DISCOS
«Es arqueología, y las piezas arqueológicas pueden haber perdido su aspecto original, pero tienen un valor incuestionable»
Sprays
Tiempos modernos
FLOR Y NATA RECORDS, 2021
Texto: CÉSAR PRIETO.
Está fuera de toda duda que los sellos independientes nacidos al albur de los primeros años ochenta crearon la escena de esa década. No es que fueran los únicos que recogían nuevos sonidos y bandas emergentes, pero sí abrieron a golpe de pico y pala cauces por donde podía fluir una nueva música —así, en general— y agruparon a bandas que lo hubieran tenido muy difícil si quisiesen acogerse a los criterios de las multinacionales. Algunas de ellas iban desapareciendo, otras fueron absorbidas —seguramente tanto por su repercusión mediàtica como por su éxito en ventas— en majors; así que, poco a poco, fueron dejando su impronta, pero todas se esfumaron. ¿Todas? No, hay una que resiste desde el año 1980, una con la que nadie ha podido: Flor y Nata Records.
Flor y Nata surgió de una necesidad que asaltó a un aficionado barcelonés —esencial para la generación pop de aquellos años en la Ciudad Condal— llamado Ernest Casals. Era mánager del grupo Telegrama, rechazado con insistente continuidad, así que decidió fundar un sello para editarlos. Y no solo los editó a ellos, sino que continuó, de forma frenética, con grupos como Último Resorte o Brighton 64.
Pues resulta que Flor y Nata sigue en las mismas manos, es la única superviviente de la etapa de esplendor inicial de las independientes y continúa lanzando a grupos que están fuera de los canales al uso. De mayor edad, todo hay que decirlo.También recupera parte de este pasado, y con el disco que presentamos se convierten en doctores en la materia: es pura inventigación sobre civilizacionesenterradas.
Recapitulemos: Flor y Nata tambien tenía en su catálogo a Sprays, un grupo de Hospitalet de Llobregat formado en 1978 y, aunque no lo fueran realmente, asímilados por el universo mod barcelonés. Era un entramado: Sprays conformaban sus canciones con aire de power pop o ska, pero no le hacían ascos a que les encasillaran entre las tendencias sixties. Ello les permitía acercar sus guitarras a las de The Jam tanto como a las de Vapors o Jags y foguearse en las salas Zeleste o Màgic. Hasta acudieron a Madrid, al Colegio Mayor San Juan Evangelista, para telonear a Los Elegantes, aunque un atasco de tráfico les impidió subir al escenario. Su single “Te veré a las diez” fue un pequeño hit local resultón que tuvo que reeditarse.
El pequeño éxito hizo que llegaran a tratos con Paco Martín, de la entonces naciente Producciones Twins, para grabar todo un elepé con las mismas coordenadas. Lo grabaron y ahí se quedó. Nadie sabía nada de él hasta que Flor y Nata, en una labor de verdadera arqueología pop, lo ha recuperado y ha añadido un concierto del grupo, que es donde se nos permite calibrar su verdadera esencia. Una esencia que bascula en dos direcciones. Por un lado, se percibe que eran devotos a más o poder del sonido Two Tone, aunque en el concierto matizan que es «reggae europeo». “Caso aislado” o “Guerra Fría” se alojan en estas coordenadas que pueden recordar a The Specials o hasta a los primeros Police.
Por otro lado, hay canciones que se resuelven en un pop enérgico, con guitarras aceleradas y melodías construidas con escuadra y cartabón. “Oscuros pensamientos” es modélica en este sentido, y se alían a ella “Chicas de Londres”, “El asesino” o “En la calle estás”, cuyos primeros segundos son idénticos a los de “In the city” y cuyo estribillo es similar a más no poder a la canción de The Jam.
El imaginario de las letras se enfrenta a angustias juveniles y generacionales en “El tiempo estaba de tu lado” o “En el futuro”, y plantea una actitud que en la época era casi motivo de guerra y de la que hoy nadie hace el más mínimo caso: entonces nos matábamos por ser modernos, de ahí el título del disco, de una de sus canciones y de alusiones explícitas en algunas más.
Lástima de la poca pulcritud del sonido. Recuerden: es arqueología, y las piezas arqueológicas pueden haber perdido su aspecto original, pero tienen un valor incuestionable y se restauran como buenamente se puede. Sprays tenían un single de alto calado en la época y ahora tienen una veintena más de canciones que demuestran que la Barcelona de los primeros ochenta también estaba bien vitaminada.
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