FONDO DE CATÁLOGO
«Lo que diferencia a los Outlaws es el preciosismo con que encaran las armonías vocales y la combinación de sus guitarras»
Referentes del rock sureño, The Outlaws se estrenaron con uno de los mejores debuts de todos los tiempos. Eso, al menos, es lo que sostiene nuestro compañero Manel Celeiro. Aquí nos cuenta por qué.
The Outlaws
The Outlaws
ARISTA, 1975
TEXTO: MANEL CELEIRO.
El rock sureño es uno de mis estilos musicales favoritos. Tanto por su célebre pasado como por su esplendoroso presente. Es una escena muy activa en la actualidad, tanto en USA como en Europa, y un buen puñado de jóvenes músicos se encierran en sus locales de ensayo para sacar punta a sus duelos de guitarras. Bandas contemporáneas como Blackberry Smoke, Hogjaw, Whisky Myers, Sheepdogs o la última sensación, The Georgia Thunderbolts, por citar unas pocas, sin olvidarnos de The Black Crowes o Drive By Truckers garantizan la supervivencia del southern en pleno siglo veintiuno. Y la escucha de los discos clásicos de los grandes tótems del género, como Allman Brothers Band, Lynyrd Skynyrd (protagonistas de nuestro nuevo número de Cuadernos Efe Eme, el 34), Marshall Tucker Band, Molly Hatchet o Blackfoot, continua garantizando buenos ratos de placer auditivo. Y, por supuesto, The Outlaws, que no tuvieron unos comienzos nada fáciles para sentar las bases de su carrera.
El embrión del combo se gesta hacia 1967. Tras varios cambios de nombre y miembros ven la oportunidad de registrar un álbum más o menos un año después, oportunidad que se va al garete por desacuerdos entre los músicos, el mánager que tenían por aquellos días y el productor. Vuelta a empezar en su Florida natal, donde planean regresar al estudio, pero la mala suerte sigue cebándose con ellos y las cintas nunca verán la luz. Lo que provocó el desánimo general y una desbandada. Hasta que ya entrados los setenta se consolida la alineación que, por fin, podrá editar su primera obra. Se trata de Hughie Tomasson, (guitarra, voz), Billy Jones (guitarra, voz), Henry Paul (guitarra, voz), Frank O’Keefe (bajo) y Monte Yoho (batería), que contaron con la inestimable colaboración de Ronnie Van Zant, el llorado vocalista de Lynyrd Skynyrd, para que el capo de Arista, Clive Davis, les firmara un contrato.
Antes de continuar con ese primer paso discográfico, conviene señalar lo que tienen de especial los forajidos. Si bien el tema sureño es una mezcla de rock and roll, blues y country, lo que diferencia a los Outlaws de otras bandas del palo es el preciosismo con que encaran las armonías vocales, no en vano son tres cantantes, y la combinación en la manera de tocar las guitarras, estilos bien diferenciados, uno más country y blues, otro más rocanrolero, que encajan a la perfección. Son matices, es cierto, pero eso les da un plus que se agradece. Algo que también sucede, por ejemplo, con la Marshall Tucker Band y su uso de la flauta.
La primera grabación
Pues sí, queridos lectores, tras superar tanto obstáculo consiguen, por fin, meterse en los estudios Elektra de California en el invierno de 1975 para descargar toda esa energía acumulada y grabar unas canciones que era pecado mortal que no estuvieran ya inmortalizadas y al alcance de todo aquel que las quisiera escuchar. Y se nota: es un disco en que todo funciona, con los intérpretes en estado de gracia y un puñado de temas que han quedado como clásicos de su repertorio. La producción de Paul A. Rothschild debió ser muy poco intervencionista, limitándose a poner orden, conseguir un sonido limpio y radiante a la par que contundente y a darles la confianza necesaria para que liberaran todo lo que llevaban dentro.
La canción seleccionada para abrir es de aquellas que te hace pensar: si esto empieza así, ya verás como va a terminar. “There goes another love song” define muy bien lo que son, maravilloso trabajo guitarrero, excelente combinación de las tres gargantas y un estribillo altamente contagioso. ¿Qué sería del rock sureño sin el ataque frontal de las guitarras como santo y seña? Pues aquí tenemos una clase maestra a cargo de Tomasson, Jones y Henry Paul, la manera en que se dan llamada y respuesta a las seis cuerdas, como interactúan entre ellos y la forma en la que se complementan quedan patentes en las dos siguientes composiciones, “Song for you”y “Song in the breeze”, antes de bajar un poco las revoluciones en “It follows from your heart”, una balada que podía figurar perfectamente en el cancionero de los Eagles.
“Cry no more”, “Keep prayin’” y “Stay with me” son pura carretera sureña, velocidad de crucero boogie rock para canturrear al volante mientras el sol se pone en el horizonte y cada vez te quedan menos kilómetros para llegar a casa. La pieza instrumental “Waterhole” sirve para que vuelvan a poner sobre el tapete su enorme solvencia técnica. En “Knoxville girl” destapan el tarro de las esencias country, con acordes y partes cantadas que rozan el bluegrass, puro trote vaquero de porche y mecedora.
Dejamos para el final el tema bandera, esa canción río que todas (o casi todas) las bandas sureñas poseen en su repertorio. A “Dreams” de Allman Brothers, “Free bird” de Lynyrd Skynyrd, “Can’t you see” de la Marshall Tucker Band, “Highway song” de Blackfoot o “Fall of the peacemakers” a cargo de Molly Hatchet hay que sumar “Green grass & high tides». Un tour de force de más de nueve minutos, que se extiende hasta el infinito en directo, que carga de razones a quienes les apodaron The Florida Guitar Army. Crescendo controlado para ir aumentando paulatinamente la intensidad hasta explotar en la orgia guitarrera final cruzándose solos como si no hubiera un mañana. Magistral.
Uno de los mejores debuts de todos los tiempos, un referente absoluto dentro del rock sureño y una influencia notable para generaciones posteriores. Y señalar, para terminar, que The Outlaws son los que están en mejor forma de todos los compañeros de generación que siguen en activo. Y no solo reviviendo los réditos de sus mejores años, sus últimos discos It’s about pride (2012) y Dixie highway (2020) son realmente recomendables y el doble en vivo Legacy live (2016) puede mirar sin abochornarse a Bring it back alive (1979). Solo queda Henry Paul como miembro original, el baterista Monte Yoho se apeó de la nave el pasado 2021, pero mantiene intacto el espíritu junto a sus actuales acompañantes.
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