OPERACIÓN RESCATE
Eduardo Izquierdo nos transporta a 1993 para hacernos eco del segundo disco de la banda estadounidense. Un paso siempre complicado que, en su caso, se convirtió en su confirmación absoluta.
The Black Crowes
“The southern harmony and musical companion”
AMERICAN RECORDINGS, 1992
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
En 1992 The Black Crowes amenazaban con dominar el mundo, si no lo habían hecho ya. Su primer disco, “Shake your money maker”, no solo los había colocado en el mapa musical mundial, sino que lo había hecho en lo más alto. Casi todo el mundo parecía rendido a su mezcla de hard rock y blues setentero, e incluso dos de sus temas, la versión del ‘Hard to handle’ de Otis Redding y ‘She talks to rainbow’ habían ocupado el puesto más alto de las listas. Además, revistas como “Melody Maker” o “Mojo” los señalaban como la salvación del rock and roll, etiqueta que arrastrarían los primeros años de su dilatada carrera. Aunque no todo era optimismo en el seno de la banda que lideraban los hermanos Robinson, Chris y Rih.
La grabación y la posterior gira del primer disco se había tomado un rehén, y ese no era otro que el guitarrista Jeff Cease. Rich Robinson no dudaba en declarar en una entrevista en “Metal Hammer” que su solista principal andaba más preocupado de vivir las bonanzas de ser una estrella del rock que de mejorar como músico. El cambio estaba cantado y el sustituto iba a convertirse en uno de los componentes preferidos para los seguidores de la banda: el californiano Marc Ford.
Con un elemento tan decisivo como el guitarrista solista sustituido, la banda se mete a grabar su nuevo trabajo en el mes de enero de 1992. Solo necesitarán ocho días para dar forma a otra obra maestra. Porque eso es lo que es, ni más ni menos, que “The southern harmony and musical companion”. Con una sorprendente capacidad para componer, el grupo descarta decenas de canciones escritas durante su anterior gira y solo rescata algunas como ‘You’re wrong’ o ‘Sting me’, mientras otras como ‘Words you throw away’ mutan en tonadas destinadas al éxito como ‘Remedy’. Repite en la producción George Drakoulias, aunque solo de cara a la galería, ya que es el propio grupo el que toma las decisiones. Dejan que Marc Ford aporte su sello como guitarrista y, sobre todo, convierten la improvisación en eje de un álbum y, de paso, del resto de su carrera.
El disco se abre con ‘Sting me’, quizá el único tema, junto a ‘Hotel Illness’, que tiene mucho en común con su debut, pero luego se desmarcan con canciones más complejas. Con un aire negroide deambulando por todo el trabajo. Dándole al rock sabor a soul y góspel, para acabar cerrando con una espléndida versión del ‘Time will tell’ de Bob Marley.
No hizo falta esperar demasiado para saber si el resultado iba a funcionar. El 12 de mayo de 1992, el segundo disco de The Black Crowes llega a las tiendas y rápidamente se coloca en el puesto número 1 de la lista de Billboard. Pero es que sus cuatro singles también funcionan como un tiro. Todos alcanzarán el primer puesto. ‘Remedy’, ‘Hotel Illness’, ‘Sting me’ y ‘Thorn in my pride’ podrán alardear de mirar desde lo más alto de las listas al resto de canciones de su país. Inaudito. Y la confirmación de que aquello del peligroso segundo disco era un mito. Al menos para los cuervos negros.
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Anterior entrega de Operación rescate: “El muchacho eléctrico” (2005), de Jaime Urrutia.