The journey. Part 1, de The Kinks

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DISCOS

«Háganse un favor y vayan a por este recopilatorio, porque seguro que hay decenas de cosas que les van a gustar»

 

The Kinks
The journey. Part 1

BMG, 2023

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Los aficionados al pop y al rock asisten, afortunadamente, a noticias sobre The Beatles y The Rolling Stones: que si Paul McCartney publicará una nueva canción de su grupo ayudado de la inteligencia artificial, que si la banda de Mick Jagger empieza una nueva gira. Pero desde tiempo inmemorial, el grupo que les ha hecho sombra artísticamente, The Kinks, ha pasado desapercibido en los medios. Por varias razones que aquí llevarían más espacio del que tenemos, pero, entre ellas, que casi no existen más que sus canciones.

Su discográfica, Pye Records, guarda muy poco material de la banda, no hay acetatos, no hay grabaciones de sesiones y muchas de las tomas descartadas han sido destruidas o reutilizadas para grabar algo encima. Aunque Ray Davies guarda un diario de su historia en los años sesenta, no ha dado permiso a nadie para acceder a él, y es esa la época de la que proceden la mayoría de canciones de este recopilatorio.

En 1971 fichan por RCA y desde entonces conservan más material, los Konk Studios que habían fundado guardan más bobinas, pero hasta ahora tampoco se ha podido acceder a ellas. De esa época proceden las influencias de music hall y de country de este doble cedé, que recoge parte de la producción del grupo en los años sesenta, con esporádicas incursiones en los setenta.

El primer capítulo es el de los inicios, la aventura que se abre evidentemente con el “You really got me” y un puñado de canciones que anticipan y dan curso libre a lo que después serán el garaje y el blues rock. La primera inflexión estilística se produce en “Dandy”, de 1965, que inicia ese punto de cabaret y en la que se pueden adivinar retazos de psicodelia, igual que el country que explotarán después se adivina en “So long” y “Wait till the summer comes along”. El resto, tonadas ultrapop deudoras del bigbang que supusieron The Beatles.

El éxito, la derrota y la vuelta al pasado son los ejes del segundo capítulo, con el music hall ya muy presente en “Supersonic rocket ship” —atentos a esas deliciosas trompetas mexicanas— y “Wonderboy”, con los años cincuenta surgiendo de “Schooldays”, esta de 1975, con toda la esencia Rolling Stones y un genial diálogo de guitarras en “The hard way”, e incluso con lo que se puede considerar un antecedente del glam rock en “Dead end Street”

Tercer capítulo. Es el de la melancolía y la nostalgia, con la preciosa e icónica “Days” o el bajo que llena de oscuridad “Nothin’ in the world can stop me”. Son, de nuevo, unos The Kinks duros y abrazan el blues en estado puro al hacer “Last of the steam-powered trains”, y hasta anticipan a grupos como los Violent Femmes en “Too mucho in my mind”. Pero también hay lugar para el recogimiento y la introspección, como en “Where have all the good times gone” —que es puro Bob Dylan— o “It’s too late”, que parece sacada del alma de Gram Parsons. El extremo de este camino es “Sitting in the midday sun”, que si la hubiera conocido Frank Sinatra hubiera tenido una versión.

Llegamos al final, al capítulo del amor, siempre ilusionante, siempre atormentado. Se abre con la maravillosa “Warterloo sunset”, recorre de nuevo el country, en “Dead of a clown”, anticipa la música progresiva en “Australia” y vuelve a ser enormemente pop en “This is where I belong” y la preciosa “Celluloid heroes”.

Entiendan que The Kinks pertenecen al triunvirato de los grandes o no, sean ustedes seguidores de un estilo de música o de otro, tengan interés o desinterés por lo que pasó en la música popular hace cincuenta años o se dediquen solo a la actualidad, háganse un favor y vayan a por este recopilatorio, porque seguro que hay decenas de cosas que les van a gustar.

Anterior crítica de discos: Greta Garbo, de Bunbury.

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