Los White Stripes se han hecho mayores, en todos los sentidos. Por ejemplo, porque su último disco, Icky thump, ha salido con una multinacional (Warner). También porque, musicalmente, han decidido expandir sus horizontes, incorporando nuevos instrumentos a la simplicísima suma de guitarra + batería, y porque han querido grabar en un estudio moderno, en la inesperada ciudad de Nashville.
Texto: DARÍO MANRIQUE.
Un éxito improbable
Que un dúo obsesionado por el blues y el garaje más primitivo llegue a ocupar portadas de las revistas –tanto de las musicales como de las marca-tendencias– parece a priori algo tan imposible como que el Murcia gane la Champions League. Pero la ascensión de los White Stripes tiene su explicación. Primero por el momento en que se produjo: Tras la decadencia del britpop y la aberrante vulgaridad del metal-rap, en los primeros años del sigo XXI los medios ingleses impulsaron una vuelta a la “autenticidad rockera” y a los presupuestos del punk. Dicho esto, los Stripes eran el sueño húmedo de cualquier redactor jefe. Sus primeros discos no podían sonar más primitivos –o sea, auténticos– y estéticamente resultaban muy atractivos, con su combinación cromática rojo-blanco-negro.
Además, Jack (voz y guitarra) y Meg White (batería) aportaban una enigmática historia personal. Según su versión, son hermanos, nada menos que el sexto y séptimo de una familia de diez, nacidos en un barrio mexicano de Detroit. La realidad, a tenor de los certificados aparecidos en Internet, es que fueron marido y mujer y posteriormente se divorciaron. Jack se volvió a casar, en 2005, cumpliendo con el tópico de la estrella de rock, con la modelo Karen Elson en Brasil.
Dando la nota
White, nacido como Jack Gillis en 1975, era ya un habitual de la fértil escena undergrond de Detroit cuando a finales de los 90 decide montar un grupo con su entonces esposa a la batería. Los White Stripes editan su debut homónimo en 1999, en Sympathy for the Record Industry, sello bandera del garaje-rock más cazurro (Detroit Cobras, Rocket From the Crypt, etc). Al año siguiente, De Stijl, título sacado del movimiento neoplasticista de Mondrian, ampliaría su proyección, pero no sería hasta el tercer álbum, White blood cells (2001), cuando el New Musical Express decidió convertirlos en el grupo más deseado del momento, propulsado por el potente single “Fell in love with a girl”, al que acompañaba un extraordinario vídeo de animación de Michel Gondry.
En pocos meses, todo el mundo quería un trocito de White Stripes, de los Rolling Stones –de los que fueron teloneros– a la MTV, que les organizó un concierto en el que todo el mundo vestía de “blanquirrojo”. Su sonido había perdido algo de la crudeza del principio, pero aún seguía siendo duro y básico. Y seguían renegando de la tecnología: Elephant (2003), el disco con el ya tenían toda la atención mediática del mundo sobre ellos, se grabó en un estudio londinense con equipo analógico de los 60 por la ridícula cantidad de 9.000 euros. Ese álbum incluía su single más conocido hasta la fecha, “Seven nation army”, que anunciaba una deriva hacia el hard-rock más led-zeppeliniano aún más patente en el reciente Icky thump, guitarrero a más no poder. El anterior, Get behind me, Satan (2005), basaba muchas de sus canciones en el piano; Icky thump en la guitarra de White, aunque hay espacio para excentricidades como gaitas escocesas o trompetas mariachis. Además, se grabó en Nashville, ciudad actual de residencia de Jack White, en un estudio moderno y durante tres “largas” semanas… Toda una salida de tono para los antes estrictos principios de los White Stripes. ¿Algo está cambiando?
——————————
JACK WHITE SIN RAYAS
SUS PROYECTOS PARALELOS
White es un tipo inquieto: no sólo se ha dedicado a producir grupos de la escena underground como The Von Bondies (con cuyo cantante acabó mal, a golpes concretamente) o los Greenhornes, también se ha lanzado con decisiones más arriesgadas, como la resurrección de Loretta Lynn. La dama del country había grabado nada más que un mediocre disco desde finales de los 80 cuando los Stripes le dedicaron su White blood cells (2001). Tres años después White produjo Van Lear rose, el mejor álbum de Lynn en muchos años.
En 2006 Jack se juntó con el infravalorado power-popero Brendan Benson y la sección rítmica de los Greenhornes para formar The Raconteurs, con quienes editó un estupendo trabajo que, según comentan, tendrá continuación.
Además, White ha hecho papeles en el cine, como en el épico de la guerra civil norteamericana Cold mountain (2003) y próximamente hará de Elvis Presley en Walk hard, una película que narra la historia de Dewey Cox, una ficticia estrella del rock de los 50.
Lee en EFE EME la crítica de Icky thump.
Para escuchar algunas canciones de Icky thump, pincha aquí.
Para ver el vídeo de la canción “Icky thumb”, entra aquí.
Web oficial de los White Stripes.