“The end”, de Black Sabbath

Autor:

DEUVEDÉS

“El repertorio es inmejorable, están las esperadas (‘War pigs’, ‘Paranoid’, ‘Iron man’, ‘Snowblind’), pero también hay regalos para sus seguidores más hardcore (‘Under the sun’, ‘Hand of doom’)”

 

 

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Black Sabbath
“The end”
UNIVERSAL

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

El fin de Black Sabbath es un hecho y este deuvedé documenta su último concierto, acontecido precisamente en su Birmingham natal. Allí donde comenzaron, echan también el cierre. Un episodio final que ya era evidente. El tiempo juega ya en su contra, con sus miembros rozando los setenta años y el guitarrista Tony Iommi habiendo vencido al cáncer pero consciente de un necesario descanso.

Da pena que un coloso de la talla de esta banda británica decida colgar los guantes, pero lo han hecho de la mejor manera posible y sus seguidores estamos más que acostumbrados a decirles adiós. Hablamos de la formación clásica con Ozzy Osbourne de cantante; el resto, discúlpenme, no es Black Sabbath. Porque aunque la marca haya grabado buenos discos tras expulsar a Ozzy en el 79, el concepto se perdió hasta su regreso en 1997. Durante esos dieciocho años los Black Sabbath originales no existieron. En 2005 se produjo un nuevo toque de queda, y en 2012 regresaron una vez más. Después de todas estas despedidas, puede que la que documenta este deuvedé sea una más, que haya más epílogos, pero si los hay, serán contados. Y puede que no los haya. En cualquier caso, aunque el género heavy metal naciera parcialmente de Black Sabbath, esa etiqueta a ellos se les quedaba corta. Igual que a las otras fuentes, es decir, Deep Purple y Led Zeppelin. El heavy metal tomaría mimbres de Black Sabbath, pero Black Sabbath no eran heavy metal. Sus guitarras partían del blues para cargarlo de densidad y peso, Ozzy era fanático de los Beatles y de las melodías vocales, la batería de Bill Ward tenía mucho de jazz y el bajo de Geezer Butler era una bomba de ideas constantes, fluidez y fuerte carácter.

Respecto a esta gira final, los fans más irredentos de los Black Sabbath clásicos pudimos no estar de acuerdo con algunas de sus decisiones, pero el tiempo les ha dado la razón. Es muy posible que acertaran al no contar con Bill Ward, inseguros de si estaría físicamente preparado para afrontar un exigente tour mundial. Su sustituto fue Tommy Clufetos, treinta años más joven, y no fue el mejor reemplazo: tenía un estilo muy diferente al del batería original, con mucha pegada pero menos feeling y emoción. Sin embargo, sí aportó una base muy sólida para que Ozzy, Iommi y Butler estuvieran cómodos, y a lo largo de “The end” queda claro. Lo registra Dick Carruthers, un director bastante experimentado en captar en directo a bandas mastodónticas, que ha realizado un trabajo espléndido. Los primeros planos de Ozzy son impresionantes, sabe exactamente dónde fijar la cámara y hacia dónde dirigir la mirada del espectador.

Otra de las decisiones cuestionables por parte de la banda fue la inclusión de Adam Wakeman (sí, el hijo de Rick) como teclista y guitarrista de apoyo. Las canciones no lo necesitan y no sé qué ocurriría en este último concierto, pero su trabajo guitarrero es, afortunadamente, imperceptible. El repertorio es inmejorable, están las esperadas (‘War pigs’, ‘Paranoid’, ‘Iron man’, ‘Snowblind’), pero también algunos regalos para sus seguidores más hardcore (‘Under the sun’, ‘Hand of doom’). Brillante testamento y brillante deuvedé. Solo se puede decir gracias, gracias y gracias. Como bonus, se incluye al grupo tocando en el estudio temas que no formaron parte del directo y es un placer verles rodeados simplemente de su música, sobre todo cuando encaran la bluesy ‘Wicked world’, una de sus mejores y más desconocidas canciones.

Anterior crítica de DVDs: “Pearl Jam: Let’s play two”, de Danny Clinch.

 

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