«La música cuando era adolescente era nuestra válvula de escape de las gilipolleces del mundo. Era nuestra medicina para el alma, y siempre lo será»
Simone Felice, el mayor de los Felice Brothers, tiene nuevo proyecto, The Duke & The King. Una banda de dulce folk-rock tradicionalista que este mes visitará nuestro país. Con él conversa Fernando Navarro.
Texto: FERNANDO NAVARRO.
Fotos: DAVE HERRON.
Tal vez el idílico paisaje en el que se crió, rodeado de árboles, ríos y senderos sin fin, o tal vez el fascinante eco musical que dejaron Bob Dylan y The Band en las profundidades de las montañas del Estado de Nueva York, o seguramente ambas cosas, han debido influir para que Simone Felice dé la sensación de que sueña despierto. Habla con entusiasmo de sus deseos y recuerdos, de su pasión por los detalles de la vida y de las vibraciones sonoras y líricas que pueblan sus canciones, tanto en su nuevo proyecto The Duke & The King como en el anterior con sus hermanos, The Felice Brothers. Al escuchar su música y oír sus palabras, es como si se hubiese adentrado en el bosque del folk-rock de corte tradicionalista y no quisiera nunca más abandonarlo. El riesgo, siempre en estos casos, es perder el norte. Pero el mayor de los hermanos Felice pone cuerpo y alma en la vida que ha elegido cerca de las aventuras del rock y lejos del mundanal ruido. Y, a la vista de los resultados, ese camino tiene visos de ser más real que el de una buena mayoría.
Después de varios años con tus hermanos en The Felice Brothers has dejado el grupo y has montado un proyecto por tu cuenta llamado The Duke & The King. ¿Por qué?
Es algo que quería hacer desde hace tiempo, pero después de que mi hijo, que era un bebé, se murió el pasado invierno mientras grababa algunas canciones para «Nothing Gold Can Stay» [nombre del disco de The Duke & The King] vi muchas más cosas claras: el curso de mi vida o la poesía que necesitaba hacer con mi colega Robert.
Robert «Chicken» Burke es tu compañero de viaje en The Duke & The King. ¿Cómo le conociste?
Nos conocimos hace más de 10 años y nos hicimos rápidamente amigos. Nos ayudó a mi hermano y a mí en nuestras primeras grabaciones. Nos sentamos alrededor del fuego y escribimos canciones que nadie podía oír y nos reíamos y mirábamos a los pájaros (particularmente a un halcón) planeando sobre el agua. Soñamos con actuar y tocar todas nuestras extrañas ideas. Creo que estamos hechos el uno para el otro. Nos sentimos la misma clase de niños con esos ojos como platos que nos maravilla todo antes de que los jefes o la policía nos digan que tal cosa que nos fascina no es magia, pero suena como una extraña brujería.
¿Quién es el duque (The Duke) y quién es el rey (The King)?
Yo soy el duque. El título de rey es demasiada responsabilidad para mí [risas].
¿Y cómo llevas eso de ser el responsable máximo de este proyecto? Eres el cantante principal a diferencia de en The Felice Brothers.
Tuve una banda de punk en la solía estar al frente cuando era un chaval. Nos escapábamos del colegio y nos íbamos directos a tocar por la noche entre semana a CBGB’s en un tiempo que ya andaban por ahí Nirvana y Fugazi eran dios. Luego, ocho o nueve años antes de que mis hermanos y yo formásemos la banda, yo era un poeta viajero, con algo de gitano y de perdedor, que leía todas las noches poesía delante de un micrófono. Al principio, me sentía nervioso e incómodo, pero al mismo tiempo era un entrenamiento y cada error me ayudaba a coger por las riendas mis miedos. Así que se me hace bastante natural este cambio.
Pero antes tocabas la batería con tus hermanos y ahora cantas y tocas la guitarra. ¿No piensas que la situación como músico es muy diferente ahora de antes?
Mis hermanos y yo somos músicos autodidactas. Siempre disfrutamos desafiándonos a nosotros mismos con nuevos papeles a interpretar. ¡Aun así todavía toco un poco la batería en The Duke & The King porque me encanta! ¡La música es mi avión!
¿Qué clase de música sueles escuchar ahora mismo?
The Beatles, Sam Cooke, Neil Young, Stevie Wonder, The Rolling Stones, Otis Redding, Joni Mitchell…
¿Por qué elegiste el nombre de The Duke & The King, del libro de Mark Twain «Las aventuras de Huckleberry Finn»?
Mark Twain es uno de mis héroes. Era un rebelde y a nosotros [a Burke y a él] nos encantan los rebeldes. Su arte viene de un lugar real y auténtico, que no teme decir la verdad. Este libro de Huckleberry fue una revelación para América cuando fue impreso. ¡Un joven chico blanco del sur que se hace como mejor amigo a un negro esclavo durante una huida! ¿Quién ha oído tal cosa antes?
¿La música te ha ayudado a sentirte como Huckleberry Finn?
La música cuando era adolescente era nuestra válvula de escape de las gilipolleces del mundo. Era nuestra medicina para el alma, y siempre lo será.
«La esencia de las grandes canciones es contar la verdad. La mayoría de las canciones que escribo lo hago en plena naturaleza, solo y rodeado del bosque»
EL MUNDO FAMILIAR CON THE FELICE BROTHERS
Te diste a conocer con The Felice Brothers. ¿Os costó mucho haceros un hueco en la escena norteamericana?
