos para gente con la que mantenemos cierta relación de amistad. No me gustaría pasarme la vida haciendo bandas sonoras. Claire Denis nos ha dado siempre mucha libertad, y cuando hemos colaborado en una película, hemos mantenido reuniones previas en las que nos ha hablado sobre el guión, sus ideas y qué estaba buscando, para que nosotros lo tradujéramos a la música. También nos manda fotos y partes del metraje rodado, y así podemos componer con mayor facilidad. Otros directores te piden cinco minutos de música para un fragmento determinado, mientras que ella deja las cosas abiertas. Poca gente trabaja así. Cuando surgen otras ofertas, siempre llega un momento en que nos acaban diciendo: «Quiero música aquí y aquí, y tiene que ser parecida a esta otra que hicisteis antes». En esas situaciones, sientes cómo naufraga la imaginación.
«The something rain» también marca un cambio de sello. De Beggars Banquet/4AD habéis pasado a City Slang/Constellation. ¿Por qué?
Terminamos contrato con Beggars Banquet. Habían pasado diez años y pensamos que necesitábamos un cambio de atmósfera. Nos entristeció marcharnos, pero al mismo tiempo había una sensación de emoción ante lo nuevo, que ha afectado positivamente al disco. De hecho, este es el primer álbum nuestro que nos pertenece, lo cual es muy importante. Cuando grabas para una compañía y es la empresa la que se queda en propiedad tu trabajo, para siempre, es algo que acaba por afectarte. Hemos convertido el cambio en algo positivo, nos ha servido para intentar llegar más lejos.
Vivís en cinco ciudades diferentes de Europa. ¿No resulta complicado para ensayar y componer?
Lo es, pero cuando recuerdo la época en que toda la banda vivía en Londres, pienso en que teníamos el local de ensayo y el equipo disponibles a todas horas, podíamos ir en cualquier momento a tocar, pero nunca lo hacíamos [risas]. Así que ahora, cuando hacemos el esfuerzo de juntarnos todos, nos centramos de verdad en el trabajo, en conseguir algo juntos. Se nota que algo puede ocurrir en cualquier momento.