DISCOS
«De ese período devastador, Byrne renace fortalecida y con las canciones más crudas y conmovedoras que ha compuesto»
Julie Byrne
The greater wings
GHOSTLY INTERNATIONAL / POPSTOCK!, 2023
Texto: XAVIER VALIÑO.
Probablemente el cierre de su anterior álbum (Not even happiness, 2017), una canción titulada “I live now as a singer” (“Ahora vivo como una cantante”), fuese tan afirmativo, al resaltar su nueva condición de alguien que podía vivir ya de la música, como definitorio, al abrirle las puertas a lo que sería el disco que ahora presenta. Su voz en un tono bajo, íntimo, cercano, arropada por un sintetizador (tocado por Eric Littmann, su colaborador más próximo) y una sección de cuerda no hacían sino presagiar lo que sería, seis años después, su tercer disco.
Allí se había fijado el tono para este The greater wings, con el que Byrne accedería a un público mayor. Pero entre medias Littmann falleció, dejando tocada a Byrne y condicionando también el contenido de este disco. Hay gravedad en su voz, dolor, pero también la determinación de transformarse a partir de la desolación de la pérdida. Y, de hecho, le dedica el álbum a su familia elegida —no aquella en la que nació, sino aquella con la que convive, sea esa quién sea— afirmando su compromiso con un futuro compartido.
Sus composiciones de folk cósmico no se sustentan solo en la guitarra (“Portrait of a clear day”), sino que ahora las guía también el piano (“Death is the diamond”, “Moonless”), el arpa (“Flare”, “Summer’s end”) o un sintetizador que establece una atmósfera algo más edificante dentro de lo que cabe (las preciosas “Summer glass” o “Lighting comes up from the ground”), más esa voz contenida que no necesita de alarde alguno para mostrar toda su expresividad. De ese período devastador, Byrne renace fortalecida y con las canciones más crudas y conmovedoras que ha compuesto.
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Anterior crítica de discos: Weathervane, de Dennis Schocket.