Yo era un poeta vagabundo, un soñador, cuando hace cuatro años mis hermanos y yo decidimos dejarlo todo por las canciones y la música. Queríamos vivir el sueño de viajar contando historias. Simplemente queríamos saltar al vacío. Y nos salió bien. Hay un viejo dicho que me encanta: «Salta y la red aparecerá».
En los primeros años, estuvisteis tocando en el metro de la ciudad de Nueva York.
Sí. Fueron los mejores días, los días dorados.
Por vuestro sonido y actitud, The Felice Brothers recordáis a The Band. ¿Qué piensas al respecto?
Guaaaauuu… es un honor. Siempre resulta especial ser comparados con los grandes artistas de nuestro tiempo. Nosotros únicamente lo hacemos lo mejor que sabemos para llevar la antorcha, la sagrada antorcha de las canciones y la poesía. Es una responsabilidad muy seria.
¿Los consideras una de las influencias principales de The Felice Brothers?
Sí, por supuesto. Pero también la gran literatura, el folk auténtico, el soul auténtico, la realidad de un nuevo amanecer, un cielo lleno de pájaros…
Tú y tus hermanos os habéis criado a la sombra de las montañas de Catskill, en lo alto del Estado de Nueva York. ¿Cómo es la vida allí?
Crecimos como una especie de Huckleberry Finn en las montañas pero con la salvedad de que teníamos una gran radio portátil en estéreo, a Jimi Hendrix, drogas, la Guerra Fría y la MTV.
¿Y crees que esa naturaleza tan impactante ha influido en vuestras composiciones?
Absolutamente. Ernest Hemingway dijo una vez: escribe sobre lo que conoces. Y eso es lo que hicimos. Creo que esa es la esencia de las grandes canciones: contar la verdad.
¿De ahí viene también tu inspiración?
Y del amor, de los latidos del corazón, de la belleza, la fealdad… Pero la verdad que la mayoría de las canciones que escribo lo hago en plena naturaleza, solo y rodeado del bosque.
Entrevisté hace tiempo a Justin Townes Earle (hijo de Steve Earle) y citó a Felice Brothers como una de las grandes bandas del momento. Sé que sois amigos. Como lo sois de los gran Old Crow Medicine Show. ¿Crees que de un tiempo a esta parte hay una nueva escena a tener en cuenta de músicos y bandas de folk-rock en EE UU?
Siempre ha habido música de este tipo en EE UU, incluso mucho antes de que el hombre blanco pisase esta tierra. Los indios en la naturaleza salvaje con sus tambores y sus canciones en el fuego ya lo hacían. El folk siempre anda cambiando en este país pero el espíritu es lo que cuenta.
¿Alguna recomendación de alguien que conserve ese espíritu hoy en día?
Me encanta el último disco de Bon Iver. Siento que es como una alma gemela. Ambos hemos hecho nuestros discos en la muerte del invierno en el bosque, encerrados en una cabaña, y ambos sufrimos difíciles cambios vitales en el proceso. Su música es preciosa y está embrujada.
Con todo, tú y tus hermanos, por ejemplo, no gozáis de gran éxito.
Funcionamos como marginados de la cultura popular. Y así lo espero. Somos rebeldes con causa.
¿No te gustaría tener algo más de repercusión y fama?
Mis hermanos y yo nacimos en una casa al lado de un riachuelo en las montañas, y calentábamos nuestra casa con madera en una chimenea. Crecimos en un jardín, cazando ciervos, leyendo un montón de libros. Ese es el camino en el que he crecido, un camino simple, y en el que quiero permanecer. Sin embargo, tener fama o no tenerla, es una cuestión del azar en esta tierra. Creo que el éxito profesional consiste en hacer lo que amas, ser tú mismo sin importarte lo que la gente dice de ti. Siempre, siempre, siguiendo tu corazón, escuchando a tus ángeles.
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LAS HUELLAS DE SIMONE FELICE
The Duke and The King.
«Nothing Gold Can Stay»
(Houston Party, 2009)
Simone hace un viaje introspectivo y se distancia a conciencia de la actitud desenfadada de la formación familiar para adentrarse en tareas de composición, voz y guitarra en lo profundo de su alma. Grabado en un improvisado estudio en pleno bosque, el mayor de los Felice ofrece baladas y medios tiempos que se presentan con la belleza de los cantos folk pero con un marcado latido soul. A medio camino entre Cat Stevens y Neil Young en sus momentos acústicos y solitarios como en «Harvest», este disco puede hacerte el invierno tan reconfortante como si lo pasarás al calor de una buena chimenea de campo.
The Felice Brothers.
«Yonder Is The Clock»
(Team Love / Freak Magnet, 2009)
Las últimas pistas de Simone con la banda de sus hermanos se recogen en este trabajo que consolida a los Felice Brothers como una propuesta vitalista, genuina y a años luz del plástico que cubre los sonidos de las bandas que más venden en Estados Unidos. Con diferentes resultados en los temas lentos, que pueden pasar de exquisitos a poco trascendentales, lo suyo enamora cuando se ponen socarrones y fiesteros. Pura actitud. ‘Penn Station’ o ‘Run Chicken Run’ son himnos bastardos, que convierten lo pordiosero en excelencia. Cierto. Su rock’n’roll puede hacerte llorar de alegría.
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Puedes escuchar a The Duke & The King en su Myspace.
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The Duke & The King estarán de gira el 17 de noviembre en Madrid, 18 en Valencia y 19 Bilbao.