Tengo algunas preguntas para usted, de Rebecca Makkai

Autor:

LIBROS

«Hay tramas detectivescas que la acercan al mismo Hitchcock y mucho sobre cómo nuestro presente se relaciona con nuestro pasado»

 

Rebecca Makkai
Tengo algunas preguntas para usted
SEXTO PISO, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Bodie Kane es la productora de un podcast de éxito. Un día, una amiga que hace veinte años que no ve le envía un enlace a un vídeo de una antigua función de teatro. Es una representación de Camelot, una obra sobre el rey Arturo que llevaron a escena en su época de estudiantes en el internado de élite Granby School. En ella, aparece su compañera de habitación, Thalia Keith. Esa misma noche la asesinan. Omar Evans, el entrenador de atletismo del centro, fue declarado culpable del crimen y encarcelado. Estamos en los noventa, Twin Peaks y Nirvana encandilan a los jóvenes.

Han pasado veinte años, como les digo, y Granby invita a Bodie a dar un curso sobre radio por internet, así que vuelve a su viejo instituto, donde encuentra un decorado de recuerdos y nuevas preguntas que le asaltan, sostenidas por páginas web y documentales que no se creen que Omar fuera el culpable. En los dos primeros de los muchos capítulos de la novela queda claro cuál es el conflicto que va a sostener la trama.

Una trama que hurga en el fenómeno de los true crime y que resulta adictiva. Lo que busca Bodie, en su trabajo en Granby, es reencontrarse con ella misma en su pasado. Ajustar cuentas con quien fue y con los asuntos que dejó estancados, más que pendientes, cuando abandonó la escuela. Es por eso que siente una extraña sensación cada vez que se cruza o se cita con uno de sus antiguos compañeros, su amistad o sus disputas se vuelcan de nuevo y las emociones —quizá sea esto lo que Bodie busca—, aparecen a flor de piel.

Por supuesto, las quinientas páginas del texto dan para mucho más. Hay tiempo para hablar del Mee Too y de las relaciones entre alumnos y profesores en los institutos, de cómo afecta internet a nuestra vida social —a nuestra vida, simplemente—, de como la memoria es selectiva, aleatoria y —peligro— rellena los huecos de lo que no sabemos que pasó, de las relaciones de pareja, de las leyes y los procedimientos judiciales… Así que Bodie se alía con sus estudiantes –una de ellas quiere hacer un podcast sobre el caso de Thalia— para completar lo que no se supo, para poner a rodar la bola de nieve que lleva a revisar, en una segunda parte, el caso de Omar algunos años después de que la profesora abandonase Granby en su segunda estancia.

Es una segunda parte de la novela más pausada y más acelerada que la primera. Si en su estancia de profesora los días pasaban con celeridad, pero los nuevos datos tardaban en emerger, en la revisión del juicio de Omar ocurre lo contrario: los días en la sala de audiencias se ralentizan –declaraciones largas, pausas—, mientras que los datos que le llegan a Bodie son cada vez más sorprendentes, con lo cual —como puede esperar el lector— los giros de guion y el asombro se acrecientan a cada página y llevan a un final inesperado.

Hay mucho en esta novela, mucho sobre circunstancias sociales que siguen —algunas lamentablemente— actuando, mucho sobre tramas detectivescas que la acercan al mismo Hitchcock y mucho sobre cómo es nuestro presente y cómo se relaciona con nuestro pasado. De forma refinada, como en ese campus de Granby en el que pasaron cosas que veinte años después ni se sabe que pasaron.

Anterior crítica de libros: Cuando la tormenta pase, de Manuel Loureiro.

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