“The get down”, de Baz Luhrmann y Stephen Adly Guirguis

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 “No removerá –ni mucho menos– conciencias, ni aportará nueva luz al fenómeno del hip hop ni cambiará la vida de nadie, pero les hará pasar unos cuantos ratos estupendos”

 

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“The get down”
Creada por Baz Luhrmann y Stephen Adly Guirgis
Netflix, 2016

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

“The get down” es un ágil entretenimiento. Un producto de factura solvente, ritmo in crescendo y una trama convencional, apta para casi todos los públicos. Si alguien quiere documentarse acerca de los orígenes del hip hop, haría bien en ver “Once upon a time in New York: The birth of hip hop, disco and punk” (Benjamin Whalley, 2007), por ejemplo, disponible entero en Youtube. O el también documental “Bronx 79” (Peter Mishara, 2015). O leerse el fabuloso libro “Generación hip hop” (traducido al castellano hace un par de años), de Jeff Chang. Porque “The get down” no es una serie en torno al nacimiento del hip hop. Es una serie enmarcada en esa encrucijada históricamente jugosa para la historia de la música popular (la convivencia entre el cénit de la música disco y el advenimiento del rap, el sarpullido punk), pero que esgrime una trama que prima una historia de amor juvenil con el sostén de los consabidos apuntes de clase, en esa pugna tan clásica entre el anhelo por escapar de la vida en el gueto y la fidelidad a los correligionarios del barrio. En el hirviente caldo de cultivo, eso sí, en el que prosperaron los primeros raps, los primeros graffittis y los primeros bailes de breakdance, los tres elementos distintivos de la cultura hip hop en sus albores. Pero ese es tan solo el telón de fondo.

Eso es, ni más ni menos, este nuevo guiño de Netflix a un target muy concreto, el mismo que creció a lo largo de la década de los 80 y consume con avidez productos de tinte nostálgico como la también efectiva “Stranger things”. La habitual pirotecnia visual de Baz Luhrmann, causante de que el presupuesto se disparase más allá de lo previsto, luce en todo su esplendor en el primer capítulo (el único que dirige, el más largo de esta primera temporada), alargado hasta la hora y media en una efectiva orgía de música, baile, persecuciones y tiros. Todo eso transcurre en el metraje que habitualmente se le dispensa a un largometraje, proponiendo un entretenimeinto de primera magnitud, que nadie debería tomarse demasiado en serio como crónica de una época.

 

 

Pese a la efesctista hojarasca que es marca de la casa del director australiano, y a lo convencional del relato, la historia se beneficia de una acertada contextualización, en la que el personaje interpretado por Shaolin Fantastic suele hacer las veces de guía para el neófito, el equivalente a la voz en off en un documental: el reparto del Bronx en tres zonas, dominadas por cada uno de los tres grandes MCs del momento (Grandmaster Flash –asesor de la serie– , Afrika Bambaataa y Kool Herc), la convivencia entre la comunidad negra y la puertorriqueña, las imágenes reales de la degradación de la zona, con los incendios provocados por los caseros de la zona para cobrar el seguro, las del gran apagón del 13 de julio de 1977 (y los posteriores saqueos) o las de la campaña que impulsaría a Ed Koch a la alcaldía son algunos de los vectores que conforman el trasfondo de una historia de factura aséptica y liviana, muy entretenida y con crescendos dramáticos muy bien trenzados al final de cada una de las seis entregas, en la que sobresalen los papeles interpretados por la debutante Herizen Guardiola y el veterano Jimmy Smits. Y en la que la música, obviamente, constituye un señuelo formidable (aunque se permiten algunas licencias contemporáneas, a nombre de Michael Kiwanuka o Janelle Monáe), con clásicos de Donna Summmer, The Temptations (vía Leon Bridges), Héctor Lavoe o The Fatback Band. Mucha música disco, vaya, y poco hip hop old school, que aún tardaría un par de años en germinar discográficamente.

“The get down” no removerá –ni mucho menos– conciencias, ni aportará nueva luz al fenómeno del hip hop (género con un recorrido tan largo y trascendente que era casi imposible atisbar en aquel momento) ni cambiará la vida de nadie, pero les hará pasar unos cuantos ratos estupendos.

Anterior crítica de series: “Narcos”, de Chris Brancato, Eric Newman, y Carlo Bernar.

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