Teo Cardalda: un Valle Inclán apasionado

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«El temblor modernista de la poesía de Valle ha encontrado en Teo Cardalda un intérprete idóneo»

 

El músico vigués se atreve con el reto de adaptar nueve poemas de Ramón del Valle-Inclán en su nuevo trabajo, Claves líricas. Por Luis García Gil.


Texto: LUIS GARCÍA GIL.
Fotos: TEO CARDALDA.

 

En su tiempo la obra de Ramón María del Valle-Inclán tuvo una recepción no precisamente fácil. Su teatro se consideraba demasiado innovador y como novelista se ubicaba al margen de la corriente dominante que acataba los principios del realismo. Valle fue un verso libre que también se desempeñó como poeta en tres libros: Aroma de leyenda, La pipa de Kif y El pasajero, que terminarían agrupándose en un solo volumen titulado Claves líricas. Nueve poemas musicalizados de Don Ramón María del Valle-Inclán.

Al Valle poeta se encomienda Teo Cardalda en su último trabajo discográfico titulado precisamente Claves líricas (Altafonte, 2021). La poesía de Valle-Inclán no está entre lo más revalorizado de su producción, pero ya había merecido la atención en los años setenta de Cecilia, de la que se publicó, después de su muerte, canciones como “Doña Estefaldina” y otros poemas cantados de Valle, no pudiendo concretar un disco monográfico en el que estaba trabajando.

Teo Cardalda interpreta a Valle Inclán de forma concienzuda y apasionada. Presta música, ritmo y melodía a nueve poemas de su paisano, seleccionados por su compañera María Monsonís, con quien formó aquel dúo Cómplices que marcó nuestra memoria pop. El temblor modernista de la poesía de Valle ha encontrado en Teo Cardalda un intérprete idóneo, nada forzado, que no traiciona al poeta que canta.

Mención aparte merece la cuidadosa edición del disco-libro con prólogo de Luis Pastor, versado en la musicalización de poetas, y con un jugoso texto sobre el origen del apellido Valle-Inclán, en el que participa Javier del Valle-Inclán Alsina, nieto del autor de Luces de bohemia. El músico vigués no solo canta nueve poemas de Valle, sino que los acompaña de unos textos sumamente didácticos que dialogan con las canciones, y en los que Teo Cardalda se mete en la piel de Vallecon regusto teatral o en la de su mujer Josefina Blanco. Forma y fondo, por tanto, se dan la mano primorosamente.

En el disco se suceden “Rosa hiperbólica”, “Los pobres de Dios”, “Rosa Gnóstica” o “Cantiga de vellas”, el único poema que se conoce de Valle en lengua gallega. “Los pobres de Dios” es uno de los poemas que mejor se prestan a la música de Teo y que mejor contribuyen a entender la mirada lírica de Valle a la marginalidad y el modernismo arcaizante de su estilo que bucea en la Galicia telúrica, enigmática y legendaria. Esa Galicia de paisajes y terruños que tan bien conoce el propio Cardalda.

 

«No solo canta nueve poemas de Valle, sino que los acompaña de unos textos sumamente didácticos que dialogan con las canciones»

 

Decía Umbral en su biografía de Valle que su temperamento era ante todo plástico, más dotado para la reproducción que para la introspección, más para la invención que para lo intuitivo. Esto le lastraba como poeta. Más allá del apunte de Umbral, en Aromas de leyenda o en El pasajero vibra la personalidad poética de Valle Inclán —apuntada en otros géneros— su esteticismo y esas vivencias nutricias de su tierra. Todo eso lo canta Teo Cardalda en las sucesivas estampas que conforman “Rosa vespertina”, “No digas de dolor”, “Rosa del caminante”, “Geórgica” y “La rosa del reloj” antes de la clausura que marca “El poeta universal”, texto compuesto como homenaje al poeta de las barbas de chivo por Teo Cardalda y Juan Mari Montes.

En todos los casos Teo Cardalda logra una certera aproximación al espíritu teosófico y esperpéntico de Valle, a ese mundo de reminiscencias particulares y campestres en el que conviven los azules de la tarde, las fuentes, las campanas, las flores, las encinas, los senderos, los animales y los hombres de a pie.

Trasladar al ámbito de la canción la cadencia sonora de los poemas de Valle, ese retorno a la perennidad de la infancia y esa huella medieval, es mérito indudable de Teo Cardalda, que ha firmado uno de sus trabajos más loables, con el que demuestra la necesidad de regresar a los grandes nombres de nuestra literatura, cuya vigencia y modernidad sigue siendo incuestionable.

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