DISCOS
«No, Van Morrison ya no firma obras maestras, ni falta que hace»
Van Morrison
Three chords & the truth
CAROLINE/MUSIC AS USUAL, 2019
Texto: LUIS LAPUENTE.
Por lo que se ve, por lo que se escucha, el Cowboy de Belfast sigue empeñado en buscar la piedra filosofal de la música popular en cada uno de sus discos, y ya van cuarenta y uno en estudio con Three chrods & the truth, título que hace referencia a las palabras que utilizaba el gran Harlan Howard para definir el country: tres acordes y la verdad. Así se anuncia y así se revela este nuevo álbum de un autor que se niega a retirarse o a darse por amortizado, un prodigioso destajista capaz de publicar seis discos nuevos en tres años, un artista al que, maldita sea, no tiene sentido seguir reclamándole obras maestras en cada una de sus entregas porque todas o casi todas rozan por encima del notable.
Clint Eastwood y Woody Allen firmaron cintas memorables en sus años más jóvenes, películas redondas como El fuera de la ley y Broadway Danny Rose, ejemplos de cine único e irrepetible, pero aun siguen entregando películas maravillosas que nadie calificaría de absolutamente grandes. Las dos últimas (La mula, de Clint, y Día lluvioso en Nueva York, de Woody) no pasarán a la gran historia del cine con letras de oro pero uno las percibe como propias, se siente cómodo, feliz al verlas y repasarlas porque están llenas de detalles reconocibles, de pequeños destellos de amor de esos dos gigantes de la pantalla, de guiños magistrales que nos emiten una y otra vez a su imaginario. Lo mismo ocurre con los últimos trabajos de Van Morrison, especialmente con Keep me singing (2016) y con este sensacional Three chords & the truth, un álbum que bien podría figurar en la categoría de trabajos minusvalorados y malditos de su autor, como el fantasmagórico Hard nose the highway (1973) o el jubiloso Days like this (1995), favoritos secretos de quien esto suscribe. Como en aquellos álbumes, en este resplandecen un puñado de clásicos mayores del repertorio de Morrison, canciones que oscilan entre el soul de la vieja Caledonia (“Dark night of the soul”), la ensoñación con olor a media noche (“March winds in February”), el rhythm and blues de sus primeros amores (“Early days”), el country desnudo y salvaje (“Bags under my eyes”), la rabia contenida por las servidumbres de la gama (“Fame will eat the soul”, tremendo dueto con el ex miembro de The Righteous Brothers Bill Medley) o la gozosa ensoñación de espacios abiertos explicada en piezas mágicas como “Up on Broadway” y “Days gone by”.
No, Van Morrison ya no firma obras maestras, ni falta que hace, pero de vez en cuando se descuelga con discos como este, perfectos para acompañar una tarde otoñal, cercanos en su vulnerabilidad, tan sencillos como las buenas canciones de country, esas que solo necesitan tres acordes y un poco de verdad para llegarnos al corazón.
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Anterior crítica de discos: From out of nowhere, de Jeff Lynne’s ELO.