The Modern Lovers (1976), de The Modern Lovers

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OPERACIÓN RESCATE

«Tras la torpe y truculenta historia de este grupo se esconde un único disco con un poso incontestable»

Debutaron con un inspirado disco homónimo que tardó tanto en ver la luz que cuando lo hizo la banda ya atravesaba fricciones internas y tensiones con la que fue su primera discográfica. Sara Morales reconstruye la historia del primer disco de The Modern Lovers.

The Modern Lovers
The Modern Lovers
BESERKLEY, 1976

Texto: SARA MORALES.

 

La suerte y el tiempo nunca jugaron a favor de The Modern Lovers; y eso que al poco de su formación en 1970, ya habían conseguido atraer al mundo —y a algunas multinacionales— con sus conciertos de presentación en Boston y Nueva York.

En la cúspide de aquella popularidad inmediata, rondaba el año 1972, dejaron su Massachusetts natal para viajar hasta Los Ángeles y registrar aquellos primeros temas con los que estaban consiguiendo el favor del público y de la industria. Sin embargo, y a pesar de contar con una materia prima ganadora y un equipo técnico de alto nivel, el álbum no vio la luz hasta 1976. Para entonces la propia banda había desaparecido.

Aquellos días de trabajo en California el grupo debió enfrentarse a dos sesiones de demostración de cara a la grabación final. La primera de ellas contó con John Cale como productor y Warner Brothers como respaldo discográfico. Jonathan Richman, capo de The Modern Lovers, era un fiel devoto de la obra de Velvet Underground y trabajar al lado de Cale era mucho más de lo que podía soñar. De su mano parieron la gran «Roadrunner», el incontestable himno de la banda a base de dos notas que se pasean por las vicisitudes de la vida de carretera, y junto a ella cinco canciones más: «Astral plane», «Old world», «Pablo Picasso», «She cracked» y «Someone I care about».

La segunda sesión, planteada por A&M, corrió  a cargo de Allan Mason y Robert Appere a la producción y con ellos materializaron «Girlfriend», «Modern world» y «Dignified and old», esta última sería la única excluida del repertorio final del álbum, el resto conformarían el debut discográfico de The Modern Lovers junto a «Hospital», un tema que habían grabado un año antes.

Con todo este material a su disposición, las compañías rifándose el lanzamiento final, el público esperando y el magnate Kim Fowley tentando con ofertas, el grupo comenzó a asistir a su debacle. Sus miembros, todos ellos pesos pesados del rock —el líder vocalista, guitarrista y compositor Richman, el también guitarra y cofundador John Felice que participó en el grupo ocasionalmente, Jerry Harrison a los teclados que terminaría en Talking Heads, Ernie Brooks al bajo y David Robinson a la batería que más adelante fundaría The Cars—, eran incapaces de ponerse de acuerdo sobre qué discográfica elegir. Además, comenzaron a asomar también las diferencias estilísticas, pues mientras Richman insistía en suavizar el sonido de la banda, el resto quería seguir apostando por la cara cruda del rock con carácter proto punk que los definió desde su origen.

Finalmente, Warner se llevó el gato al agua… aunque por poco tiempo. La producción de John Cale había convencido en mayor medida a la banda —algo presionada por la predilección velvetiana de Richman— y decidieron que él fuera el productor definitivo del álbum. Sin embargo, el ambiente en el seno interno de The Modern Lovers ya estaba tan podrido que resultó imposible sentarse a trabajar para completar el disco. Warner, decepcionada, clausuró el contrato, la banda se fue al garete y el sello Beserkley compró los derechos para publicarlo, tras un acuerdo unilateral con Richman que ya nunca más quiso firmar como The Modern Lovers (de aquí en adelante lo haría anteponiendo su nombre). Llegó incluso a renegar del álbum cuando finalmente vio la luz en 1976 y no quiso legitimarlo hasta que lo regrabó completamente a su gusto aquel mismo año con una nueva formación.

Lo cierto es que, tras la torpe y truculenta historia de este grupo que solo vivió unos pocos años, se esconde un disco —un único disco— que ha dejado un poso incontestable en la historia del rock. Levantado a partir de canciones que juegan a la antítesis («Old world»-«Modern world»), que alzan a las chicas malas («She cracked), que también le dan al romanticismo («Someone I care about»), incluso a la ñoñería («Girlfriend») o que repasan las artes (sobre todo las amatorias) de un icono como Picasso («Pablo Picasso») inspirando a titanes como David Bowie que la versionaría en su álbum de 2003, Reality.

Y todo desde un mecanismo sonoro sencillo y primitivo, en el que el tono confesional de una voz desvergonzada y orgullosa se dedica a hacer todo lo demás.

Anterior entrega de Operación rescate: New boots and panties!! (1977), de Ian Dury.

 

 

 

 

 

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